Un gran número de productos químicos fabricados por
el hombre y utilizados en la industria, así como algunos
otros productos naturales, tienen el potencial de alterar
el sistema endocrino de los animales, incluyendo al hombre.
En un editorial previo, el Dr. Enrique Ardila había comentado las generalidades sobre la disrupción endocrina (1); sin
embargo, en esta ocasión comento lo relacionado con la disrupción endocrina en la obesidad y en la diabetes
mellitus 1
y 2. En el presente número se publica una amplia revisión de
las sustancias químicas presentes en los agentes industriales,
farmacéuticos, agropecuarios, plásticos, preservantes y pesticidas que actúan como disruptores endocrinos, ya que alteran
el metabolismo de los hidratos de carbono y favorecen el desarrollo de estas enfermedades (2). Los llamados
obesógeos
(ftalatos y parabenos) aumentan el número y el tamaño de
los adipocitos por la interferencia con los reguladores transcripcionales del tipo PPAR (
peroxisome proliferator-activated
receptor), que favorecen la diferenciación de preadipocitos a
adipocitos (3).
Otros, como los fitoestrógenos (genisteína y daidzeína),
interfieren sobre los receptores esteroideos, alterando el
almacenamiento lipídico no solo en el individuo, sino que al ser
utilizados durante la gestación y lactancia contribuyen a la
obesidad en la descendencia. Los productos perfluoroalquilados aumentan
la adiposidad y reducen la sensibilidad a la insulina; el bisfenol A
(BPA) puede alterar la sensación hambre/
saciedad moviendo el balance energético a favor del almacenamiento
calórico.
Otro mecanismo postulado para esta asociación es la capacidad del BPA para inhibir la liberación de adiponectina por
parte de los adipocitos; también se ha demostrado que incrementa el contenido de insulina en la célula β pancreática (4).
En el caso de la diabetes tipo 1, la presencia de polutos,
como el BPA y el ácido perfluoro-undecanoico, puede producir
insulitis, así como también la exposición al arsénico, la dioxina, los ftalatos y los bifenilos
in utero se asocia con los cambios
inmunológicos y la pérdida de la masa de células β, favoreciendo la presencia de diabetes tipo 1.
Varios estudios transversales y revisiones de la literatura
asocian los niveles de disrupción endocrina con la obesidad,
la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares en humanos. Los
disruptores endocrinos que más frecuentemente
se asocian con estas enfermedades son aquellos altamente resistentes a
la degradación debido a su naturaleza lipofílica, conocidos como
polutantes orgánicos persistentes (POP), de los
cuales los más comunes son las dioxinas, el BPA, los pesticidas
organoclorados, los policlorobifenilos (PCB) y el dicloro difenil
tricloroetano (DDT) (diclorodifenildicloroetileno [DDE],
principal producto de degradación del DDT). La diabetes tipo
2 y la obesidad tienen mecanismos interrelacionados y superpuestos,
como un aumento de la lipólisis, una disminución de
la oxidación de glucosa e hiperinsulinemia, todas características de
resistencia a la insulina (5).
Por esta razón, es de gran importancia ampliar el conocimiento sobre la
relación de todos estos polulantes ambientales para disminuir la
exposición a ellos, especialmente en la
etapa prenatal, ya que cada vez es más evidente su papel en el
favorecimiento de enfermedades tan prevalentes como la obesidad y la
diabetes mellitus.
Amanda Páez Talero
Médica endocrinóloga.
Expresidente de la Asociación
Colombiana
de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo.