1
Internista-Endocrinólogo, MSc en Epidemiología, PhDc en Ciencias
biomédicas, Profesor asociado y director del grupo de investigación en
enfermedades metabólicas, Universidad del Cauca, Popayán, Colombia.
2 Especialista en Medicina Interna, especialista clínico en
hipertensión arterial, MSc en epidemiología clínica. Profesor titular
de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.
3 Internista-Cardiólogo, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos
Cardiovasculares, Fundación Clínica Shaio, Bogotá, Colombia.
4 Internista-Endocrinólogo, Profesor departamento de Medicina Interna,
Universidad de Antioquia, servicio de Endocrinología, Hospital
Universitario San Vicente Fundación, Medellín, Colombia.
5 Internista-Endocrinólogo, jefe de la Unidad de Metabolismo y Hormonas
de la EPS Compensar, y del servicio de Endocrinología. Los Cobos
Medical Center, Bogotá, Colombia.
6 Cardiólogo, experto en lípidos. Clínica Shaio y Clínica de Marly,
Bogotá, Colombia.
7 Especialista en medicina interna. MSc en Epidemiología. Fellow ACP.
Decano de Medicina, Universidad EIA, Medellín, Colombia.
Resumen
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de
morbilidad y mortalidad en el mundo, tanto en los países desarrollados
como en los que están en vías de desarrollo. La dislipidemia –asociada
a la disfunción endotelial- y a los fenómenos inflamatorios vasculares,
son los procesos iniciales en la patogénesis de la enfermedad arterial
arterioesclerótica. Es evidente la asociación directa y lineal entre
los niveles de colesterol de baja densidad y el riesgo de enfermedad
arterial arterioesclerótica, al igual que el efecto benéfico de la
intervención con fármacos que actúan en diferentes niveles (estatinas,
ezetimibe, fibratos, anticuerpos monoclonales contra la PCSK9, entre
otros).
Por su parte, la hipertrigliceridemia, y los niveles bajos de
colesterol de alta densidad, al igual que otros parámetros como el
colesterol no-HDL y otras lipoproteínas, también juegan un papel
importante en la etiopatogenia de la enfermedad arterioesclerótica, y
existe evidencia en favor de la modificación de dichos parámetros. Los
nuevos fármacos han cambiado de forma sustancial los desenlaces
cardiovasculares en individuos con alto riesgo cardiovascular, y en
individuos con intolerancia a las estatinas. Las diferentes guías
internacionales para el manejo de la dislipidemia comparten muchos
aspectos respecto al manejo farmacológico y no farmacológico.
Sin embargo, existen algunas diferencias importantes entre ellas,
incluso en la forma de abordar individuos con situaciones especiales de
dislipidemia (embarazo, enfermedad renal crónica, entre otras).
Palabras clave:
Cardiovascular, cLDL, estatinas, fibratos,
riesgo, dieta, ezetimibe, PCSK9.
Background
Cardiovascular
diseases are the leading cause of morbidity
and mortality in the world, both in developed and developing
countries. Dyslipidemia –associated with endothelial dysfunction- and
vascular inflammatory phenomena are the initial processes in the
pathogenesis of arteriosclerotic arterial
disease. The direct and linear association between LDLc levels
and the risk of arteriosclerotic arterial disease is evident, as
is the beneficial effect of the intervention with drugs that act
at different levels (statins, ezetimibe, fibrates, iPCSK9, etc.).
Moreover, hypertriglyceridemia, and low levels of HDL-C, as
well as other parameters such as non-HDLc and other lipoproteins, also
play an important role in the etiopathogenesis of
arteriosclerotic disease, and there is evidence in favor of the
modification of said parameters. The new drugs have substantially
modified the cardiovascular results in individuals with
high cardiovascular risk, and in individuals with intolerance
to statins. The different international guidelines for the management
of dyslipidemia share many aspects regarding pharmacological and
non-pharmacological management, however,
there are some important differences between them; even in
the way of dealing with individuals with special dyslipidemia
situations (pregnancy, chronic kidney disease, inter alia).
Keywords: Cardiovascular, LDLc, statins, fibrates,
risk,
diet, ezetimibe, PCSK9.
Introducción
La enfermedad
cardiovascular (ECDV) es la principal causa
de muerte en el mundo y es la responsable de más de la tercera
parte de todas las muertes en individuos mayores de 35 años
(1, 2). La ECDV incluye la enfermedad arterial coronaria (EAC)
y, en conjunto, el infarto agudo del miocardio (IAM) y la angina
estable e inestable; la enfermedad cerebrovascular (ECV) y
la enfermedad arterial periférica (EAP). Por su parte, la ECDV
arterioesclerótica (ECDVA) se define como una condición difusa que
involucra un proceso inflamatorio que produce, entre
otros aspectos, el engrosamiento y endurecimiento de la pared
arterial, debido a la formación en su interior de placas con depósitos
de grasa, colesterol, residuos celulares, calcio y fibrina.
La presencia de la placa arterial está directamente asociada
con la elevación en los niveles de colesterol de baja densidad
[o también, LDL (cLDL)]; es más, existe una clara evidencia de
que el cLDL tiene un papel clave en la fisiopatología de la lesión
arterioesclerótica, ya que su retención y acumulación en
la pared arterial induce y perpetúa el fenómeno inflamatorio
que da lugar a la formación de la placa, y al posterior estrechamiento
y obstrucción de la arteria que conduce a la ECDV
(3, 4). Asimismo, los estudios observacionales, los de aleatorización
mendeliana y los de intervención, demuestran una
asociación lineal entre la magnitud de la exposición absoluta
a los niveles elevados de cLDL y el riesgo de desarrollar ECDV
(5, 6). A lo largo del tiempo, se han desarrollado numerosas
guías de manejo y recomendaciones por diversas sociedades,
asociaciones y grupos de expertos que coinciden en aspectos
como los siguientes:
- El cLDL es el parámetro lipídico que más se asocia con la
presencia de ECDV.
- La reducción de los niveles de cLDL se asocia con reducción del
riesgo de ECDV, y a mayor reducción de los niveles
de cLDL, mayor reducción del riesgo de ECDV.
- La intensidad de la terapia hipolipemiante debe ser ajustada
según el riesgo absoluto de ECDVA para cada individuo.
- El manejo hipolipemiante con estatinas es la estrategia
más efectiva, con base en la evidencia, para reducir el riesgo de ECDV.
Objetivos
El objetivo de estas recomendaciones es proveer un método de consulta
fácil y práctico de los aspectos más relevantes en el abordaje de las
dislipidemias más frecuentes en
población adulta, abarcando aspectos sobre la fisiopatología,
diagnóstico, clasificación y estratificación del riesgo, riesgo
residual, cambios terapéuticos en estilo de vida, terapia farmacológica
con estatinas y otros hipolipemiantes (incluidas las
terapias novedosas), y se hace el enfoque del manejo de las
dislipidemias en algunas situaciones especiales.
Carga global de la enfermedad,
fisiopatología y diagnóstico de las
dislipidemias
Carga global de las dislipidemias
La ECDV es la principal causa de muerte en el mundo. Las
dislipidemias, y en particular la hipercolesterolemia (seguida
de la hipertrigliceridemia), es uno de los principales factores
de riesgo modificables para la ECDV. Las dislipidemias pueden
originarse en alteraciones genéticas o en un estilo de vida y
dieta inapropiados; por esta razón, las terapias modificadoras
de lípidos, como las estatinas, junto con los cambios terapéuticos en
el estilo de vida (CTEV) son la base de la prevención
cardiovascular primaria y secundaria (7, 8). La prevalencia de
las diferentes dislipidemias varía dependiendo de la definición
y la población estudiada, por ejemplo, en individuos con EAC,
la prevalencia de dislipidemia es dos veces mayor que la de individuos
sin EAC (apareados por edad y sexo). Se calcula que la
elevación del cLDL contribuye a más de 2,6 millones de muertes por año
en el mundo; y en los cinco países más grandes
de la Unión Europea (Alemania, Francia, Italia, España y Reino
Unido), se estima que más de 130 millones de individuos tienen niveles
elevados de cLDL; lo que convierte a Europa en
el área geográfica con la mayor prevalencia de hipercolesterolemia en
el mundo. Por su parte, en Estados Unidos de Norteamérica, más de 100
millones de individuos tienen niveles
elevados de cLDL, y cerca del 37 % de la población presenta niveles de
cLDL que requerirían, eventualmente, manejo farmacológico con
estatinas. Adicionalmente, cerca de 29 millones
de personas tienen niveles de colesterol total (CT) ≥240 mg/
dL (lo cual duplicaría el riesgo de ECDV respecto a aquellos individuos
con niveles normales de CT) y 95 millones de adultos
≥20 años tienen niveles de cLDL ≥200 mg/dL (9, 10).
En Latinoamérica, el estudio Carmela evaluó los factores
de riesgo cardiovascular (FRCDV) en siete ciudades, incluida
Bogotá. Se encontró una prevalencia de hipertensión arterial
(HA) del 18 %, de diabetes
mellitus
(DM) del 7 %, de síndrome metabólico del 20 %, de obesidad del 23 % y
de tabaquismo del 30 %. En este estudio se encontró una prevalencia de
hipercolesterolemia del 14 %, definida como un valor de CT
≥240mg/dL y una prevalencia de placa aterosclerótica carotídea del 8 %.
En un análisis posterior de este estudio, se encontró en Bogotá un
promedio de CT de 193,7 mg/dL, de cLDL de
120,4 mg/dL, de colesterol de alta densidad [o también, HDL
(cHDL)] de 42,2 mg/dL y de triglicéridos (Tg) de 164,7 mg/
dL. Además, se encontró que la prevalencia de hipercolesterolemia era
de 11,7 % y la de cLDL elevado de 19,1 % (11, 12).
Fisiopatología de las dislipidemias
Las principales lipoproteínas plasmáticas son los quilomicrones, los
remanentes de quilomicrones, el colesterol de muy
baja densidad [o también, VLDL (cVLDL)], el cLDL, el cHDL, y
la lipoproteína (a) [Lp(a)]. Las lipoproteínas se componen en
términos generales de una o varias apoproteínas (dependiendo del tipo
de lipoproteínas), de una monocapa de fosfolípidos
con colesterol libre y un centro que contiene Tg y ésteres de
colesterol. Las lipoproteínas se clasifican por su densidad y
diámetro, como su nombre lo indica (
Tabla
1) (13, 14).
El colesterol tiene dos vías metabólicas principales, la
vía
endógena y la
vía exógena.
En la vía exógena, el colesterol y los
Tg provenientes de la dieta ingresan al enterocito, y el transporte
activo del colesterol al interior del enterocito es mediado por la
proteína NPCL1L (molécula que es inhibida por
el ezetimibe). Los lípidos dietarios son ingresados al cuerpo
y forman quilomicrones, que son transportados por los conductos
linfáticos a la circulación sistémica. En los capilares,
mediante la lipoproteína lipasa endotelial, los quilomicrones
entregan los ácidos grasos a los tejidos como el músculo y la
grasa. Los quilomicrones luego de hacer esta distribución de
ácidos grados libres forman los remanentes de quilomicrones
e ingresan al hígado mediante el receptor de cLDL (15, 16).
En la
vía endógena, el hígado
produce cVLDL para la entrega de ácidos grasos al cuerpo y
posteriormente se convierte
a colesterol de densidad intermedia [o también IDL (cIDL)],
y luego a cLDL, para ser reciclado nuevamente en el hígado.
El cLDL ingresa al hígado mediante endocitosis mediada por
el receptor de cLDL (LDL-R). La unión al LDL-R depende de
que la apoproteína apoB-100 sea funcional en la molécula
del cLDL. Si hay alteraciones en el LDL-R o en la apoB-100 se
produce hipercolesterolemia familiar (HF). Adicionalmente,
existe una proteína llamada proteína adaptadora del LDL-R
(LDL-RAP1); esta proteína permite que se induzca la endocitosis mediada
por clatrina del complejo LDL-R/cLDL. Aunque
es infrecuente, las mutaciones en LDL-RAP1 también pueden
producir HF. Una vez ingresado al hepatocito, el LDL-R se recicla y
emerge nuevamente. Este proceso se presenta aproximadamente 150 veces
por día, y es regulado por la proconvertasa
de subtilixina kexina tipo 9 (PCSK9). Esta proteína es secretada por el
hígado, se une al LDL-R y una vez se endocita el
LDL-R/cLDL, impide el reciclamiento del LDL-R a la superficie
(
Figura 1) (17, 18). Las
mutaciones con ganancia de la función de la PCSK9 producen HF, y las
mutaciones con pérdida
de su función producen niveles de cLDL bajos, y se asocian con
bajo riesgo cardiovascular (RCDV) (
Tabla
2). Existen 4 tipos
de dislipidemias desde el punto de vista clínico: hipertrigliceridemia,
hipercolesterolemia, dislipidemia mixta y cHDL bajo.
Las causas de estos 4 tipos de dislipidemias pueden ser primarias o por
causas genéticas o secundarias a enfermedades
sistémicas (
Tabla 3).
