RESUMEN DE LAS CONFERENCIAS
ENDOCRINOLOGÍA PEDIÁTRICA
Conferencia
Disforias de género impuestas u
obligadas: crónica
(fábula y moraleja): entre la salud mental y el
funcionamiento orgánico biogenético
Silvia Cristina Chahín Ferreyra
Médica Endocrinóloga Pediatra y del Adolescente.
Miembro de Número de la Asociación Colombiana de
Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE), Bogotá
Expresidente y Miembro Honorario de
la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE)
Valentín
Baúl Guarniel es un personaje de ficción nacido
en un municipio de Risaralda. Su padre es oriundo de
Caldas y su madre del Quindío. Su historia articula una
puesta en escena para construir el reto contemporáneo sobre
la incongruencia de género por omisiones de la debida diligencia médica
clínica, en la ausencia de una etiología sobre las
cuestiones del trastorno de diferenciación sexual y desórdenes conexos
del desarrollo sexual.
Valentín fue nombrado así por su abuela materna en honor
al valor de las gentes del Paisaje Cultural Cafetero de Colombia
(PCCC) en las cualidades intangibles de la Unesco. El apellido
paterno, Baúl, aunque extraño, es común a toda la comunidad
que sabe cargar con todo su esquema histórico en relación con
el apellido materno Guarniel, que evoca el carriel con toda su
cosmografía de antropología trascendental.
Motivo de consulta de Valentín Baúl Guarniel
Los progenitores de Valentín tienen profesiones complejamente
relacionadas con el entorno cartográfico. La mamá es
abogada y el papá es agricultor. Entre ambos decidieron adoptar un hijo
debido a la atípica construcción de género de cada
miembro del matrimonio Baúl Guarniel.
En la consulta del Servicio Médico Clínico de Endocrinología
Pediátrica, el papá de Valentín expresó su necesidad de
adoptar un hijo con problemas de agentes contaminantes utilizados en el
agro, para el control de plagas en el cultivo de cacao y macadamia. La
mamá de Valentín afirmó esta idea sobre
la tendencia del estudio etiológico sobre “incongruencia de
género”, porque ella fue paciente del psiquiatra Gustavo Román
Rodríguez (QEPD), y exhibió un libro titulado Por la salud
mental. Columnas escogidas (1999).
Como médica tratante de Suprarrenales y procesos de posicionamiento
histológico sobre el estado civil con genotipo y
fenotipo para la responsabilidad etiológica sobre el derecho al
diagnóstico certero, le informé a los progenitores de Valentín sobre
los retos de las omisiones de la debida diligencia médica clínica del
hogar de adopción y sobre la presunta asignación de un
sexo mal reconocido en el acta y el registro civil de nacimiento.
Valentín nació en Mistrató, Risaralda, el veintiuno (21) de
enero de dos mil dieciséis (2016). Curiosamente, ese mismo
día se produjo la demanda de inconstitucionalidad, expediente D-10837
contra los artículos 10, 14, 23, 24 y 25 de la Ley 48
de 1993, “Por la cual se reglamenta el servicio de reclutamiento y
movilización”, Prestación de servicio militar obligatorio de
personas transexuales y transgeneristas.
Como médica tratante de la regla proinfans, advertí en la
mamá de Valentín una cuestión deontológica sobre las readecuaciones
genitales, que tiene a su cónyuge cuestionado sobre
la implicación de practicar una intervención médica clínica
con cirugía reconstructiva para Valentín, bebé de tres años y
algunos meses de edad y de estar reconocido su sexo en el acta
de nacimiento para el momento de la consulta.
El problema de la consulta es que los progenitores adoptantes no
conocen la historia clínica del bebé adoptado y el
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) entregó un
varón de sexo masculino con una disforia fenotípica aparente,
que demanda una actualización genotípica inmediata junto
con un estudio del gen para realizar intervenciones certeras
del diagnóstico.
La mamá de Valentín me informó que ella tiene un problema sobre su
identidad civil sexual legal por ser una persona
de sexo “cambiado” por el Decreto 1227 de 2015; es mujer en
su cédula de ciudadanía, pero no tiene clara su situación en el
servicio militar colombiano. Procedí a llamar al abogado Federico Mejía
Álvarez Gallón López, que es de Armenia, Quindío, para consultar la
situación sociojurídica. De inmediato
me copió al correo electrónico un argumento extraído de una
sentencia hecho a la medida del motivo de consulta: “incongruencias entre la ley y la realidad de la población trans, que
termina imponiéndoles cargas administrativas que vulneran
sus derechos y que dejan indefinido para sus casos los procedimientos y exigencias legales que deben seguir”, según la
Sentencia C-006 de 2016.
