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Internista-Endocrinólogo. Expresidente y Miembro Honorario,
Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo.
Miembro de Número, Academia Nacional de Medicina
Fecha
de recepción: 27/05/2019
Fecha de
aceptación: 31/07/2019
Resumen
Los efectos de la castración en animales y en hombres
eunucos eran conocidos desde la antigüedad. Tomó siglos comprender que
había una sustancia cuya disminución o franca
ausencia también generaba estos efectos en la vejez. El hombre empezó a
buscar la fuente de la juventud y del desempeño
viril. ¿Acaso la encontró Ponce de León en aguas de San Agustín, en la
Florida? Ciertamente no. Algo más racional fue el uso
de la organoterapia testicular como terapia de reemplazo (o
suplencia). A comienzos del siglo XX estuvieron de moda los
trasplantes testiculares para lograr un rejuvenecimiento, pero
solo tenían un corto efecto placebo.
Esta revisión narrativa tiene por objeto describir los hechos que
llevaron al descubrimiento de los esteroides y en
particular de la testosterona. Esto se logró en la “la edad heroica de
la endocrinología reproductiva”, así llamada porque
se usaban toneladas de órganos animales o miles de litros de
orina para obtener unos pocos miligramos de hormona. Los
compuestos con un anillo esteroideo se categorizaron en andrógenos,
estrógenos, progestágenos, glucocorticoides y mineralocorticoides,
según su efecto.
En 1935, Ernst Laqueur (Ámsterdam) aisló la testosterona y Adolf
Butenandt (Gdansk) y Leopold Ruzicka (Zürich) la
sintetizaron luego. Esto se logró en los albores de la Segunda
Guerra Mundial, gracias al apoyo de las farmacéuticas. En este
trabajo participaron científicos nazis que posteriormente pudieron
seguir trabajando en sus laboratorios.
¿Tendría la hormona de la virilidad efecto positivo en la
combatividad de los soldados? Los nazis y también los soviéticos así lo
creyeron. Estos últimos extendieron su uso a los
deportistas, en su afán de propaganda.
La dificultad de conseguir niveles hormonales estables ha
dirigido la investigación hacia la administración de diversas
sales por diferentes vías. Ampliar las indicaciones médicas de
la testosterona más allá del tratamiento del hipogonadismo
masculino tampoco ha sido fácil. Sus metabolitos, los esteroides
anabólicos, estuvieron de moda por unas décadas, pero
actualmente se han convertido en sustancias prohibidas por
el dopaje de atletas, excepto por su uso en pacientes con sida.
No hay un acuerdo sobre su administración y riesgos de uso
en los adultos mayores, aunque parece que su formulación no
aumenta la posibilidad de desarrollar cáncer de próstata. Desde luego,
las preparaciones de testosterona han venido mejorándose en los últimos
años para lograr niveles fisiológicos y
permanentes en los hipogonádicos.
Palabras clave:
testosterona, andrógenos, hipogonadismo.
Abstract
The
effects of castration in animals and human eunuchs
were known since antiquity. It took milleniae to understand
there was a substance whose decrease or frank absence also
generated such ageing effects. Man started to look for the fountain of
youth and viril performance. Was it found by spaniard
conqueror Ponce de Leon in waters of St.Augustine, Florida?
Certainly not. More rational were testicular organotherapy as
“replacement therapy” and a century ago, testicular “rejuvenation”
transplants. Those therapies were fashionable although innocuous (short
placebo effect), and rather a matter of quackery.
Discovery of steroids in the so-called “heroic age of reproductive
endocrinology” when tons of animal organs and thousands of liters of
urine were used only to obtain a few miligramas of active
substance, androgens, estrogens, progestagens, glucocorticoids
and mineralocorticoids were found.
This narrative review paper aims to describe historical facts
that led to discovery of steroids, specially testosterone. These
were achieved during the “golden age of reproductive endocrinology”, so
called because tons of animal organs or thousands
of urine liters were used in order to obtain a few milligrams of
hormone; compouds with the steroid ring were classified as androgens,
estrogens, progestagens, glucocorticoids and mineralocorticoids,
according to their tissue effects.
