RESUMEN DE LAS CONFERENCIAS
DIABETES
Conferencia
Análogos del GLP-1
Yadira Villalba Yabrudy
Médica Internista, Endocrinóloga.
Expresidente y Miembro Honorario de
la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE)
Los
análogos de receptores del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1,
por sus siglas en inglés) se han hecho populares por su eficacia al
reducir el peso y la hemoglobina glucosilada (HbA1C) 1,5
gm%, y por su
seguridad, ya que no producen hipoglicemia, simulan los efectos del
GLP-1 nativo, aumentan la secreción de insulina, detienen al glucagón,
aumentan la saciedad y ralentizan el vaciamiento gástrico.
Los efectos sobre el vaciamiento se observan principalmente con los
análogos del GLP-1 de corta acción, como exenatida y lisixenatida; por
su parte, los de larga acción, como liraglutida, dulaglutida,
albiglutida, taspoglutida y semaglutida desarrollan taquifilaxia luego
de pocos días de tratamiento.
Se cree que el control de la glucosa por parte de los análogos del
GLP-1 de corta acción se debe a la ralentización gástrica, más que por
el efecto sobre la insulina y el glucagón. Además, estos análogos,
disminuyen la tensión arterial, aumentan la frecuencia cardíaca y
disminuyen los triglicéridos.
Se ha debatido sobre su efecto protector sobre la masa de células B.
Los estudios en roedores con modelos de Parkinson, accidente
cerebrovascular isquémico y Alzheimer sugieren neuroprotección y
prevención del deterioro de la memoria; sin embargo, en humanos no se
ha demostrado su beneficio en enfermedades cerebrales, excepto por un
ensayo de 48 semanas que sugirió que exenatida una vez a la semana
podría tener efectos positivos en la enfermedad de Parkinson.
Por los múltiples efectos positivos en el control de la glucemia, el
peso, la nefroprotección, y la cardioprotección, los análogos del GLP-1
son, sin duda, una herramienta eficaz y segura en el manejo de la
diabetes mellitus tipo 2 (DM2)
Conferencia
Combinaciones de nuevos fármacos en el tratamiento de la diabetes
mellitus tipo 2 (DM2)
Sharona Azriel
Médica especialista en Endocrinología
y Nutrición.
Hospital Universitario Infanta Sofía, Madrid, España.
Hospital Universitario Quirón Pozuelo, Madrid, España.
Profesora asociada de Medicina de la Universidad Europea de Madrid.
Miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Endocrinología
y Nutrición
La ponencia se desarrolla con base
en un escenario clínico: un paciente joven con obesidad no controlada,
y en terapia con metformina y un inhibidor de la dipeptidilpeptidasa 4
(DPP-4).
La selección farmacológica óptima tras el fracaso con la biterapia se
realiza centrándonos en el paciente y considerando los factores
específicos que pueden condicionar la elección terapéutica, como el
objetivo individualizado de la hemoglobina glucosilada (HbA1C), el
impacto en el peso y el riesgo de hipoglucemia, el perfil de efectos
secundarios de la medicación y la complejidad de la pauta de
tratamiento. Se debe elegir el régimen terapéutico que consiga mejorar
la adherencia y la persistencia y que, a la vez, sea accesible y
costo-efectivo.
Estamos en la era del empoderamiento del paciente, donde la toma de
decisiones conjunta facilita el manejo de su enfermedad, en este caso
la DM2. Se deben tener en cuenta sus preferencias después de haberlo
informado sobre los riesgos y los beneficios de las distintas opciones
farmacológicas.
Las posibilidades terapéuticas novedosas sobre las que gira la ponencia
son cuatro estrategias diferentes:
- Estrategia “trío dinámico”:
se trata de una estrategia terapéutica basada en las ventajas de
asociar un fármaco glucosúrico o inhibidor del cotransportador
sodio-glucosa tipo 2 (iSGLT2) a la combinación de metformina y un
inhibidor de la DPP-4. Se explican los beneficios etiopatogénicos de
esta triple terapia, así como los mecanismos de acción complementarios
y los efectos metabólicos sinérgicos. La combinación secuencial es
efectiva desde el punto de vista metabólico y aporta un perfil adecuado
de seguridad. Además, se añaden los beneficios cardiovasculares de la
familia de los iSGLT2, así como su capacidad de nefroprotección.
- Estrategia “switch”: esta
estrategia implica el cambio de un fármaco de la familia de los
inhibidores de la DPP-4 por otro del sistema incretínico, como un
agonista del receptor de péptido 1 similar al glucagón (GLP-1). El
cambio de un fármaco oral por uno parenteral se basa, por un lado, en
la mayor eficacia metabólica demostrada por los análogos del receptor
de GLP-1 frente a los inhibidores de la DPP-4 en cuanto a la reducción
de la HbA1c y del peso; por otro lado, debido a los múltiples efectos
pleiotrópicos demostrados por los análogos del receptor de GLP-1. Se ha
demostrado una mayor eficacia en todos los parámetros metabólicos y en
la obtención de los objetivos compuestos con un buen perfil de
seguridad de los análogos del receptor de GLP-1. Además, las ventajas
de cardioprotección y nefroprotección que aportan los análogos de los
receptores de GLP-1, que demuestra una reducción de la morbimortalidad
cardiovascular y la ralentización de la progresión renal, son un valor
añadido a tener en cuenta a la hora de seleccionar esta estrategia.
Existen otros beneficios extrapancreáticos adicionales para valorar
este cambio terapéutico.
- Estrategia “menos es más”:
esta consiste en detener la administración del inhibidor de la DPP-4,
pero mantener la administración de metformina, y cambiar por la
administración de un análogo de receptor de GLP-1 de reciente
introducción en el mercado, como semaglutida, de manera semanal, el
cual, además de las ventajas mencionadas en la estrategia “switch”, ha
demostrado ser el análogo de receptor de GLP-1 más potente desde el
punto de vista metabólico, tanto en la reducción de la HbA1c como en la
pérdida de peso. Aquellos pacientes con enfermedad renal crónica
diabética y con una tasa de filtración glomerular (TFG) de 15 mL/min,
se pueden tratar con los análogos de receptor de GLP-1 que no están
contraindicados, como liraglutida, dulaglutida y semaglutida. Además,
en un estudio de seguridad cardiovascular con semaglutida se demostró
su beneficio. En este sentido, es necesario tener en cuenta que tanto
la estrategia “switch”, con
la elección de un análogo de receptor de
GLP-1 semanal (dulaglutida), como la estrategia “menos es más”,
implican una mayor adherencia y persistencia terapéuticas.
- Estrategia “dos en uno”: esta
estrategia se basa en la suspensión de la administración del inhibidor
de la DPP-4 y la asociación de metformina con una combinación fija de
insulina basal, degludec o glargina U100, con un análogo de receptor de
GLP-1, liraglutida o lixisenatida, respectivamente. Con la combinación
fija de insulina basal y un análogo de receptor de GLP-1 se han
demostrado claros beneficios metabólicos, ya que optimiza el control
global del paciente con DM2 en un porcentaje elevado, por lo que se
considera como uno de los regímenes más eficaces.
La selección del tratamiento farmacológico debe individualizarse en
cada caso, y se debe elegir la opción terapéutica más segura y
beneficiosa para cada paciente, teniendo en cuenta todas sus
características, así como las ventajas y los posibles riesgos de los
fármacos.
Conferencia
El perfil ambulatorio de glucosa: el nuevo estándar para el manejo
de la diabetes
Mahmood Kazemi
Endocrinologist, ADC’s Divisional
Vice President of Global Medical & Scientific Affairs.
Diabetes mellitus can be difficult to
manage, and requires high levels of health literacy and numeracy,
selfmonitoring, and frequent contact with clinicians. If not optimally
controlled, diabetes can lead to kidney failure, blindness, and
cardiovascular complications. The inconvenience and pain of obtaining
finger-stick blood samples by means of traditional blood glucose meters
can contribute to poor adherence to self-monitoring and is one of the
barriers preventing optimal glucose control.
Traditional continuous
glucose monitoring and flash glucose monitoring are being increasingly
used as adjuncts and alternatives to finger-stick glucose tests for
decision-making in the treatment of diabetes. They both make use of a
wearable sensor that measures interstitial fluid glucose
concentrations, which are then transmitted to a device that presents
them in readable form. Although traditional continuous glucose
monitoring has been available for a relatively long time, flash glucose
monitoring is a more recent alternative in regards to selfmonitoring of
blood glucose (SMBG) that can be used without calibration with a
finger-stick test. Both these methods have generally good concordance
with SMBG.
The FreeStyle® Libre monitor is a good example of a flash
glucose monitoring device; it obtained CE mark in 2014 and was approved
by the FDA in 2017 and is now available in multiple countries. The
factory-calibrated, disk-like sensor is worn on the upper arm for up to
14 days. By means of passing the reader device over said sensor, the
patient obtains real-time glucose levels and trends, with hypo- and
hyperglycaemia alarms available in several countries. Several large
multicentric randomized clinical trials (RCTs) comparing the FreeStyle®
Libre sensor against traditional finger-stick SMBG showed a lower
duration of hypoglycaemia in type 1 diabetes patients and in type 2
diabetes patients under insulin therapy.
For patients under intensive
insulin therapy, frequent glucose monitoring is a prerequisite for
adequate glycaemic control. A clear advantage of these methods is the
comprehensive glycaemic data provided. Standardized, easily understood
data display formats are increasingly frequent, including the Ambulatory Glucose Profile (AGP) system,
which provides summary statistics, 24-h glucose and daily glucose
graphs (pooled over multiple days of monitoring), and insulin doses).
The AGP system can help both primary care physicians and patients to
decide how best to increase the glucose time in range (TIR) without
increasing the risk of hypoglycemia, considering that observed glucose
excursions, for instance, can be related to factors such as the timing
and content of meals, physical activity, medication (e.g., prandial
insulin), or periods of stress or illness.
Several organizations have
published consensus statements on the role of continuous glucose
monitoring, along with specific metrics to be used in the assessment of
overall glycaemic management, hyperglycaemia, hypoglycaemia, and
glycaemic variability, and a conference was held by representatives of
different organizations to reach an agreement on the consensus
statements. In both these consensus statements and empirical evidence
over time, a time in range (TIR) value between 70–180 mg/dL (3.9–10
mmol/L), a metric derived from continuous glucose data, has been
popularized as an important metric to assess the quality of glycaemic
management. In addition, a survey showed that patients also recognize
TIR as an important outcome.
In summary, traditional, continuous blood
glucose monitoring and flash glucose monitoring using newer detection
and visualization systems can overcome many of the limitations of an HbA1c-based approach, while addressing the inconvenience and the
fragmented nature of glucose data usually collected by means of SMBG.
When combined with HbA1c monitoring, continuous glucose data provides
complementary information on glycaemic control that eases the
optimization of diabetes therapy, while reducing the fear and risk of
hypoglycaemia among patients. The increased adherence to
self-monitoring and higher patient satisfaction associated with flash
glucose monitoring highlight the importance of considering user
experience when promoting the self-management of diabetes.
Conferencia
Implementación práctica de un modelo matemático en
diabetes
Alex Ramírez Rincón
Clínica Integral de Diabetes.
Profesor titular de la Universidad Pontificia Bolivariana
La diabetes mellitus
(DM) es uno de los trastornos metabólicos más frecuentes en todo el
mundo, con una prevalencia del 8,8 % en la población general, que para
2015 se tradujo en alrededor de 450 millones de personas en todo
el mundo. La clasificación etiológica actual de la DM distingue
tres tipos diferentes: la diabetes mellitus tipo 1 (DM1), que se
caracteriza por una destrucción progresiva de las células β del
páncreas con el consecuente déficit absoluto de insulina; la
diabetes mellitus
tipo 2 (DM2), que resulta de una combinación de grados variables de
deficiencia de insulina y resistencia; y la diabetes monogénica, la
cual es resultado de un defecto genético específico. Existen otras
formas, como la diabetes
gestacional, inducida por medicamentos y otras anormalidades
endocrinas, la enfermedad del páncreas exocrino y las formas poco
comunes mediadas por el sistema inmunitario.
En cuanto al aspecto terapéutico, el tratamiento adecuado
para los pacientes con DM1 es la terapia con insulina, usualmente en un esquema intensivo. Por fundamento fisiológico, a
través del suministro de insulina de acción prolongada (denominada insulina basal) se suprime la lipólisis y la producción de
glucosa hepática, mientras que a través del bolo de insulina de
acción corta en el momento de la ingesta se controla la excursión de glucosa posprandial (denominada insulina prandial); en
la mayoría de los casos y de manera ideal, dichos bolos deben
ser orientados por una estrategia de conteo de carbohidratos.
