1
Médico Internista Endocrinólogo, Hospital Universitario San
Ignacio, Bogotá, Colombia.
2
Médico Internista, Fellow Endocrinología, Pontificia Universidad
Javeriana, Bogotá, Colombia.
3
Médico Internista Endocrinólogo, Centro Médico "Carlos Ardila
Lulle" - Endocrinólogos del Oriente ENDORIENTE, FOSCAL
Internacional, Floridablanca, Santander.
4
Médico Oftalmólogo, Hospital Universitario San Ignacio, Bogotá,
Colombia.
5
Médico Internista, Endocrinólogo, Fundación Santa Fe, Bogotá,
Colombia.
6
Médico Internista, Endocrinólogo.
Autor de correspondencia: Claudia
Milena Gómez Giraldo
Correo electrónico: cmgg77@hotmail.com
Fecha
de recepción: 09/08/2018
Fecha de
aceptación: 18/04/2019
Resumen
La orbitopatía tiroidea es una patología potencialmente
grave que amenaza la visión. Es la manifestación extratiroidea
más frecuente de la enfermedad de Graves y, aunque la prevalencia no
está evaluada en Colombia, puede producir pérdida de la visión, con
consecuencias catastróficas. Teniendo
en cuenta lo anterior, se realizó este trabajo con el objetivo de
describir su enfoque diagnóstico y terapéutico basado en la
mejor evidencia disponible.
Se elaboró un protocolo de manejo aplicable a nuestro medio y se
realizó una evaluación y adaptación de la guía
European Group on Graves’ Orbitopathy (EUGOGO)
del 2016 (1). Para
la evaluación se usó la herramienta AGREE IIy se utilizó la metodología
GRADE para la graduación de la calidad de la evidencia y formulación de
las recomendaciones (2). Adicionalmente,
se hizo una revisión sistemática de la literatura con el objetivo
de evaluar la eficacia de la terapia biológica en el manejo de la
orbitopatía de Graves.
Se presentan las recomendaciones para el diagnóstico, tratamiento y
seguimiento. Se recalca la importancia de contar
con un equipo multidisciplinario con experiencia en el manejo
de la orbitopatía tiroidea (endocrinología, oftalmología, cirugía de
órbita, radioterapia y reumatología), idealmente en un
centro de tercer nivel de atención. Es esencial la clasificación
adecuada para determinar qué pacientes se benefician del tratamiento
inmunosupresor. Si se maneja de forma oportuna,
se puede lograr una disminución de la aparición de secuelas
irreversibles
Palabras clave: oftalmopatía de
Graves, enfermedad de
Graves, glucocorticoides, rituximab, radioterapia.
Abstract
Thyroid orbitopathy is a potentially
serious condition that
may threaten vision. It is the most frequent extrathyroidal
manifestation of Graves’ disease and although the prevalence is
not yet evaluated in our country, this complication can produce vision
loss with catastrophic consequences. Taking this into
account, this work was done with the objective of describing its
diagnostic and therapeutic approach, based on the best available
evidence.
A management protocol applicable in our context was developed. For
this, an evaluation and adaptation of the European
Group on Graves’ Orbitopathy (EUGOGO) 2016 guideline was
done (1). For the evaluation the AGREE II tool was used (2). The
GRADE methodology was used to grade the quality of evidence
and to formulate recommendations. In addition, a systematic
review of the literature was conducted with the objective of evaluating
the efficacy of biological therapy in the management of
Graves’ orbitopathy.
Throughout the document, recommendations for adequate
diagnosis, treatment and follow-up are presented. The importance of
having a multidisciplinary team with experience in the
management of thyroid orbitopathy (endocrinology, ophthalmology, orbit
surgery, radiotherapy and rheumatology) is
emphasized, ideally in a third level care center. Adequate
classification is essential to determine which patients will benefit
from immunosuppressive therapy. If it is managed in a timely
manner, a decrease in the appearance of irreversible sequelae
can be achieved.
Key
words: Graves ophthalmopathy; Graves’ disease; glucocorticoids;
rituximab; radiotherapy
Introducción
La orbitopatía tiroidea es una patología
potencialmente
grave que amenaza la visión. Es la manifestación extratiroidea
más frecuente de la enfermedad de Graves y se caracteriza por
una fase inicial de actividad inflamatoria, que puede tardar de
1 a 3 años en resolverse (fase activa), seguida de una fase de fibrosis
y cicatrización (fase inactiva) (3). El 5% de los casos puede
presentarse en pacientes eutiroideos o con hipotiroidismo
autoinmune (4). Afecta entre el 25% y 50% de los pacientes con
enfermedad de Graves, con compromiso severo hasta en el 5%.
La orbitopatía tiroidea usualmente ocurre de forma simultánea
con el debut del hipertiroidismo o con una diferencia de 18 meses, y
menos frecuentemente puede preceder o debutar años
después. Usualmente el compromiso es bilateral (4, 5).
Aunque la prevalencia no está evaluada en nuestro país,
esta complicación puede producir pérdida de la visión, con
consecuencias catastróficas. El objetivo de este documento es
presentar un protocolo de manejo adaptado de las guías EUGOGO 2016, en
el que se incluye, además, una revisión de la
evidencia disponible para cada recomendación. De esta manera se busca
difundir los conocimientos básicos entre los
especialistas que tratan esta patología con el fin de reducir la
limitación funcional y la alteración en la calidad de vida.
Teniendo en cuenta la posibilidad de falla a los tratamientos de
primera línea y la aparición de nuevas posibilidades de
tratamiento no incluidas en las guías, se realizó una revisión
sistemática de la literatura con el fin de evaluar la eficacia de
la terapia biológica en el manejo de la orbitopatía de Graves.
Metodología
Se realizó una adaptación de la guía EUGOGO 2016(1). Se
aplicó el instrumento para la evaluación de guías de práctica
clínica AGREE II a la guía, con el fin de determinar su calidad
y rigor metodológico (2). La evaluación fue llevada a cabo por
2 sujetos. Se formularon las recomendaciones y se expresó la
calidad de la evidencia utilizando la metodología GRADE, con
el siguiente sistema de codificación:
- Se indica recomendación fuerte y se asocia con la frase
“nosotros recomendamos”
- Denota recomendación débil y se asocia con la frase “nosotros
sugerimos”
La calidad de la evidencia se codificó así:
- Muy baja (+)
- Baja (++)
- Moderada (+++)
- Alta (++++)
Para la evaluación de la eficacia de la terapia biológica
como parte del tratamiento de la enfermedad de Graves se realizó una
revisión sistemática de la literatura. Un autor efectuó
la búsqueda en Pubmed,
Embase y
Cochrane Central Register
of Controlled Trials. Se utilizaron los siguientes términos de
búsqueda:
Graves’ orbitopathy,
Graves’ ophthalmopathy, rituximab, tocilizumab y teprotumumab y
se utilizaron operadores
booleanos AND y OR para construir las estrategias de búsqueda propias a
cada medicamento.
Se incluyeron estudios clínicos aleatorizados, sin embargo,
en los casos en los que no se encontraran este tipo de estudios,
se incluyeron estudios observacionales prospectivos. Para delimitar el
tipo de estudio, se utilizaron los filtros respectivos en
cada base de datos. Se incluyeron estudios en inglés o en español sin
restricción de fecha hasta el momento de la búsqueda
(noviembre de 2018) y que describieran la eficacia con respecto a
desenlaces clínicos. Se excluyeron los reportes de caso.
Los resultados de la estrategia de búsqueda y los resultados
de los estudios incluidos se describirán dentro del protocolo
de manejo presentado.
Resultados
Protocolo de manejo de pacientes con orbitopatía tiroidea
Se obtuvo una puntuación global de 74% como resultado
de la evaluación de la guía EUGOGO 2016 con la herramienta
AGREE II. En los dominios 4 y 6 se obtuvo un alto porcentaje,
100% y 83%, respectivamente. Se concluyó que es una guía
adecuada para emitir recomendaciones, con la debilidad de no
contar con población latina.
Tratamiento de la enfermedad tiroidea en pacientes con
orbitopatía tiroidea
Para pacientes con orbitopatía tiroidea activa modera/severa o con
amenaza de pérdida de la visión se recomienda que
el tratamiento del hipertiroidismo se realice con antitiroideos
o con tiroidectomía y que la función tiroidea se mantenga de
manera estable (1, ++++). En un metaanálisis que incluyó a
1404 participantes que habían recibido distintas opciones de
tratamiento para la enfermedad de Graves se encontró que la
terapia con yodo, comparada con los antitiroideos y la cirugía,
aumenta significativamente la incidencia de nueva presentación o
deterioro de la orbitopatía tiroidea (OR 2,958; IC 95%
1,731-4,735 de terapia con yodo frente a antitiroideos; y OR
3,205; IC 95% 1,053-6,88 de terapia con yodo vs. cirugía). La
diferencia entre antitiroideos y la cirugía no fue significativa
(OR 1,123; IC 95% 0,3583-2,389) (6).