Diagnóstico de las dislipidemias
El diagnóstico de dislipidemias se realiza mediante la
interpretación del perfil lipídico. Según el ATP III (
Adult
Treatment Panel, por sus siglas en inglés) el cLDL se define
como óptimo cuando es <100 mg/dL, cercano a lo óptimo entre 100-129,
limítrofe alto entre 130-159, alto entre 160-180 y
muy alto cuando es ≥190. Un nivel bajo de cHDL se presenta si
es <40 mg/dL y los Tg se consideran en nivel alto cuando están
>200 mg/dL. La dislipidemia mixta se diagnostica cuando hay
hipercolesterolemia con hipertrigliceridemia. El perfil lipídico
no requiere, en la mayoría de los casos, realizarse en ayunas
(esta condición es necesaria si hay hipertrigliceridemia). Actualmente
se propone que, si el perfil lipídico no se realizó en
ayunas, y los Tg reportan un valor ≥400 mg/dL, se debe repetir dicho
perfil. Es más, se considera que la utilidad del perfil
lipídico en período de no-ayuno puede predecir mucho mejor
el RCDV de un individuo. Otra prueba que se recomienda es el cálculo
del colesterol no-HDL (el cual se calcula a partir de la
diferencia entre el CT y el cHDL). Este cálculo incluye el cLDL,
cIDL, cVLDL y los remanentes de cVLDL (19, 20).
Tabla 1. Características de las
lipoproteínas mayores
En aquellos
pacientes con EAC, sin alteraciones evidentes en el perfil lipídico, o
en pacientes con HF e IAM, o en aquellos con historia
familiar fuerte de ECDV sin dislipidemia identificable o con
hipercolesterolemia refractaria a estatinas, debe medirse la
Lp(a). Adicionalmente, la medición de Lp(a) debe considerarse al menos
una vez en la vida en todo individuo adulto, para
identificar a aquellos con niveles de Lp(a) heredados muy altos
(>180 mg/dL), que pueden tener un riesgo a lo largo de la
vida de ECDVA equivalente al riesgo asociado de la hipercolesterolemia
familiar heterocigótica (HFHe) (21, 22). El cLDL
se puede medir de forma directa o a partir de la fórmula de
Friedewald (la cual puede realizarse si los Tg son <400 mg/
dL). La fórmula se realiza de la siguiente forma:
cLDL= CTcHDL-Tg/5. Finalmente, las
diferentes guías internacionales
recomiendan realizar el tamizaje del perfil lipídico en cierto
tipo de individuos de la población, entre los que se destacan,
personas con HA o con DM2 (
Tabla 4).
Figura 1. Degradación y
reciclamiento del LDL-R
Tabla 2. Características
comparativas de las mutaciones
en el gen de la PCSK9
Clasificación de las dislipidemias, escalas
de riesgo y metas de control lipídico
La mayoría de las guías internacionales recomienda una herramienta de
indicación probabilística, que incluye los FRCDV
tradicionales para poder estimar el riesgo de un evento cardiovascular
aterosclerótico. Si bien esto podría ser una estrategia
práctica, permitiendo estimaciones cuantitativas de riesgo a
10 y hasta 30 años, es importante tener presentes sus limitaciones, por
ejemplo, la falta de precisión asociada a su aplicación a un individuo
de una escala derivada de modelos de
riesgo poblacional que podría, en muchos casos, subestimar
el riesgo individual (23, 24). Adicionalmente, la mayoría de las
escalas no han sido validadas prospectivamente en su precisión y en su
capacidad real de lograr la disminución de eventos
cardiovasculares. Bajo esas consideraciones, consideramos
que el uso de escalas como: SCORE (
Systematic
Coronary Risk
Evaluation), o la calculadora de riesgo (ASCVD
Risk Estimator
American College of Cardiology)
no se deben recomendar en
nuestro país, puesto que se considera que podrían sobrestimar los
resultados del cálculo de riesgo. En este sentido, en las
guías colombianas de práctica clínica para la prevención, detección
temprana, diagnóstico, tratamiento y seguimiento de
las dislipidemias en la población mayor de 18 años, del Ministerio de
Salud y Protección Social–Colciencias (2014) se planteó la pregunta
para la población colombiana de la siguiente
manera: ¿El modelo de Framingham, comparado con los modelos PROCAM (
Prospective Cardiovascular Munster)
y SCORE
(
Systematic Coronary Risk Evaluation),
tiene mejor desempeño
en la predicción de desenlaces cardiovasculares y cerebrovasculares en
pacientes con diagnóstico de dislipidemia?