El papá de Valentín conoce la condición de su esposa y su
historia de amor es inspiradora, porque su origen de hombre
de Caldas le había forjado un carácter (hombría) en la Dorada
que se atemperó debido a un accidente doméstico que afectó,
desde su infancia, su salud sexual y reproductiva.
Reflexiones sobre las disforias de género
impuestas u obligadas: entre la salud
mental y el funcionamiento orgánico
biogenético
Lo primero que se debe hacer es
aceptar el problema de seguridad jurídica sobre el derecho etiológico
luego de un diagnóstico certero sobre el sexo del bebé Valentín, para
solicitar el
cambio de su estado civil de acuerdo con la Circular 33 del 24
de febrero de 2015 de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Lo segundo que se debe hacer es revisar el proceso del sexo
civil legal sexual de la señora Guarniel, cuyo cambio de sexo fue
hecho bajo el Decreto 1227 del 4 de abril de 2015 del Ministerio
de Interior y del Ministerio de Justicia y del Derecho.
Lo tercero que se debe hacer es ensamblar la histología del
señor Baúl para despejar, ante el matrimonio, toda duda biogenética de la normoconfiguración de Valentín para llegar a un
diagnóstico certero y determinar su estado civil.
Lo cuarto que se debe hacer es proponer al ICBF que ubique a los progenitores biológicos de Valentín para realizar un
estudio etnográfico, sociológico, geográfico e histológico para
detectar la mutación del gen y la causa que pudo originar el
asunto; asimismo, para que el ente del Estado solicite la autorización del cambio del estado civil y todos los documentos de
adopción bajo la etiología hallada.
La cuestión sobre las reflexiones
sobre las disforias de género
impuestas u obligadas demanda intersectorializar los servicios
de consulta prepersona en el útero, posútero y la vida en relación con
los legados históricos del diagnóstico del síndrome de
Harry Benjamin para cuestionar los retos entre la salud mental y
el funcionamiento orgánico biogenético en las narrativas creativas de
la innovación médica clínica y para fortalecer el anhelo de
educarnos cada día más sobre los cambios sociales reflejados en
las corrientes psiquiátricas y esotéricas que, finalmente, se superan
con un diagnóstico endocrinológico pediátrico sobre las alteraciones
del funcionamiento orgánico, que implica la esperanza
ingenieril de la normoconfiguración epigenética.
Sin desconocer que solo existen dos sexos biológicos, masculino o femenino, y dado que en relación con la identidad de
género existen más de 112 variaciones, insisto en que debemos enfocarnos en la búsqueda de la etiología en los recién
nacidos con genitales atípicos.
El reto de la medicina en clave
folclore del abogado Euclides Jaramillo Arango (1910-1987), folclorista
nacido en Pereira y fallecido en Armenia, atraviesa la historia de las
gentes del
PCCC, declarado por la Unesco por su valor atípico.
La psiquiatría del fallecido Gustavo Román Rodríguez trae
una ilustración perfecta para una familia constituida por tres
formas de interpretación médica clínica. Por la salud mental.
Columnas escogidas
es el anverso y el reverso del soporte legal y jurisprudencial
anunciado en este escrito fantástico, que
interpreta la responsabilidad médica clínica con una etiología
certera del trastorno de desarrollo sexual (TDS) y las diferencias en
el desarrollo sexual (DDS), según el método de Reconocimiento gonadal
civil (REGOCI) de 2017 (Figura 1).
Figura 1. Portada del libro del psiquiatra Gustavo Román Rodríguez.
Conferencia
Transición en la diabetes mellitus tipo 1 (DM1)
Juan José Ramírez Jiménez
Médico Endocrinólogo, Pediatra.
Miembro de Número de la Asociación Colombiana de
Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE), Pereira
Los programas de transición en las enfermedades crónicas tienen como fin mantener las metas del tratamiento
que se viene cumpliendo desde la niñez o adolescencia,
para evitar la aparición o la progresión de las complicaciones
relacionadas a la enfermedad primaria.
La continuidad del tratamiento en la DM1 es un proceso gradual desde la adolescencia a la adultez, en el que se programan
con antelación los objetivos para un control glucémico adecuado.
Globalmente, los programas de transición no están estructurados
y no son homogéneos.
En la DM1, son muy pocos los pacientes
que se evalúan en los primeros tres meses del inicio de la etapa de
transición, y se requiere seis meses de intervalo para que el 32 %
de los pacientes sea atendido bajo esos lineamientos.
En la DM1 hay variaciones fisiológicas que ocurren durante la
conversión de niño a adolescente. La diferencia en el control glucémico
entre ambos depende del desarrollo puberal. El
niño es más sensible a la insulina por factores que involucran
el peso, un menor porcentaje de grasa corporal y una función
residual del páncreas endocrino, lo que genera susceptibilidad a la
hipoglucemia; en el desarrollo puberal, el adolescente
requiere cambios más frecuentes de la dosis de insulina. Hay
cambios anatómicos y biológicos por causa de los esteroides
sexuales y la hormona de crecimiento, en los que se lleva a
cabo un fenómeno de resistencia tisular a la insulina y, por
esta razón, en la pubertad hay un nivel mayor de esta hormona
para mantener en euglicemia. En los adolescentes diabéticos
no existe esta compensación, y las descripciones bibliográficas indican
un bajo control glucémico en los adolescentes
entre los 13-20 años, con valores de hemoglobina glucosilada
(HbA1c) <7,5 % en un 21 % de los pacientes.
La transición en diabetes mellitus
(DM) se caracteriza por
una reducción del control glucémico secundaria a los factores que
afectan la calidad de vida. En el marco psicosocial, el
adulto emergente es un “adolescente” entre los 18-24 años
sin la madurez emocional necesaria para llevar las tareas requeridas
para el autocontrol de la enfermedad, incluyendo el
horario de ingesta y selección de los alimentos, la adherencia
farmacológica y la programación de citas médicas. Se favorece
la reaparición de complicaciones agudas y la presencia de las
complicaciones crónicas de la DM, que evolucionan de forma
silenciosa en la adolescencia, lo que genera citas adicionales
con otros especialistas, hospitalizaciones y polimedicación, y
obligan a modificar el estilo de vida. El 10 % y el 30 % de
adolescentes DM1 y DM2, respectivamente, presentan microalbuminuria;
por su parte, la aterosclerosis se establece desde la
adolescencia y se precipita por la dislipidemia diabética.
En el ámbito pediátrico nos son frecuentes estas complicaciones crónicas; los pediatras no están familiarizados con
su tratamiento, existe un número menor de guías de práctica
clínica y los medicamentos utilizados no han sido aprobados
de forma oficial.
En el adulto emergente con patologías crónicas existe una
mayor frecuencia de enfermedades psiquiátricas, como el
trastorno de ansiedad y el trastorno depresivo (30 % de incidencia),
los más frecuentes en la población diabética. En las
alteraciones psiquiátricas hay una relación entre hipercortisolismo e
hiperglucemia, confusión entre los síntomas de ansiedad e hipoglucemia,
fobia a la hipoglucemia. Los trastornos de
la conducta alimentaria no detectados (2,5 veces más frecuente) y la
anhedonia de las enfermedades psiquiátricas limitan el
cumplimiento del régimen de insulina, además hay conductas
de riesgo, como el consumo de alcohol, tabaco y drogas. En una
cohorte de 117 pacientes con DM1 se determinó que el 47 %
había consumido alcohol, 29 % como hábito excesivo y 34,7 %
ligado al consumo del tabaco. En consejería sexual y reproductiva, hay
factores de riesgo para el control glucémico óptimo;
el 39 % de las mujeres con DM1 no usan anticonceptivos o los
utilizan erróneamente, lo que conlleva riesgos ya conocidos.
Las estrategias para reducir el deterioro del control glucémico y la frecuencia de las hospitalizaciones van dirigidas
a mantener la educación y reforzar las pautas previamente
aprendidas, que se centralizan en la detección de los posibles
factores de estrés metabólico o psicológico. En general, el objetivo es fomentar el desarrollo de programas de salud que
permitan la continuidad del cuidado transicional.
Lo primero que se debe hacer es puntualizar la edad del
cambio de médico, para que un año antes se empiecen a resumir los datos
más importantes de la historia clínica. De manera universal, se toman
los 18 años como edad de cambio, y
los elementos a incluir en la historia clínica de transición son:
- Fecha del diagnóstico e iniciación de complicaciones agudas.
- Etiología: autoinmunidad.
- En caso de autoinmunidad: otras patologías autoinmunes.
- Complicaciones crónicas.
- Tratamiento de complicaciones crónicas.
- Esquema actual de insulina: régimen basal de bolo, dosis
diaria total.