En pacientes con orbitopatía inactiva, levemente activa y
sin factores de riesgo de presentación de novo o deterioro de
la orbitopatía tiroidea, como tabaquismo, niveles de T3 altos
(≥325 ng/dL o ≥5 nmol/L) o títulos elevados de anticuerpos
antirreceptores de TSH (TRAb) (>50% de inhibición o >8,8
UI/L), podría considerarse la terapia con yodo para el manejo
del hipertiroidismo (3). En pacientes con orbitopatía tiroidea
activa leve sin contraindicación para el uso de glucocorticoides y que
vayan a ser llevados a terapia con yodo se recomienda la administración
de esteroides para disminuir el riesgo de
progresión. El tratamiento con prednisona en dosis de 0,3 a
0,5 mg/kg/día se recomienda para pacientes con múltiples
factores de riesgo o de 0,2 mg/kg/día para pacientes de bajo
riesgo, iniciado de forma concomitante con la yodoterapia y
por un período de 3 meses. Los pacientes con orbitopatía inactiva
pueden recibir el yodo radiactivo sin cobertura con esteroides y
evitar, en lo posible, la aparición de hipotiroidismo
posyodo y tabaquismo(1, ++++) (1).
Factores de riesgo para el desarrollo o el deterioro de la
orbitopatía tiroidea
El hipertiroidismo y el hipotiroidismo son deletéreos en el
curso clínico de esta enfermedad, por lo que se recomienda
restaurar y mantener la normalidad de la función tiroidea tan
pronto como sea posible (1, ++++) (7, 8).
La terapia con yodo radioactivo está contraindicada en orbitopatía
tiroidea activa moderada/severa o con amenaza de
pérdida de la visión por el riesgo de deterioro del compromiso
orbitario (1, ++++). El yodo radioactivo confiere un riesgo
definido de exacerbación o aparición de orbitopatía, particularmente en
fumadores, hipertiroidismo severo, altos niveles
de TRAb e hipertiroidismo de reciente inicio(7-12). Múltiples
estudios han identificado que el riesgo de progresión de la
orbitopatía tiroidea luego de la terapia con yodo oscila entre
10% a 39%(13). La asociación entre el cigarrillo y la orbitopatía
tiroidea es ampliamente conocida, por lo cual es prioritario el
cese del tabaquismo (1, ++++) (14).
Evaluación de la actividad y severidad de la enfermedad
orbitaria
La selección del mejor tratamiento depende de la actividad y
de la severidad de la orbitopatía. Se recomienda que la actividad
sea evaluada de acuerdo con los criterios estandarizados por la
puntuación de actividad clínica (CAS), como activa e inactiva
(1,+++) (1). Del CAS existen 2 versiones: una de 7 ítems y otra de
10 ítems (1). En cada consulta de endocrinología se recomienda
realizar el CAS de 7 ítems (
tabla 1).
Un CAS ≥3/7 es indicativo
de actividad. Cuando la actividad es evaluada por oftalmología
se recomienda realizar la puntuación de CAS de 7 ítems en la consulta
inicial, pero para el seguimiento se aconseja el CAS de
10 ítems (
tabla 2), con el cual
se puede evaluar la presencia de
miopatía, que es indicativa de progresión de la enfermedad (15).
Tabla 1. Evaluación inicial de la actividad de la orbitopatía
tiroidea según CAS (1)
Tabla 2. Evaluación de seguimiento de la actividad de la
orbitopatía tiroidea según CAS (15)
Se recomienda que la severidad sea evaluada por oftalmología en cada
consulta de acuerdo con los criterios estandarizados por EUGOGO(
tabla 3), clasificando la
orbitopatía como
leve, moderada a severa o con amenaza de pérdida de la visión
(1, +++) (1).
Tabla 3. Evaluación de la severidad de la enfermedad
orbitaria según EUGOGO (1)
Estudios complementarios
El diagnóstico de la orbitopatía tiroidea casi siempre es
clínico, sin embargo, hasta en 15% de los pacientes la presentación
puede ser asimétrica o unilateral, siendo un verdadero
reto. En este caso, las imágenes permiten realizar un diagnóstico
diferencial. La resonancia nuclear magnética, la tomogra- fía computarizada y la ecografía de órbitas permiten evaluar el
tamaño de los músculos extraoculares, el volumen del tejido
graso orbitario y las glándulas lagrimales.
La tomografía de órbitas es la imagen de elección en la
planeación de la descompresión quirúrgica. Dentro de los hallazgos que
pueden encontrarse están el exoftalmos, el engrosamiento de vientres
musculares, el incremento en el volumen
de la grasa y, en especial, permite la evaluación precisa del
ápex, con lo que se puede documentar la presencia de compresión del
nervio óptico en el vértice orbitario(1, +++) (16-18).
En manos experimentadas, la ecografía de órbitas con
Doppler color permite monitorizar la respuesta al tratamiento.
Sus desventajas incluyen la variabilidad interobservador,
reproducibilidad y limitación para la evaluación del ápex y del músculo
recto-inferior, que es el más frecuentemente comprometido en la
orbitopatía de Graves, siendo su precisión anatómica
menor cuando se compara con otras técnicas diagnósticas (18, 19).
La resonancia, aunque tiene mayor sensibilidad en fases
inactivas de la enfermedad, no brinda mayores ventajas frente
al TAC. Tiene limitaciones para la caracterización de estructuras óseas
y se debe tener en cuenta su mayor costo y menor
disponibilidad (18).
Estos estudios se encuentran indicados en pacientes con proptosis
ocular unilateral o de etiología no clara, sospecha de neuropatía
óptica y previo a cirugía descompresiva de órbita (1, +++) (16).
En el contexto de la orbitopatía tiroidea, los TRAb tienen las
siguientes utilidades: realizar diagnóstico en pacientes eutiroideos,
hipotiroideos o con orbitopatía unilateral, determinar el
pronóstico de estadios tempranos, correlación con neuropatía
óptica distiroidea y como marcador de progresión (19-23).
Tratamiento de la orbitopatía tiroidea
Se recomienda que todos los pacientes se traten con lágrimas
artificiales sin conservantes y con propiedades osmoprotectivas, a
menos que exista exposición de la córnea que
requiera mayor protección con geles o ungüentos especialmente para uso
nocturno (1, ++). Se recomienda el uso de gafas protectoras, dormir con
la cabecera elevada, uso de cámara
húmeda en las noches y prismas de Fresnel adaptados en las
gafas de uso diario (24). Para disminuir la retracción palpebral,
se puede aplicar toxina botulínica (1,++) (25).
Tratamiento de la enfermedad orbitaria leve activa
En pacientes con orbitopatía tiroidea leve activa de menos
de 18 meses de duración, se recomienda dar suplencia con selenio (Se)
en dosis de 100 μg cada 12 horas por vía oral por 6
meses (1, +++) (1). En un estudio comparado con pentoxifilina
y placebo se mejoró la calidad de vida y la evaluación ocular
global a los 6 meses del tratamiento. La tasa de progresión a
estados más severos fue menor con Se (p <0,001) (19, 26). Los
hallazgos de este estudio han llevado a considerar su uso en
orbitopatía tiroidea leve activa, pero hay que tener en cuenta
que el estudio se realizó en una población europea que habita
regiones con déficit de Se y aún es incierto el beneficio en pacientes
provenientes de áreas con suficiencias de Se.
Tratamiento de la enfermedad orbitaria moderada/
severa activa
Manejo de primera línea
Glucocorticoides intravenosos (IV)
Para la mayoría de los casos se recomienda metilprednisolona en dosis
acumulada de 4,5 g, divididos en aplicaciones durante 12 semanas. Las
primeras 6 semanas 500 mg semanal,
seguidos de 250 mg semanal por 6 semanas más. En formas
más severas se puede utilizar 7,5 gramos de dosis acumulada,
iniciando con dosis de 750 mg semanal por 6 semanas, seguidos de 500 mg
semanal por 6 semanas más (1, ++++) (1).
Distintos estudios han demostrado mejores tasas de respuesta en
pacientes tratados con glucocorticoides IV en comparación con pacientes
tratados con glucocorticoides orales y
se documentan tasas de respuesta entre el 63% a 77%, con
menor número de reacciones adversas (39% para IV y 81%
para orales, p <0,001) (1, 18, 27-30).