Realmente en Colombia (hasta la fecha), solo se han validado las
escalas de Framingham y PROCAM. De acuerdo con la
información consignada, esta se validó en pacientes catalogados
como de riesgo bajo e intermedio; y el número de eventos
cardiovasculares predichos por la función de riesgo de Framingham
sobrestimó los observados (relación entre eventos esperados y
observados de 1,31), y se encontró una baja capacidad para diferenciar
a los pacientes de bajo riesgo de los de alto riesgo. Si
bien la función de riesgo de PROCAM, ajustada por sexo tuvo
una mejor capacidad de discriminación (con buena calibración),
el grupo evaluador de las guías decidió recomendar la escala
de Framingham, pero haciéndole una calibración que consiste
en multiplicar el riesgo calculado del Framingham original por
0,75 (25, 26). Otros modelos de predicción, como el SCORE y el
propuesto en las guías del Colegio Americano de Cardiología y
de la Asociación Americana del Corazón (ACC/AHA 2013), no
han sido validados en Colombia, y es esperable que sobrestimen
el riesgo. Nosotros nos acogemos a las recomendaciones en este
sentido de las guías colombianas (
Figura
2).
Tabla 3. Tipos de dislipidemias,
causas primarias y secundarias más frecuentes
Tabla 4. Recomendaciones
para el tamizaje poblacional del perfil lipídico
Figura 2. Cálculo del riesgo a 10
años de infarto del miocardio o muerte coronaria, según el modelo de
Framingham
En el siguiente link se encuentra la calculadora de riesgo
de Framingham (recuerde que una vez obtenga el resultado,
este se debe multiplicar por 0,75 para corregir el resultado
para la población colombiana).
https://www.mdcalc.com/framingham-coronary-heart-disease-risk-score
Desde un punto de vista práctico, este panel de expertos decidió
acogerse a las recomendaciones actuales internacionales para la
estratificación de riesgo (
Figuras 3-5);
y
las metas a lograr de acuerdo con las siguientes categorías
de RCDV:
Grupo 1: pacientes con riesgo extremo
- ECDVA progresiva, incluida la angina inestable a pesar de
alcanzar un nivel de cLDL <70 mg/dL
- ECDVA establecida en pacientes con DM, enfermedad renal crónica
(ERC) estadio (3/4) o HFHe
- Historia de ECDVA prematura (hombres <55 años y mujeres <65
años).
Grupo 2: pacientes de muy alto riesgo
- Hospitalización reciente o establecida, por síndrome coronario
agudo (SCA), enfermedad vascular carotidea, o
EAP, o riesgo por Framingham modificado para Colombia
>20 % a 10 años
- DM o ERC (3/4) con ≥1 FRCDV
- HFHe.
Grupo 3: pacientes de alto riesgo
- >2 FRCDV, y riesgo calculado por Framingham modificado para
Colombia entre 10 % y 20 % a 10 años
- DM o ERC (3/4) sin otro FRCDV.
Grupo 4: pacientes con riesgo moderado
- <10 % a 10
años.
Grupo 5: pacientes con bajo riesgo
- 0 FRCDV.
Figura 3. Grupos 1 y 2 de riesgo
cardiovascular (riesgo extremo y muy alto riesgo)
Figura 5. Grupo 5 de riesgo cardiovascular (riesgo bajo)
En la
Figura 6 se clasifican
dos condiciones consideradas
de alto riesgo y que, adicionalmente, requieren intervenciones
más intensivas (individuos con DM o con ERC).
La importancia de la clasificación y su simplificación es
que permite una evaluación rápida y sencilla del nivel de RCDV
de cada uno de los grupos, para poder indicar posteriormente las metas
recomendadas para cLDL y colesterol no-HDL, de
acuerdo con el riesgo establecido. Las recomendaciones internacionales
establecen las metas de los lípidos para los grupos
con la clasificación aportada; en este panel de expertos solo se
cambian las metas de los grupos de riesgo moderado, en las
que la meta de cLDL debe ser <130 mg/dL, y las de colesterol no-HDL
<160 mg/dL, más laxas que las propuestas en las
guías de lípidos del año 2017. Igualmente, en el grupo de pacientes de
bajo riesgo, en los que la meta de cLDL es <160 mg/
dL, y las de colesterol no-HDL menor de 190, el panel propone
seguir con las metas propuestas en las guías 2017.