- Última hospitalización por causa de la diabetes.
- Número de mediciones al día.
- Uso o no de tecnología en diabetes.
- Resumen de visitas a otras
especialidades: nefrología, oftalmología, cardiología y evaluación
integral en la búsqueda de pie diabético.
- Historial de patologías psiquiátricas y visitas a esta especialidad.
Además, se debe evaluar el perfil y las habilidades:
- Pautas del manejo de la hipoglucemia: clasificación y tratamiento.
- Detección del día de la enfermedad: medición de cetonas e
interpretación.
- Nutrición: índice glucémico, etiquetas nutricionales, relación insulina-carbohidratos y factor de corrección.
- Manejo de la diabetes con el ejercicio.
- Obesidad y trastornos de la conducta alimentaria.
- Conductas de riesgo.
- Planificación familiar.
Se concluye que los programas de transición son obligatorios en el manejo de toda enfermedad crónica, como parte del
tratamiento integral, con el objetivo de prevenir complicaciones y no deteriorar la calidad de vida del paciente.
Conferencia
Hiperplasia congénita de suprarrenales
Mauricio Coll Barrios
Médico Endocrinólogo, Pediatra.
Médico Endocrinólogo Pediatra.
Miembro de Número de la Asociación Colombiana de
Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE), Bogotá.
La hiperplasia congénita de
suprarrenales constituye un
grupo de alteraciones enzimáticas, de origen hereditario, que conlleva
desde una disminución en la producción del cortisol a una pérdida del
retrocontrol hipotálamohipofisiario, con un aumento de la hormona
corticotropina
(ACTH, por sus siglas en inglés) y, por tanto, a una hiperplasia
de las glándulas suprarrenales. Su transmisión es autosómica
recesiva y se encuentra entre las enfermedades hereditarias
más frecuentes. La incidencia global es del orden de 1 de cada
13 000-1 de cada 15 000 personas, pero con una gran variabilidad de
acuerdo con la localización geográfica.
Las enzimas necesarias para la
formación del cortisol y de
los mineralocorticoides son citocromos (se producen hidroxilaciones),
con excepción de la 3β-hidroxiesteroide deshidrogenas (3β-HSD). El
precursor de todas las hormonas esteroidogénicas es el colesterol,
específicamente el de baja densidad
(LDL-c). Las mutaciones u otras alteraciones en las enzimas
comprometidas en la síntesis del cortisol van a producir
manifestaciones clínicas y un perfil esteroideo característico para
cada mutación.
Más del 90 % de las hiperplasias congénitas de suprarrenales se deben a alteraciones de la 21-hidroxilasa (P450c21);
en orden de frecuencia sigue el déficit en la 11-hidroxilasa
(P450c11), con el 5% aproximadamente, y luego el de la 3β-HSD,
de la17-hidroxilasa y el de la 20-22-desmolasa (P450scc).
Déficit en la 21-hidroxilasa
El gen que codifica para esta
enzima se encuentra en el brazo corto del cromosoma 6. La mayoría de
las alteraciones se deben a mutaciones puntuales, pero también se
pueden encontrar
rearreglos por grandes deleciones o por conversiones génicas.
Clínicamente, hay una
masculinización de los órganos genitales externos en el paciente XX. El
aspecto de los órganos
genitales externos (OGE) tiene un amplio espectro, que va desde el
clítoris hipertrófico sin fusión de labios hasta la apariencia
completamente masculina sin gónadas palpables (Prader
I a V). Los genitales internos son femeninos, con presencia de
ovarios, útero y trompas de Falopio. Todo “varón” a quien no
se le palpen los testículos, debe tener un cariotipo y un seguimiento
estricto.
En los pacientes de sexo masculino, el aspecto de los OGE
es normal; una pigmentación que también se puede observar
en los mamelones orientará el diagnóstico, pero pierde su valor en poblaciones mestizas, como la nuestra. En dos tercios
de casos hay una pérdida salina, que generalmente no se manifiesta antes del cuarto día de vida.
La sospecha clínica encaminará el interrogatorio hacia la
búsqueda de consanguinidad, de casos similares y de muertes sin diagnóstico claro durante el primer año de vida. Se debe
solicitar la interconsulta urgente con el Endocrinólogo Pediatra. Si existe una fuerte sospecha, se tomará una muestra de
sangre para exámenes posteriores y se iniciará la administración de hidrocortisona por vía oral, 25 mg/m2
de superficie
día repartida en cuatro dosis, y 9 alfa-fludrocortisona, si hay
un desequilibrio hidroelectrolítico o si los valores de la renina son altos. Un suplemento de sal puede ser necesario desde
temprana edad.