En un metaanálisis que tenía como objetivo comparar
diferentes monoterapias (glucocorticoides orales, glucocorticoides IV,
radioterapia orbitaria o inyecciones retrobulbares
de glucocorticoides) en pacientes con orbitopatía moderada/severa
activa, los glucocorticoides IV mostraron una tasa de
respuesta superior a los orales (RR 1,48; IC 95% 1,18-1,87, p
= 0,0007). Los glucocorticoides retrobulbares no demostraron
diferencias con los orales y no hubo diferencias entre los orales vs.
radioterapia. Los glucocorticoides IV, la radioterapia y
las inyecciones retrobulbares presentaron una menor tasa de
eventos adversos frente a los glucocorticoides orales (31). Otro
metaanálisis evaluó 4 estudios que comparaban glucocorticoides IV
frente a orales en orbitopatía activa y se encontró
superioridad de los glucocorticoides IV sobre los orales en
reducción del CAS, especialmente en orbitopatía severa (CAS
>5), con mayores eventos adversos en pacientes con glucocorticoides
orales (28).
La dosis recomendada para la mayoría de los pacientes con
orbitopatía activa moderada de 4,5 g en 12 semanas está respaldada por
un estudio que comparó la metilprednisolona IV
con la prednisolona oral, donde se demostró mayor efectividad
y mejor tolerancia con el régimen IV (32). Otro estudio comparó este
esquema de tratamiento con un régimen más corto con
igual dosis acumulada (infusión diaria de 500 mg por 3 días por
2 semanas, seguido de una infusión diaria de 250 mg por 3 días
por 2 semanas más), sin embargo, el esquema corto se asoció
con menor eficacia que el protocolo estándar (tasa de respuesta
de 41% frente a 77%, p = 0,0025) y con mayor toxicidad (33). En
formas más severas se puede utilizar dosis acumulada de 7,5 g
de metilprednisolona (34). Esta recomendación parte de un estudio en
pacientes con orbitopatía activa modera/severa, los cuales recibieron 3
regímenes de dosis acumulada de metilprednisolona (7,47, 4,98 y 2,25 g)
en el mismo período. Hubo mejoría
oftálmica con todas las dosis, pero fue más alta en los que recibieron
mayor dosis (52% vs. 35% y 28%, respectivamente), sin
embargo, este beneficio fue transitorio y se asoció con mayor
toxicidad con la dosis más alta, por tanto, no se considera de
elección para la mayoría de los pacientes (34).
Las reacciones adversas se han relacionado con enfermedades
preexistentes o con los esquemas de glucocorticoides
utilizados. Dosis de metilprednisolona mayores de 0,5 gramos
varias veces por semana por 2 semanas consecutivas deben
reservarse para pacientes con orbitopatía tiroidea activa con
amenaza de pérdida de visión, ya que estos protocolos o dosis
acumuladas superiores a 8 gramos se asocian con mayores tasas de
reacciones adversas (27).
En una revisión que incluyó a más de 1000 pacientes tratados con
glucocorticoides IV se encontró que la morbilidad y mortalidad de los
glucocorticoides IV fue de 6,5% y 0,6%, respectivamente. Los eventos
adversos graves ocurrieron en pacientes que
recibieron dosis diarias o alternas mayores de 0,5 g (5 pacientes),
de los cuales 2 murieron por complicaciones cardiovasculares y
cerebrovasculares (27). Datos de diferentes estudios reportan falla
hepática severa después de los pulsos IV de glucocorticoides, con
insuficiencia hepática aguda mortal en 4 pacientes con orbitopatía
tiroidea, con dosis acumuladas entre 10-24 g (27).
La tolerabilidad hepática es mejor cuando los bolos son
aplicados semanalmente. La hepatitis B preexistente es un
factor de riesgo para presentar el daño hepático. Antes de
iniciar el tratamiento se deben medir las enzimas hepáticas,
los marcadores virales para hepatitis, la glucosa plasmática en
ayunas y algunos recomiendan realizar ecografía hepática (1).
El uso concomitante de estatinas puede potencializar el daño
hepático, por lo cual se sugiere una suspensión temporal en
caso de que la situación del paciente lo permita (15). Además,
en nuestro medio recomendamos desparasitar previo a la administración
de metilprednisolona.