Adicionalmente, el
score de
calcio arterial coronario (CAC
score) –valorado por medio de tomografía axial computarizada- puede
ayudar en la toma de decisiones respecto al tratamiento en individuos
con riesgo moderado de ECDVA, ya
que proporciona estrategias de manejo en pacientes en los
que la meta de cLDL no se logra con intervenciones de estilo
de vida (y en donde existe la pregunta si se debe instaurar
un tratamiento reductor del cLDL). Por su parte, el uso de
la ApoB en la estratificación del riesgo, puede ser una mejor
medida para individuos expuestos a lipoproteínas aterogénicas, por lo
tanto, puede ser particularmente útil para la valoración del riesgo en
personas en las que la medición del cLDL
subestima dicha carga (por ejemplo, en aquellos con niveles
elevados de Tg, o en personas con DM, obesidad, o niveles
muy bajos de cLDL) (23,27, 28).
Riesgo cardiovascular residual
(RCDVR)
La ECDV es aún la principal causa de mortalidad en el
mundo, origina más muertes que todas las formas combinadas
de cáncer y que todas las enfermedades del tracto respiratorio
bajo. En general, se considera que la EAC es la primera causa
subyacente de muerte atribuible a ECDV. El panorama ha sido
tan desalentador, que se han llevado a cabo múltiples estrategias e
iniciativas con el objetivo de reducir la carga global de
la ECDV (29-31). Las intervenciones universales en su prevención se han
resumido en tres grandes grupos:
- El primero de ellos son las intervenciones enfocadas en
reducir la frecuencia de factores de riesgo para ECDV en
la población general (teniendo en cuenta también que,
un número importante de eventos cardiovasculares ocurren en poblaciones
denominadas de “bajo riesgo”) estas
intervenciones poblacionales se han dirigido al cese del
consumo de tabaco, la modificación en los niveles de presión arterial y
de colesterol, por medio de programas nacionales enfocados en la
reducción del consumo de sal y
grasas saturadas, sumado al incremento en la actividad física
(intervenciones no farmacológicas) haciendo énfasis
en estilos de vida saludables. En este sentido, la prevención de ECDV
se puede clasificar en 4 grandes categorías:
primordial, primaria, secundaria, y terciaria. La prevención primordial
se refiere al hecho de lograr un estado de
salud que evite el desarrollo de factores de riesgo para
ECDV (teniendo en cuenta que la oportunidad para el
impacto y el beneficio social es mayor si se preserva este
“tiempo cero” antes de que se desarrolle la enfermedad),
lo anterior requiere, evidentemente, estrategias basadas
en la población y la colaboración de todo el sistema de salud. La
prevención primaria se refiere a la modificación de
factores de riesgo asociados con el desarrollo de ECDV; la
prevención secundaria se refiere al control de la progresión de la ECDV
(una vez está presente); y la prevención
terciaria “mitiga” las consecuencias de la ECDV avanzada
sobre el estado funcional y la calidad de vida (Figura 7).
- El segundo grupo, son las intervenciones en individuos
catalogados como de “alto riesgo para ECDV”; en los cuales un rubro
importante de los presupuestos nacionales
en salud se dirigen para la prevención y atención primaria, en especial
en la identificación y evaluación temprana
de dichos individuos.
- El tercer grupo son las intervenciones para la prevención
secundaria en personas con ECDV ya establecida, en estas
se incluyen la modificación del nivel de lípidos y de otros
factores de RCDV potencialmente modificables.
Figura 6. Clasificación de
riesgo por condiciones específicas (DM y ERC)
La ECDV tiene una etiología multifactorial; los FRCDV clásicos como
edad, sexo, tabaquismo, HA, niveles elevados de CT,
y niveles bajos de cHDL, han demostrado ser consistentes en
las poblaciones estudiadas (
Tabla 5).