Ernst Laqueur (Amsterdam) isolated testosterone in 1935,
Adolf Butenandt (Gdansk) and Leopold Ruzicka (Zürich) synthetized it
shortly therefore. This was done in the beginning of World War II,
thanks to big pharma support; in the work, Nazi
scientists participated who later on were allowed to continue
their work. Would the virility hormone have a positive effect on
soldiers combativity? Nazis and Soviets so believed. The latter
also gave it to their athletes, looking for a “propaganda” effect.
Difficulty in obtaining stable hormonal levels led researchers for
testosterone salts to be administered by different routes. But besides
true cases of male hypogonadism other indications were not clear.
Anabolic steroids are metabolites that were
fashionable for a couple of decades although –except for AIDS
cases– are no longer prescribed. They are scheduled substances
for athletes. No agreement has been reached in regard to some
indications in senior adults although its seems to be that testosterone
administration does not increase prostate cancer risk.
Therapeutic agents have been improved in recent years to obtain
physiologic and permanent levels in hypogonadic patients.
Key
words: Testosterone, androgens, hypogonadism.
Introducción
Desde la antigüedad se conocía que la virilidad tenía una
relación con la gónada masculina, que era el testigo o testículo
del varón. Después de siglos de gallos capones, de toros castrados o
bueyes y de la presencia de eunucos en las diferentes
culturas, el ser humano sabía que la fuerza física, la potencia
sexual, la apariencia masculina y la capacidad para la lucha
eran propias del hombre, particularmente del joven. Con el
pasar de los años, algunas de estas características iban
desvaneciéndose, por lo que se consideraba que en dicha gónada
residía la fuente de la juventud, que podía recuperarse con
organoterapia o con trasplantes. Empezó a discutirse el tema de
un posible climaterio masculino(1).
Los griegos habían hecho elucubraciones sobre la virilidad, la vejez y
la fertilidad, pero solo hasta 1849, Berthold,
a la sazón de director de un zoológico, hizo un experimento
sencillo, aunque paradigmático: tomó 6 gallos, a un par los
dejo como testigos sanos y a cuatro los castró, pero solo a
dos los trasplantó con sus testículos cambiados a la cavidad
abdominal. Estos cacareaban mucho, peleaban entre sí y con
otros gallos jóvenes y mostraban inclinación normal hacia las
gallinas. Como ya estos testículos no estaban en conexión con
los nervios originales debían, entonces, actuar a través de la
sangre. Por envidia de un colega con un cargo administrativamente
superior que criticó la investigación, el trabajo cayó en
el olvido por varias décadas(2).
Tomó décadas desempolvar estos datos correctos, pero se
produjo una revolución mediática cuando el famoso investigador
Brown-Sequard afirmó 4 décadas después haberse rejuvenecido 20 años al
aplicarse extracto testicular acuoso. Esta
falseada conclusión se publicó nada menos que en el Lancet de
Londres. En medio de la seudociencia y la charlatanería, científicos
disciplinados empezaron a aportar datos. En la década
de 1920, Nussbaum y Steinach lograron resultados similares
de los de Berthold: el primero en ranas y el segundo en ratas.
Pezard, bajo la tutela del fisiólogo Gley y trabajando estrechamente
con Caridroit y Sand, confirmó los hallazgos de Berthold
también en gallos y llamó a la supuesta sustancia que pasaba
a la sangre en el gallo trasplantado la hormona testicular(3). En
1929, Funk y Harrow, con base en los resultados del trabajo de
los franceses, pensaron con lógica que si la hormona testicular
se transportaba por la sangre para ir a los órganos sexuales
secundarios, dicha hormona debería filtrarse por el riñón y
aparecer en la orina(2).