Las contraindicaciones a la terapia incluyen hepatitis viral
reciente, disfunción hepática significativa, morbilidad cardiovascular
severa, hipertensión arterial no controlada, trastornos psiquiátricos y
diabetes
mellitus mal
controlada (1). Durante el tratamiento se recomienda monitorizar las
enzimas
hepáticas, los niveles de glucosa y la presión arterial. Se deben
utilizar inhibidores de bomba de protones y protección ósea,
especialmente en pacientes con múltiples factores de riesgo
para osteoporosis y en todo momento hacer un balance entre
el riesgo y el beneficio, considerando otras opciones de manejo si en
algún instante el riesgo excede el beneficio (1).
En Colombia, Vargas y Maya publicaron en 2013 una revisión sistemática
de ensayos clínicos controlados desde enero
de 1980, con el objetivo de evaluar el efecto de la administración de
un glucocorticoide IV comparado con un glucocorticoide oral, sus
posibles efectos adversos y esquemas de
tratamiento. Los autores documentaron 4 ensayos clínicos publicados
desde 2005, 3 de los cuales demostraron diferencias
estadísticamente significativas en la mayoría de los parámetros
evaluados a favor de los que recibieron el esteroide por vía
IV, los cuales también tuvieron una mejoría más temprana. No
se encontraron efectos adversos serios, pero en los pacientes
con esteroide oral (p ˂0,0001) hubo mayor ganancia de peso,
disminución de la densidad mineral ósea (DMO) en la columna
lumbar, depresión, hipertensión arterial y neuropatía óptica.
Los datos son escasos en relación con el uso de esteroides IV
diferentes a la metilprednisolona, por ejemplo, dexametasona.
Los pacientes que presentaron mayor beneficio fueron los clasificados
con orbitopatía tiroidea moderada o severa, con un
puntaje en escala de actividad >4. El esquema de aplicación de
metilprednisolona IV según 3 de los 4 estudios revisados (y
probablemente el más aceptado) es de 0,5 g cada semana por
6 semanas, luego 0,25 g cada semana por 6 semanas, con una
dosis acumulada de 4,5 gramos en 12 semanas (35).
Manejo de segunda línea
Se considera su uso cuando no hay respuesta al tratamiento, definida
como persistencia de actividad según CAS o
cuando hay recaída tras los bolos de metilprednisolona, lo cual
puede presentarse hasta en 30% de los casos, lo que impone
un desafío para el manejo de esta patología dada la evidencia limitada
sobre la eficacia de los regímenes alternativos; por
tanto, se recomienda que la decisión sea compartida entre
el sujeto, el oftalmólogo y el endocrinólogo, evaluando cada
opción en el contexto del paciente y teniendo en cuenta sus
comorbilidades, circunstancias personales e impacto en la calidad de
vida (1, ++).
Se pueden considerar las siguientes opciones:
Repetir bolos de metilprednisolona IV
En caso de que el paciente tolere la terapia y que no exceda
la dosis acumulada de 8 gramos de metilprednisolona (1).
Radioterapia combinada con esteroides
sistémicos
Se ha descrito el rol de la radioterapia en la orbitopatía tiroidea
activa moderada/severa por su efecto inmunosupresor local,
especialmente en estadios tempranos de la enfermedad, con
menos de 1 año de evolución (36). La combinación de glucocorticoides
orales más radioterapia es más efectiva que los glucocorticoides orales
en inactivación de la orbitopatía y se han reportado desenlaces
favorables en el 60% a 85% de los pacientes (37).
En un metaanálisis se comparó la combinación de esteroide sistémicos y
radioterapia orbital vs. esteroide sistémico
solo o radioterapia sola y se encontró mayor efectividad para
la terapia combinada (28). No se dispone de evidencia suficiente
para recomendar un esquema específico de tratamiento, pero
las guías recomiendan que la radioterapia se administre con
glucocorticoide oral debido a que la evidencia de mayor calidad existe
para esta combinación, aunque hay una posibilidad
de utilizarla con glucocorticoides IV (1, 38, 39). La radioterapia
orbitaria puede considerarse como terapia de segunda línea
en pacientes con intolerancia a glucocorticoides o dosis acumulada
mayor de 8 g de metilprednisolona IV, control inadecuado de síntomas
inflamatorios e imposibilidad del retiro de
los glucocorticoides (36).
Por lo general, es una terapia segura a corto y a largo plazo.