La definición de “riesgo” es clave en el enfoque del individuo con
ECDV, de hecho, el cálculo del “RCDV absoluto”
debe ser el punto de partida para desarrollar estrategias de
prevención (32). El “riesgo absoluto (o atribuible)” se conoce
también como “riesgo total” o “riesgo global”, por lo tanto, el
riesgo atribuible (RA) es una medida de asociación basada en
la diferencia absoluta entre dos estimaciones de riesgo; por
lo que el RA estima el exceso de riesgo absoluto debido a una
exposición dada. De esta forma, como el RA se utiliza frecuentemente
con el objetivo de detectar una relación
causa-efecto,
debe entonces interpretarse como una verdadera “
fracción
etiológica”
únicamente cuando se tenga la certeza razonable
de que existe una conexión causal entre una exposición particular y uno
o varios desenlaces. De acuerdo con lo anterior,
el exceso de riesgo es una medida de riesgo, y representa la
cantidad de incidencia que puede ser atribuida al factor de
riesgo; a diferencia del riesgo relativo (RR), el cual mide qué
tanto se incrementa el riesgo de padecer una enfermedad o
un desenlace cuando se está expuesto a un factor (en comparación con
los que no están expuestos al mismo). No obstante,
la fuerza de asociación entre un factor de riesgo y el desenlace,
expresada por el RR, no da una idea precisa del impacto que
la eliminación de ese factor tendría en la salud de la población
(33, 34). Adicionalmente, al obtener la reducción absoluta de
riesgo (RAR) mediante la diferencia de los riesgos en el grupo
expuesto y en el grupo no expuesto, se puede calcular el número
necesario para tratar (NNT), el cual se define como el
número de individuos que hay que tratar con la intervención
evaluada para evitar un evento adicional; el NNT se calcula
como el inverso de la RAR. El NNT puede utilizarse para expresar otros
aspectos, tales como la capacidad potencial de producir daño (y se
prefiere en ese caso llamarlo número necesario para hacer daño [NND]);
así, un NNT negativo indica que
el tratamiento (o la intervención) tiene un efecto perjudicial
(o que el tratamiento experimental consigue menos beneficio
que el control), o que los efectos adversos inherentes a toda
intervención son mayores en el grupo experimental. El NND
entonces es el número de individuos que se deberían tratar
con una intervención específica para producir (o no evitar)
un evento adverso adicional (35-37).
Figura 7. Prevención de la ECDV y
promoción de la salud
Así, cuando se estima
el “riesgo” cardiovascular, el punto final clave que debe evaluarse es
la mortalidad por eventos cardiovasculares, más que
otros puntos finales desencadenados por ECDV. Los sistemas
y escalas de predicción del riesgo no predicen con exactitud
los diferentes perfiles de riesgo que existen en las diferentes
etnias o culturas; lo anterior se demuestra en el hecho de que
al aplicar escalas de riesgo derivadas de cohortes caucásicas
se sobrestima el riesgo en relación con otras poblaciones no
caucásicas; por lo tanto, la predicción del riesgo basada en
un concepto de RA es la mejor manera de enfocar la toma de
decisiones en ECDV. De igual manera, si bien las escalas de
riesgo pueden no predecir el RA, pueden ser muy útiles en la
evaluación y estimación global del riesgo, y en estratificar las
prioridades del tratamiento. Desde el punto de vista epidemiológico,
los estudios de intervención han demostrado que a
pesar de encontrarse una reducción significativa y constante
del RR de ECDV, la reducción del RA varía considerablemente,
puesto que este es una función del nivel del riesgo basal inicial
(38-40). Dicho de otra manera, si se clasifica a un individuo
determinado con un riesgo basal de presentar un evento
cardiovascular del 10 % (a diez años, por ejemplo) y al cual
se le inician medidas preventivas de tratamiento y de estilo
de vida, su RR cae una tercera parte, mientras que su RA se
reduce a 6,7 % (una RAR del riesgo de 3,3 %). Pero si otro individuo
diferente, al cual se ha clasificado con un riesgo basal
elevado (del 30 %, por ejemplo) recibe las mismas medidas
preventivas, su RR también cae en cerca de una tercera parte,
pero la RAR es del 10 %; demostrando entonces que, la mejor
forma de clasificar a los individuos (desde el punto de vista
ECDV) es por medio del cálculo del RA (
Tabla
6).
Tabla 5. FRCDV mayores,
adicionales y no tradicionales
Definición de RCDVR
A lo largo de las últimas cinco décadas se ha podido establecer por
medio de estudios genéticos, de cohortes prospectivas, de
aleatorización mendeliana y experimentos clínicos aleatorizados
(enfocados en terapias que reducen el nivel
de cLDL) que existe una relación directa entre los niveles de
cLDL y ECDV (la elevación de cLDL se asocia con mayor riesgo
de ECDV, y la reducción de los niveles de cLDL se asocia con
un menor riesgo); demostrando la plausibilidad y el gradiente
biológico, la secuencia temporal, la especificidad, la fuerza
de asociación, la consistencia y la coherencia denotando, por
ende, la causalidad existente entre cLDL y ECDV (41-43). A través del
tiempo, el tratamiento de las dislipidemias y en particular de la
hipercolesterolemia, se ha convertido en una estrategia esencial en la
prevención de la ECDV. Las diferentes guías
de manejo recomiendan la reducción del nivel de cLDL como
objetivo primario, y la estrategia se basa en el manejo con estatinas.