La edad de oro de la química de los
esteroides
La bioquímica solidificó la endocrinología, pues podía
identificar moléculas. Al tratar la orina concentrada con alcohol,
acidificándola, extrayendo cloroformo e hidrolizándola,
en los gallos castrados inyectados con la sustancia presente en
dicha orina crecían las crestas. Los bioquímicos estaban conscientes de
las bajas concentraciones tisulares de las moléculas,
por lo que se requerirían grandes cantidades de órganos de
mamíferos(4).
Para 1920, el profesor de Química Fisiológica de la Universidad de
Chicago, Fred Conrad Koch, en cuya memoria se otorga
actualmente un prestigioso premio de endocrinología, empezó
a colar testículos de toro para obtener extractos que inyectaba a
gallos capones para ver el desarrollo de la cresta, cosa que solo
logró cuando se le unió Gallagher, pues con unos procesos de
extracción que involucraban varias etapas lograron una mezcla
activa, ya que la cresta del capón respondía en 5 días a la
administración de solo 0,01 mg de la nueva sustancia.
En 1927, Koch logró tener fácil acceso a una gran fuente de
testículos bovinos en la
Union
Stockyard & Transit de Chicago,
una enorme carnicería y centro de empaquetamiento que perteneció a los
ferrocarriles, con Vanderbilt como inversionista.
Koch logró convencer a sus estudiantes para que le ayudaran
en el tedioso trabajo de extraer las hormonas. Ese mismo año,
Koch y su estudiante McGee lograron obtener el primer extracto activo
con 20 mg de una sustancia (extraída de 40 libras de
la fracción lipídica de testículos de toro), que al ser inyectadas
en gallos, ratas y cerdos castrados les hacían recuperar sus
rasgos de machos(2).
En la década de 1920 se habían conformado grupos en Estados Unidos y en
Europa que trabajaban en la búsqueda de los
esteroides sexuales. Los estudios realizados en la Universidad
Washington en San Luis por Allen y Doisy y los estudios concomitantes
de alemanes y holandeses, con el apoyo de la industria
farmacéutica, fueron fundamentales para el descubrimiento de
los diversos estrógenos, progestágenos y andrógenos(5-9).
Un paso gigante se dio cuando se descubrió la estructura de
los anillos esteroidales; por un lado, estuvo el alemán Wieland (quien
desde la Academia Bávara de Ciencias en Múnich estudió
los ácidos y sales biliares) y por otro Windaus en Gottingen (que
siguió los pasos de la transformación del colesterol en vitamina D3 o
colecalciferol) al identificar la estructura fenantrénica
de estos esteroides. Estos alemanes precedieron en el Nobel de
Química a Butenandt, quien fue discípulo de Windaus(2).
Para 1929, Doisy, y 2 meses más tarde Butenandt, comunicaron, cada cual
por su lado, el aislamiento de la estrona de la
orina de mujeres embarazadas y al año siguiente se descubrió
la estructura de la estrona cristalizada. El descubrimiento de la
estrona fue muy importante, ya que los químicos aprendieron a
manipular las moléculas esteroides, lo que genera la posibilidad
de su síntesis química. La orina de yeguas preñadas comenzó a
ser la fuente de estrógenos conjugados. Paralelamente, Moore
(del grupo de Laqueur) estandarizó la prueba de la cresta del
gallo capón para medir la actividad androgénica en tejidos y líquidos
orgánicos, así como también en soluciones químicas(7).
En 1931, Butenandt aisló la androsterona (
tabla 1) como una
sustancia químicamente pura(10, 11). El nombre vino por el núcleo
policíclico parecido al del colesterol (en aquellas épocas se
llamaba colesterina), con un grupo hidroxilo y otro de cetona
(andro, esterol, cetona, o androsterona)(11).
Las dificultades con la purificación, análisis estructural y
síntesis de eventuales hormonas presentes en sangre, orina
o tejidos lo comentan la historiadora Wilson de esta forma(8):
“Durante las etapas de purificación, los bioensayos disponibles
(ineficientes y complicados), consumían buena parte de
los extractos; las técnicas de purificación eran primitivas y
además los extractos solo contenían trazas de las hormonas.