Como alternativa a este esquema de múltiples dosis de insulina
(MDI), existe la infusión subcutánea continua mediante un dispositivo denominado bomba de insulina, que puede estar o no
asociado a una monitorización continua de la glucosa en tiempo real (terapia con bomba de insulina aumentada por sensor).
Dentro de los beneficios de una bomba de insulina se incluyen
una mayor flexibilidad en el tiempo de las comidas y una absorción de insulina más predecible, entre muchos otros.
Inicialmente, los pacientes usaban
la insulina como un tratamiento de circuito abierto, que no contaba con
la retroalimentación de la concentración de glucosa, sino que dependía
en su totalidad de las estimaciones empíricas de los requisitos
de insulina proporcionados por su médico, o según las aproximaciones de
la población. Actualmente, el uso de calculadoras
de bolo ha demostrado ser efectivo y seguro, especialmente
en pacientes en terapia con bomba de insulina; además, logró
grandes avances en pacientes con MDI.
En esta medida, la asociación entre
una monitorización
continua de glucosa y la información requerida de los niveles
actuales de glucosa, la insulina activa, la ingesta de carbohidratos,
el factor de sensibilidad a la insulina (FSI) (disminución en el nivel
de glucosa en la sangre causada por una unidad
de insulina de acción rápida inyectada por vía subcutánea), el
índice de conteo de carbohidratos o la relación de insulina y
conteo de carbohidratos (cantidad de carbohidratos necesaria
para igualar el efecto reductor de la glucosa en sangre de una
unidad de insulina de acción rápida) y algunas correcciones
para estados fisiológicos (por ejemplo, embarazo o actividad
física), permiten una mayor individualización del tratamiento.
La adaptación de los parámetros del FSI y de la relación
de insulina y conteo de carbohidratos es necesaria, debido al
cambio que puede suceder durante el día (variación intradía)
o entre días (variación interdiaria); estos ajustes se realizan a
través de un proceso clínico de interpretación, diagnóstico y
ejecución de planes de cambio, reconocido como la técnica de
ensayo y error.
Con base en el contexto anterior, las propuestas de los modelos automáticos de interpretación a partir de la información
obtenida de la monitorización continua de glucosa, además del
desarrollo potencial de algoritmos de cambios terapéuticos,
toman gran preponderancia.
En ese sentido, nuestro grupo de investigación propone
un modelo matemático que predice el comportamiento de la
glucemia en personas con DM1 e infiere las cuatro variables
de la terapia funcional de insulina (TFI), que son: la insulina
basal, el FSI, la relación de insulina y conteo de carbohidratos
y la insulina activa.
El modelo propuesto consta de cinco compartimentos, a
saber: la absorción de insulina, la acción de la insulina, la absorción de los alimentos, la producción endógena de glucosa y
el uso de glucosa en los tejidos independiente de la acción de
insulina; las entradas del modelo son la insulina subcutánea y
el consumo de carbohidratos, y la salida es la glucemia. Los estados del modelo tienen un significado fisiológico, por lo cual
los parámetros tienen igual connotación.
Del modelo, así se calculan los componentes de la TFI:
- Insulina basal: mediante una ecuación de equilibrio, que
representa el nivel de insulina para mantener la glucosa en
un valor determinado durante el ayuno.
- FSI: mediante una ecuación de
ganancia, que representa la disminución en el valor de glucosa por cada
unidad extra de insulina cuando la insulina basal está correctamente
establecida.
- Factor de incremento: mediante una ecuación de ganancia,
que representa el incremento del valor de glucosa por cada
gramo ingerido de carbohidratos, cuando la tasa basal está
correctamente establecida.
- Relación de insulina y conteo de carbohidratos: mediante
una relación se hace referencia a la cantidad necesaria de
carbohidratos para igualar el efecto reductor de la glucosa
en sangre de una unidad de insulina de acción rápida; la
relación de insulina/carbohidrato se define como la cantidad de gramos de carbohidratos que será cubierta por una
unidad de insulina.
- Insulina activa: mediante una ecuación temporal, que es el
remanente de insulina del último bolo aplicado sin tener
en cuenta la insulina basal.
- Calculador del bolo: mediante una sumatoria, que incluye
como factores la glucemia medida en el tiempo, la glucemia deseada y el equivalente en gramos de la ingesta (de
carbohidratos).