Déficit en la 11-hidroxilasa
El gen que codifica para P450c11 está en el brazo largo del
cromosoma 8: 8q22. El aspecto de los OGE es similar al del
déficit anterior, pero nunca encontraremos una pérdida salina.
El perfil suprarrenal muestra valores de androstenediona más
altos y bajos en 17-OHP, que en el déficit en la 21-hidroxilasa.
El nivel de sodio es normal y existen una tendencia a la hipopotasemia debido a la acumulación de metabolitos similares a
la aldosterona o aldosterona-like.
Déficit en 3β-HSD
La conversión de los compuestos delta 5 (pregnenolona,
17-OH-pregnenolona y dehidroepiandrosterona [DHEA]) en
compuestos delta 4 (17-OH-pregnenolona, 17-OH-progesterona y androstenediona) depende de esta enzima. Existen
dos genes que codifican para dos isoenzimas que tienen la
misma función, pero se expresan en diferentes tejidos, ambos
se encuentran en el cromosoma 1 y tienen una homología del
93,5 %. La 3β-HSD de tipo I se expresa en el hígado, el riñón,
el tejido adiposo y la piel, así como en la placenta. La de tipo II
tiene expresión exclusiva en las glándulas suprarrenales y en
las gónadas; las anomalías de este tipo son las que producen la
hiperplasia congénita de suprarrenales.
El aspecto de los OGE en los individuos XY es ambiguo, generalmente con un pene pequeño, hipospadias importante y
escroto bífido, en el que casi siempre se encuentran testículos
de volumen normal. Existen dos formas: una sin pérdida salina
y otra con grados variables de pérdida de sal, y que se manifiesta generalmente en los primeros meses de vida, debido a la
insuficiencia de la producción de aldosterona. Los laboratorios
muestran un nivel muy elevado de sulfato de dehidroepiandrosterona (DHEA-S), con valores que superan los 800 µg/dL.
Como los metabolitos delta 4 pueden estar elevados por
la conversión periférica, se pueden presentar dudas diagnósticas. Por lo general, las niñas no presentan ambigüedad sexual,
y solamente el desequilibrio hidroelectolítico es el que hace
considerar esta entidad. El tratamiento médico se hace con
glucocorticoides, mineralocorticoides y suplemento salino, si
fuere necesario.
Déficit en la 20-22-desmolasa (P450scc) y
en la 17-hidroxilasa (P450c17)
Son excepcionales. En el primero, el aspecto de los OGE es
siempre femenino y existe una disminución muy importante
de todos los metabolitos de la glándula suprarrenal. En el segundo caso, las niñas no presentan ambigüedad sexual, pero
la pubertad no se produce espontáneamente, los ovarios son
grandes, los niveles de la hormona foliculoestimulante (FSH,
por sus siglas en inglés) y la hormona luteinizante (LH, por sus
siglas en inglés) son altos y, en ambos sexos, hay presencia de
hipertensión arterial más o menos evidente. En el varón hay
un desarrollo insuficiente de los OGE y también se presentan
alteraciones en la pubertad. El tratamiento se basa en la administración de glucocorticoides.
Conclusiones
La hiperplasia congénita de
suprarrenales es un conjunto de
enfermedades autosómicas recesivas, que produce alteraciones
del desarrollo genital, con ambigüedad sexual en las niñas, en sus
formas más frecuentes. Por ser una urgencia médica y social, el
pediatra debe poseer una información adecuada para instaurar
un manejo rápido y, además, no debe brindar información errónea a la
familia del paciente, que pueda ocasionar problemas civiles y aumentar
la ansiedad que estas patologías producen.
La intervención temprana por parte de un grupo multidisciplinario con
experiencia es prioritaria. Se debe recalcar
que existe una posibilidad de que nazca otro hijo con la misma
enfermedad y, por consiguiente, se debe solicitar a los padres
que le manifiesten a este grupo el deseo y la ocurrencia de
nuevos embarazos.
Conferencia
Manejo del paciente con Klinefelter y Turner
Martín Toro R.
Médico Endocrinólogo, Pediatra.
Médico Pediatra Endocrinólogo.