Para los análisis estructurales, los métodos espectroscópicos
eran inadecuados. Para 1926 solo 3 hormonas se había cristalizado: la
epinefrina, la tiroxina y la insulina” (
tabla
1).
Tiempo después, el Nobel Schally requeriría medio millón
de hipotálamos porcinos para aislar sus hormonas liberadoras. No es de
sorprender que la casa farmacéutica Armour, especializada en la
fabricación de hormonas (tiroides desecada,
ACTH, TSH, PTH), fuera filial de la compañía de carnes Armour,
que incursionó antes en la organoterapia. Como quien dice era
un negocio de carniceros(1).
Varias casas farmacéuticas europeas: Schering de Berlín,
Organon de Holanda y Ciba de Suiza, estaban ya invirtiendo
dinero suficiente en investigación sobre esteroides y se asociaban con
los centros académicos(2). También estuvieron involucradas en estudios
y patentes de esteroles las empresas
alemanas Merck y Bayer (a través de Windaus) y Boehringer
Ingelheim (a través de Wieland).
Al mejorar la técnica de Koch, Laqueur, fundador de Organon en
Ámsterdam, logró aislar la hormona androgénica
que llamó testosterona en 1934. En esta empresa trabajó en el
aislamiento de estrógenos y testosterona y fue el primero en
producir insulina para el continente europeo. Butenandt logró
identificar la estructura mientras trabajaba para la Schering
alemana en el Instituto Químico de la Universidad Técnica en
Gdansk. Independientemente, y casi al mismo tiempo, Ruzicka, con el
grupo Ciba en Zúrich, logró la síntesis parcial de la
molécula de testosterona, de cuya estructura básica se podían
obtener cientos de compuestos cuando se aplicaban métodos
químicos de oxidación y reducción(12).
Guerras y ciencia
Los proyectos científicos se desarrollan en épocas de guerra y paz, y
los investigadores se relacionan de alguna manera
con una u otra ideología. El caso de la investigación en esteroides
sexuales no es la excepción. Laqueur, por ejemplo, era un humanista que
insistió que la compañía Organon donara
un 10% de sus utilidades para uso en investigación. Estudió la
forma de ayudar a las víctimas del gas mostaza de la Primera
Guerra y en la Segunda, ayudó a los refugiados perseguidos
por los nazis en Holanda. Estos finalmente entraron a su país y
perdió sus posiciones académicas, pero logró evitar que le pusieran en
su ropa la estrella de David amarilla que identificada
a los judíos. Sin embargo, en 1943 fue deportado a un campo
de concentración.
Tabla 1. La edad heroica del descubrimiento de las hormonas
esteroideas: de 1929 a 1954. Con datos de Fieser &
Fieser y de Tausk(8)
*Butenandt había aislado unos 15 mg de androsterona (la primera
hormona esteroide descubierta) con toda esta cantidad de orina. Ruzicka
sintetizó la androsterona
como la primera hormona esteroidea.
**Esta es la cantidad que solo el laboratorio de Kendall procesó en
un período de 20 años. Tiempo más tarde Schally necesitaría medio
millón de hipotálamos de
cerdo para identificar la TRH y luego sintetizarla.
Windaus no simpatizaba con el régimen nazi, pero pudo
continuar sus investigaciones durante el período del Nacional
Socialismo por la reputación que tenía. Como científico de
Schering alemana, Windaus le sugirió a Butenandt que estudiara las
hormonas ováricas. Aunque nunca se supo claramente cuál fue su
orientación política, él firmó un documento con
otros profesores alemanes jurando lealtad a Hitler y a su estado
nacional socialista. Se afilió a este partido (con el numero
3716562) y como director de un instituto científico de importancia
solicitó fondos para investigar en proyectos militares de
utilidad para la guerra.
El gobierno nazi obligó a Butenandt y a Ruzicka a rechazar
el Premio Nobel que habían ganado por sus estudios sobre la
testosterona, pues se consideraba que otros pueblos no tenían
derecho a juzgar el éxito de científicos del Tercer Reich. Ambos
continuaron sus investigaciones durante y después de la guerra y en
1948 viajaron a recibir el Premio Nobel(2).