En principio, el modelo fue
expuesto al software de pacientes simulados; después, a los datos de
pacientes reales; finalmente, a una cohorte de pacientes seleccionados
con criterios
de inclusión específicos. De esta manera, se determinó que los
datos identificados de la TFI, a través del modelo, sí correspondían a
los valores utilizados en la práctica clínica.
El potencial de este tipo de desarrollos de modelos matemáticos permitirá establecer los parámetros de TFI mediante las
inferencias del modelo y, en tiempo ulterior, comparar con las
intervenciones clínicas basadas en la técnica de ensayo y error.
Conferencia
Inhibidores del cotransportador de sodio-glucosa
tipo 2 (iSGLT2): ¿cambiaron las reglas del juego en
diabetes?
Orlando Carlos Castañeda López
Médico de la Universidad del Norte, Internista y Endocrinólogo
de la Universidad Javeriana.
Docente del posgrado de Medicina
Interna de la Universidad del Sinú.
Miembro de Número de la Asociación Colombiana de
Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE), Cartagena
El manejo de la diabetes mellitus tipo 2 (DM2) es complejo y desafiante. Los pacientes con esta patología tienen
un alto riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular
ateroesclerótica, así como complicaciones entre las que se encuentra la enfermedad renal crónica. Ante este panorama, es
necesario un manejo óptimo que logre disminuir el riesgo de
presentar estas complicaciones.
En los últimos años, el rango de medicamentos para esta
patología se ha diversificado a tal punto que la evidencia científica
disponible ha aumentado de manera notable. Entre los
agentes disponibles se encuentran los iSGLT2, los cuales, a través de
la inhibición en la reabsorción renal de la glucosa, reducen las
concentraciones de glucosa plasmática. Sus acciones
comprenden la reducción de los niveles de hemoglobina glucosilada (HbA1c), glucemia en ayunas y glucemia posprandial,
peso corporal y presión arterial. Debido a su mecanismo de acción independiente de la secreción de insulina, su efectividad,
baja tasa de eventos adversos y sus acciones benéficas sobre
el sistema cardio-renal en los pacientes con diabetes y con alto
riesgo cardiovascular, esta clase de medicamentos ha evidenciado un papel prometedor dentro del manejo de la DM2.
De esta manera, los beneficios de los iSGLT2, a nivel de los
desenlaces metabólicos y cardio-renales, han causado cambios en las guías de manejo que los han puesto en una posición
privilegiada en el tratamiento de los pacientes con DM2 y con
alto riesgo cardiovascular.
Conferencia
Modelando la homeostasis de la glucosa desde la
fenomenología
Carlos Esteban Builes Montaño
Médico Internista Endocrinólogo.
Coordinador de la Sección de Endocrinología Clínica y
Metabolismo de la Universidad de Antioquia.
Miembro de Número de la Asociación Colombiana de
Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE), Medellín
Miembro de Número de la Asociación Colombiana de
Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE), Cartagena
Un modelo no es más que la
representación de la realidad bien sea de un objeto o de un proceso. Un
modelo
matemático es una representación enmarcada en términos matemáticos, que
se utiliza frecuentemente en las ciencias aplicadas con la intención de
conocer, entender o simular
la realidad que se modela.
Los modelos matemáticos pueden ser empíricos o mecanísticos. En los modelos empíricos, muy poco o nada del objeto
real existe, sino solamente un ajuste de estructuras matemáticas y observaciones hechas sobre este; mientras que, en los
mecanísticos, se incorporan los mecanismos fundamentales
del objeto en forma de expresiones matemáticas. En el medio
se encuentran los modelos semifísicos, los cuales incluyen
partes de ambas formas de modelado, y pueden basarse en
estructuras empíricas o en fenómenos.
El conocimiento que tenemos de la mayoría de los fenómenos fisiológicos
se deriva de la observación y la experimentación, procesos que llevan
tiempo, consumen recursos y no
siempre son posibles debido a las limitantes éticas, técnicas,
tecnológicas o económicas. En esta medida, no es extraño encontrar
vacíos en el conocimiento sobre las descripciones fisiológicas, que
deben ser llenados con suposiciones. Podemos
entonces pensar en la descripción de los fenómenos fisiológicos como
representaciones verbales y conceptuales que son
“semifísicas”.
Como médicos es usual que estudiemos los procesos fisiológicos desde las condiciones perturbadas, es decir desde
la enfermedad, y de allí tratemos de darle una explicación a
estos fenómenos, basados en el conocimiento que tenemos del
funcionamiento normal del cuerpo humano. En los últimos 40
años, se ha avanzado enormemente en el entendimiento de los
mecanismos que explican la aparición de las condiciones, que
llamamos diabetes mellitus,
lo cual nos ha permitido adentrarnos en los mecanismos de producción,
almacenamiento y gasto de energía a partir de su fuente primaria, la
glucosa. Estos
mecanismos de regulación son complejos, se encuentran distribuidos en
nuestro cuerpo y, a pesar de los avances, siguen
siendo parcialmente conocidos.
A partir del conocimiento fisiológico, se propone la elaboración de un
modelo matemático semifísico de base fenomenológica que represente la
homeostasis de la glucosa. La primera
fase de la elaboración del modelo consiste en el planteamiento
de una descripción verbal del fenómeno, que en el caso de la
homeostasis de la glucosa requiere la interacción de múltiples
órganos y sistemas que deberán ser acoplados más adelante. En
esta primera fase, se definió que el nivel máximo de detalle a
modelar sería el de los órganos. Así, se obtuvo una primera división de
cinco submodelos de órganos cruciales: el estómago,
el intestino, el riñón, el hígado y el páncreas. Estos submodelos
serían acoplados con otros órganos y sistemas, como el cerebro,
el músculo y el tejido adiposo. La analogía ingenieril utilizada
para el modelo es la de una planta química, que permite la interacción
de diferentes procesos fisiológicos complejos.
Cada órgano modelado, de acuerdo con su papel en la homeostasis de la
glucosa, tiene peculiaridades que se tuvieron
en cuenta a la hora de modelarlo. En este sentido, el páncreas
fue modelado como un sistema de tanques que contienen células alfa y
células beta que interactúan con la circulación para
liberar insulina y glucagón; el hígado fue modelado como un
tanque con dos fases que no se mezclan, en las cuales ocurren
la gluconeogénesis y la glucogenólisis; el riñón fue modelado
con dos funciones separadas, la absorción de la glucosa filtrada a
través del glomérulo y la producción y el almacenamiento de glucosa a
partir de los precursores no glúcidos; para la
digestión se decidió separar el proceso en dos modelos diferentes: el
estómago, cuya función principal es la homogenización de los alimentos
mediante el triturado y la mezcla, y el
intestino, que fue modelado como un reactor de flujo tapón
por secciones, en las cuales ocurren las reacciones bioquímicas que
permiten la digestión y la posterior absorción de grasas, proteínas y
azucares; por último, los tejidos que son predominantemente
consumidores fueron modelados mediante
ecuaciones algebraicas. El resultado final es el acople de varios
submodelos que representan la homeostasis de la glucosa. Al
probarlo in silico, el modelo logra reproducir los cambios de
la glucosa en cada uno de los submodelos y su efecto en los
niveles de su sistema.
La elaboración de este modelo es el punto de partida para
la aplicación del modelado matemático mediante una técnica
ampliamente utilizada en la ingeniería enfocada en los procesos
fisiológicos. De manera específica, este modelo podría
ayudarnos a expandir el conocimiento de los mecanismos
que regulan la glucosa por medio de la realización de pruebas
computacionales, sin poner en riesgo la integridad de las personas. Al
basarse en el fenómeno fisiológico, muchos de sus
parámetros pueden ser ajustados con datos de personas reales, es decir,
se pueden crear versiones virtuales en las que se
pueden probar terapias e intervenciones; además, a partir de
los datos obtenidos de personas reales se pueden crear simuladores con
una capacidad de respuesta inmediata y de acuerdo con la fisiología.
Finalmente, este modelo podría utilizarse
como la base para el diseño de controladores de tecnologías
como el páncreas artificial. El siguiente paso es la validación
del modelo mediante pruebas clínicas con datos, ya no tomados de la
literatura médica, sino de personas reales.
En el futuro, este ejercicio podría aplicarse a otros fenómenos
endocrinológicos y, quizá, mejorar el rendimiento diagnóstico de
las pruebas dinámicas, planear estrategias de terapias individualizadas o proponer técnicas de tratamiento innovadoras.