A corto plazo puede producir eritema local y alopecia temporal. A largo
plazo se puede presentar retinopatía microvascular en 1% a 2% de los
casos y desarrollo de neoplasias radio
inducidas (extremadamente raro) (36). Por las razones previamente
descritas, la radioterapia orbitaria está contraindicada
en pacientes con retinopatía diabética e hipertensiva severa y
debe evitarse en pacientes jóvenes menores de 35 años. Se ha
descrito también mayor prevalencia de catarata.
Terapia biológica
Tocilizumab
Se encontraron 15 estudios tras realizar la estrategia de
búsqueda, con un solo estudio clínico aleatorizado. En un estudio
prospectivo sin grupo control de 18 pacientes con orbitopatía tiroidea
activa refractaria a esteroides con CAS ≥4
e inmunoglobulina estimulante tiroidea (TSI) >10 UI/mL, se
administró tocilizumab 8 mg/kg cada 4 semanas por 4 ciclos o
hasta lograr CAS <1 o TSI negativo. Se encontró una reducción
de la proptosis ocular en 72,2% de los casos, mejoría en los
movimientos oculares en 83,3% de los casos y resolución de la
diplopía en 53,8% de los pacientes. La disminución de la puntuación del
CAS fue estadísticamente significativa (5,89 ± 1,41;
p <0,00027) durante el seguimiento a 9 meses (40).
En el ensayo clínico aleatorizado publicado en 2018 se incluyeron a 32
pacientes con orbitopatía tiroidea activa moderada-severa resistente a
esteroides que recibieron tocilizumab
8 mg/kg de peso o placebo, IV, a las semanas 0, 4, 8 y 12 y
fueron seguidos durante 28 semanas adicionales. Se encontró
una reducción de al menos 2 puntos en el CAS desde la basal
a la semana 16 en el 93,3 % de los pacientes que recibieron
tocilizumab frente a 58,8% de los que recibieron placebo (p
= 0,04). También se encontró una diferencia significativa en
la proporción de pacientes que alcanzaron un CAS <3 (86,7%
frente a 35,2%, p = 0,005) entre los pacientes que recibieron
tocilizumab y placebo, respectivamente (41).
Rituximab
Tras realizar la búsqueda se obtuvieron 8 resultados, de los
cuales 4 correspondían a estudios clínicos aleatorizados, sin
embargo, uno de ellos se excluyó debido a que la intervención
consistía en rituximab en combinación con yodo radioactivo
y otro de ellos se excluyó por no brindar información de desenlaces
clínicos. Se revisaron entonces dos estudios clínicos
aleatorizados. El primero comparó rituximab vs. metilprednisolona con
dosis acumulada de 7,5 g en pacientes con orbitopatía activa
moderada/severa. Se reportó mayor inactivación
de la enfermedad con rituximab comparado con metilprednisolona (100%
vs. 69%) a las 24 semanas y mayor reducción
de signos de actividad con rituximab. Por otro lado, los efectos
adversos fueron más frecuentes con rituximab (86%) que con
metilprednisolona (62%). Dos de las reacciones con rituximab
se consideraron mayores y se relacionaron con la infusión (42).
El segundo estudio evaluó los efectos de rituximab comparado con
placebo en 25 pacientes con orbitopatía tiroidea con CAS
≥4 que hubiesen tenido signos y síntomas de progresión en los
2 meses previos o que no hubieran tenido mejoría con el tratamiento en
los 6 meses previos. El rituximab no demostró beneficios respecto al
placebo y se plantea un posible impacto de la cronicidad de la
enfermedad en el resultado (43). Se necesitan ensayos
clínicos aleatorizados controlados de mayor tamaño que puedan
generar una recomendación clara respecto al uso de este medicamento.
Por el momento recomendamos que se puede considerar
como tratamiento de segunda línea en pacientes que no han respondido
con glucocorticoide IV y que no han tenido una enfermedad prolongada
(más de 6 meses), pero se debe tener en cuenta
los efectos adversos que pudieran derivarse de este manejo.