Se dice que los soldados nazis recibían testosterona para
aumentar su agresividad y que en los campos de concentración se
experimentaba con esta hormona en humanos. Parece
también cierto que a Hitler le aplicaban inyecciones de testosterona.
Algunas farmacéuticas alemanas se vieron involucradas con el régimen,
pero también los rusos usaron luego
sustancias androgénicas, en particular anabólicos para sus
atletas(13-15).
Usos y abusos de las hormonas masculinas
En un principio no se entendía bien cuál era la función
concreta de la testosterona. Se sabía su influencia en la fuerza
y posible rejuvenecimiento, pero se ignoraba la función de la
hormona en el crecimiento muscular a través de la síntesis de
las proteínas; es decir, que era una hormona anabólica y aumentaba la
retención nitrogenada. Rápidamente se obtuvieron
esteres de testosterona para su uso por vía oral, inyectable, en
forma de
pellets y por
parches transdérmicos. Desde entonces se han usado estos diferentes
compuestos en diferentes
indicaciones aprobadas y no aprobadas, como en el hipogonadismo
masculino, en la deficiencia hormonal asociada con
el envejecimiento, en la disfunción eréctil, como afrodisiaco,
como estimulante de la producción de hematíes, entre otras.
Sus derivados, llamados anabólicos, se usaron en el crecimiento de
niños con baja estatura, en los pacientes desnutridos con
sida y como sistema prohibido de dopaje en los atletas(3).
Como su administración fortalecía los músculos, esto dio
origen al uso ulterior de anabólicos por atletas y hombres interesados
en desarrollar una espectacular musculatura, pues
se mejoraban los resultados de extenuantes ejercicios gimnásticos. El
uso indiscriminado e ilegal de estos anabólicos en los
gimnastas que competían en juegos olímpicos tuvo su punto
culminante en la pérdida de la medalla otorgada al corredor
Ben Johnson en Seúl en 1988. El problema de dopaje de deportistas en el
mundo es inacabable con estas hormonas, la
eritropoyetina y otras sustancias de una larga lista(1).
La suplencia androgénica no se ha usado tan frecuentemente como la
estrogénica. Por supuesto que desde finales de
1800 se han usado estos preparados con fines de rejuvenecimiento,
recuperación de la potencia, tratamiento de la homosexualidad
masculina, aumento de la libido, prevención de la
osteoporosis o utilización de sus propiedades anabólicas. Los
parches de testosterona disponibles, o bien resultan inconvenientes por
su necesidad de aplicarse diariamente sobre el escroto o producen
dermatitis de contacto.
La testosterona más barata y más usada en hipogonadismo masculino es el
dipropionato para aplicación parenteral de
depósito, pero tiene el problema de los picos altos iniciales y
los niveles bajos posteriores, lo que además genera preocupación sobre
sus efectos en la próstata, pues desde la década de
1940 se empezó a hablar de la influencia de los niveles de testosterona
plasmática en la generación de cáncer de próstata.
Esta teoría ha perdido vigencia últimamente, pues la mayoría
de los pacientes con cáncer de próstata tienen niveles de testosterona
considerados normales y al parecer lo que importa es la concentración
de dihidrotestosterona prostática, que
viene de la testosterona por acción de la 5-alfa-reductasa. El
conocimiento de esta enzima llevó al uso de sus inhibidores y
de otros antiandrógenos para el tratamiento de enfermedades
prostáticas y de estados hiperandrogénicos en la mujer(16-24).
Recientemente se ha publicado una revisión muy completa
del tema de este artículo, la cual lleva la firma de Eberhard y Susan
Nieschlag, dos importantes investigadores en este campo(5).
Los colombianos tenemos en el urólogo javeriano y profesor de
la Universidad de Queens en Kingston, Ontario, Álvaro Morales
Gómez, un investigador de talla mundial en este tema de la testosterona
y del declive hormonal del envejecimiento masculino(9, 20).
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