Docente del Departamento de Pediatría y Puericultura, Facultad de
Medicina, de la Universidad de Antioquia
La transición desde el cuidado de
la salud de la atención
pediátrica hasta la medicina del adulto constituye un período crítico,
sobre todo en el campo de las enfermedades crónicas, en donde las
condiciones del paciente, propias
de su adolescencia, así como la delegación del autocuidado por
parte de los padres, los cambios de profesionales sanitarios y
centros de atención, entre otras variables, pueden generar
pérdidas del seguimiento y la descontinuación de tratamientos médicos.
Esto tiene posibles implicaciones serias en la
salud y la vida adulta, por lo que se hace indispensable que
los pacientes y sus familiares cuenten con el conocimiento, la
concientización y el empoderamiento de la enfermedad.
El síndrome de Turner es una de
estas condiciones crónicas, con alta morbimortalidad, caracterizada por
una alteración cromosómica causada por la pérdida total o parcial de
uno de los cromosomas X. Este síndrome afecta aproximadamente 1 de cada
2500 niñas nacidas vivas, con un espectro
clínico variable, que afecta todos los sistemas. Dentro de sus
características principales están los problemas del crecimiento (con
alto riesgo de baja talla adulta) y la insuficiencia ovárica, así como
enfermedades cardiovasculares, afectación renal,
pérdida auditiva, aumento del riesgo de autoinmunidad e hipotiroidismo.
El manejo de esta condición requiere atención
por parte de un equipo multidisciplinario compuesto por endocrinólogos,
ginecólogos, cardiólogos, genetistas, otorrinolaringólogos y
especialistas en fertilidad. Adicionalmente, estas
niñas en particular tienen un componente neurocognitivo, y
de ansiedad, que puede afectar su seguimiento, por lo que el
acompañamiento de especialistas en comportamiento y salud
mental es fundamental.
El objetivo del manejo es lograr la máxima funcionalidad y
calidad de vida, por lo que la atención debe prestarse de forma
continua y las condiciones médicas evaluadas en la infancia
deben monitorizarse en la vida adulta, con especial cuidado en
los problemas cardiovasculares; además, se debe completar
el tratamiento para la talla baja y la inducción del desarrollo
puberal, adicionando tamizaciones posteriores para hipertensión, diabetes mellitus, dislipidemia y osteoporosis.
El síndrome de Klinefelter es la
alteración cromosómica
más frecuente en hombres, que afecta a 1 de cada 650 recién
nacidos varones, y se caracteriza por la presencia de uno o más
cromosomas X extra. En adolescentes y adultos jóvenes, se presenta con
degeneración testicular, testículos pequeños y azoospermia, asociadas a
un grado variable de hipoandrogenismo y a
una historia previa de problemas de aprendizaje, trastornos del
comportamiento y dificultades sociales. Adicionalmente, estos
pacientes presentan un aumento de la adiposidad troncal con
riesgo alto de síndrome metabólico, baja masa ósea, tumores,
enfermedades autoinmunes y disfunción tiroidea.
El espectro clínico es amplio y puede pasar desapercibido
en los primeros años, lo que aumenta la frecuencia del diagnóstico en la adolescencia y adultez temprana. A partir del
diagnóstico, se debe brindar una atención integral, preventiva
y multidisciplinaria, con la participación de un endocrinólogo,
psicólogo/psiquiatra, neurólogo, urólogo, sexólogo, genetista
y un especialista del equipo de fertilidad. Los focos del manejo
en la transición van dirigidos a la preservación de la fertilidad,
la terapia de reemplazo con testosterona y la búsqueda de
condiciones asociadas.
Estos pacientes tienen un riesgo
mas elevado de hospitalización, especialmente por las malformaciones
congénitas, endocrinas, psiquiátricas y metabólicas, y una disminución
de la
expectativa de vida, un incremento en la mortalidad por un amplio rango
de condiciones como diabetes mellitus tipo 2 (DM2),
enfermedad cardiovascular, trombosis/embolismo, osteoporosis, cáncer, epilepsia, enfermedades autoinmunes e infecciosas.
Un sistema de transición en el
cuidado de la salud debería apoyar a los adolescentes y adultos jóvenes
con condiciones raras, como el síndrome de Turner y el síndrome de
Klinefelter, en su manejo integral y multidisciplinario, con un
seguimiento médico periódico con especial atención en las
características propias de los síndromes y las comorbilidades
asociadas; asimismo, se debe sumar un acompañamiento en
los aspectos biopsicosociales, como el trabajo, la escolaridad,
los grupos de apoyo y el entorno social, con el fin de mejorar la
calidad y la expectativa de vida de estos pacientes, y disminuir
las comorbilidades a largo plazo.