Teprotumumab
Tras realizar la búsqueda se obtuvieron 8 resultados, sin
embargo, todos correspondían a artículos de revisión, excepto
un resultado que pertenecía a un estudio clínico aleatorizado
controlado con placebo que incluyó 88 sujetos, en el que se
evaluó la eficacia y la efectividad de teprotumumab en pacientes con
orbitopatía tiroidea activa moderada/severa de menos de 9 meses de
evolución, sin antecedente de tratamiento
quirúrgico o de tratamiento médico (excepto esteroide oral
con dosis acumulada menor de 1 g de metilprednisolona o su
equivalente)(44). Teprotumumab se asoció con reducción de 2 o
más puntos del CAS en el 69% de los pacientes comparado con
20% en el grupo placebo (OR ajustado 8,86; p <0,001) y reducción en
4 mm o más en la proptosis en el 40% de los pacientes
frente a 0% en el grupo placebo. La hiperglucemia fue el efecto
adverso más relevante que se presentó en pacientes con antecedente de
diabetes
mellitus. Con los
resultados de este estudio, en agosto de 2016 el teprotumumab fue
designado como
medicamento huérfano por la FDA para esta patología (1,+++).
Aún no se encuentra disponible en nuestro país.
Ciclosporina
Acompañada de glucocorticoides orales, la ciclosporina se
recomienda como terapia de segunda línea para el tratamiento
de la orbitopatía tiroidea. Su respuesta es mejor cuando se administra
en la combinación descrita que cuando se utiliza sola (1, 45).
Tratamiento de los casos de amenaza de pérdida de la
visión
Neuropatía óptica distiroidea
Es una emergencia que requiere tratamiento inmediato, el
cual debe hacerse con metilprednisolona en dosis de 1 g IV
cada día por 3 días consecutivos. El paciente se debe evaluar
a la semana y, si no hay mejoría, se recomienda realizar descompresión
orbitaria de urgencia. Si el paciente presenta respuesta parcial se
recomienda repetir los bolos y reevaluar a la
semana y si tiene respuesta completa se aconseja llevar a dosis
total de metilprednisolona de 7,5 g. En caso de que exista un
deterioro rápido en la función visual se recomienda realizar
una cirugía descompresiva de urgencia (1, +++) (1).
Ulceración y exposición corneal
Se recomienda que la exposición corneal severa sea tratada con
metilprednisolona IV o con cirugía descompresiva de
urgencia tan pronto como sea posible con el fin de evitar la
progresión a la ruptura de la córnea. En caso de que se presente esta
última debe tratarse de inmediato quirúrgicamente
(1, +++) (1). Se recomienda que las formas de subluxación del
globo ocular y pliegues coroideos de reciente aparición sean
tratados con cirugía descompresiva de urgencia tan pronto
como sea posible (1, +++) (1).
Tratamiento de la enfermedad orbitaria
inactiva
Requiere diferentes grados de rehabilitación quirúrgica,
la cual es liderada por el servicio de oftalmología. El tipo de
intervención depende del deterioro funcional o estético que
persista en la fase postinflamatoria de la enfermedad y su impacto en
la calidad de vida.
Complejidad y sitio de la atención
Se recomienda que los pacientes sean referidos al servicio
de urgencias de un hospital de tercer nivel que cuente como
mínimo con un endocrinólogo y oftalmólogo con experiencia
en el tema, con excepción de los casos más leves con mejoría
rápida de la función tiroidea, que pueden ser manejados con
lubricantes locales (1, ++).
Conclusiones
La orbitopatía tiroidea es la manifestación más frecuente
de la enfermedad de Graves, la cual tiene un impacto negativo en la
calidad de vida. Es importante hacer el diagnóstico a
tiempo para iniciar el tratamiento oportunamente y disminuir
las consecuencias catastróficas.
Para todos los pacientes se debe recalcar la necesidad de evitar el
tabaquismo y restaurar cuanto antes la función tiroidea.
Para los pacientes con enfermedad activa leve se les debe dar la
oportunidad de recibir manejo tópico, además del uso de antioxidantes
como Se. Para los pacientes con orbitopatía tiroidea
activa moderada a severa se deben utilizar bolos de metilprednisolona
IV y, según la respuesta, evaluar la necesidad de otras
terapias de rescate, en las cuales la evidencia clínica es baja.
Para los pacientes con orbitopatía tiroidea activa con amenaza
de pérdida de la visión, la metilprednisolona IV en dosis alta es
la primera línea de tratamiento, pero se debe considerar la
descompresión quirúrgica cuando no haya respuesta o si durante
la terapia existe un deterioro rápido en la función visual. Para
los pacientes con enfermedad inactiva, las opciones de manejo
incluyen el tratamiento tópico y las cirugías de rehabilitación.
Declaración de fuentes de financiación y posibles conflictos de
interés
Fuentes de financiación:
recursos propios de la unidad de
Endocrinología del Hospital Universitario San Ignacio.
Declaramos que no hay conflicto de interés.
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