No obstante, a pesar del tratamiento con este tipo de
medicamentos, el RCDV permanece elevado, y a tal riesgo se le
ha denominado RCDVR (
Figura 8).
Sin embargo, el RCDVR es un concepto dinámico, el cual
evoluciona de acuerdo con la evidencia proveniente de los estudios
observacionales y de intervención, de hecho, la mayor
evidencia proviene de estudios de intervención con estatinas,
que tienen como objetivo la reducción del cLDL (y en menor
medida de estudios que se han enfocado en otros componentes del perfil
lipídico, como el cHDL, el colesterol no-HDL, los
Tg, entre otros). Lo impreciso e incompleto de la definición
de RCDVR originó que se propusiera una definición más holística, la
cual establece el RCDVR como “
el
riesgo residual de
eventos vasculares incidentes; o la progresión de un daño vascular
establecido persistentemente, en pacientes tratados bajo
una recomendación actual basada en la evidencia, incluyendo
factores de riesgo establecidos como dislipidemia, HA, hiperglucemia,
inflamación, estilos de vida no saludables, y nuevos
factores de riesgo o emergentes”
(44). El RCDVR desde una
perspectiva epidemiológica y de salud pública, permite el desarrollo de
nuevas guías de manejo o de modelos de predicción, también posibilita
el desarrollo de diversos estudios de
intervención y la generación de nuevos medicamentos (45).
De una u otra forma, el RCDVR está siempre asociado con la
presencia de dislipidemia, por ejemplo, la dislipidemia aterogénica
(DA). Si se tiene en cuenta que la reducción del RR para
ECDV es del 25 %-35 % (dependiendo del riesgo basal, y bajo terapia con
estatinas), existe una reducción adicional de dicho
riesgo al disminuir más aún los niveles de cLDL (por ejemplo,
con altas dosis de estatinas o al utilizar concomitantemente
medicamentos como ezetimibe o iPCSK9 (inhibidores de la
proproteína convertasa de subtilisina kexina 9) (46, 47).
Adicionalmente, junto con los niveles de cLDL, otras lipoproteínas
aterogénicas y remanentes de partículas juegan un papel
preponderante en el RCDVR, en especial las lipoproteínas que
contienen apolipoproteína B (como las lipoproteínas que contienen alta
concentración de Tg y sus remanentes), las cuales
contribuyen al depósito de colesterol en la íntima y al desarrollo de
arterioesclerosis, formación y progresión de la placa
arteriosclerótica. Si a lo anterior se suma la disminución en
el número o en la funcionalidad de las moléculas de cHDL (lo
cual también contribuye a la generación de la placa
arterioesclerótica), queda entonces un campo amplio y controversial
acerca de cómo más podría reducirse en mayor proporción el
RCDVR (teniendo en cuenta que estas lipoproteínas “no-cLDL”
son efectores importantes en el transporte de Tg desde el hígado o el
intestino hacia los órganos que lo “consumen”, e intervienen en el
transporte reverso de colesterol).
Figura 8. Porcentaje de reducción
en el RCDV y en el RCDVR en algunos estudios con estatinas
A esta forma de dislipidemia no-cLDL se le conoce como
DA (48, 49). Las características que definen la DA son los disbalances
entre las lipoproteínas proaterogénicas ricas en Tg
que contienen apoB, y las lipoproteínas antiaterogénicas que
contienen APO AI (por ejemplo, HDL), por lo tanto, la DA puede
definirse como un nivel de Tg en ayunas ≥ 200 mg/dL, junto
con un valor bajo de cHDL (≤40 mg/dL en hombres y ≤50 mg/
dL en mujeres), en presencia de un nivel apropiado de cLDL;
esta dislipidemia es observada comúnmente en personas tratadas con
estatinas (por cLDL elevado) y es otro efector importante de RA y de RR
para ECDV (incluso, entre aquellos que han alcanzado metas de cLDL).
Otro parámetro para tener en
cuenta en la evaluación del RCDVR es el colesterol no-HDL;
teniendo en cuenta que el 90 % de la apoB100 deriva de las
LDL [aunque otras partículas también contienen apoB-100,
como las IDL, la Lp(a) y las VLDL]. El colesterol no-HDL es la
suma de colesteroles transportados en lipoproteínas que tengan apoB100
y permite, de forma simple, estimar el riesgo que
proviene de las VLDL, de las IDL y de la Lp(a) (50-52). El colesterol
total es la suma, entonces, del colesterol en las LDL,
en las HDL y en las VLDL. Normalmente las otras fracciones
que pueden transportar colesterol están en cantidades muy
pequeñas y por esto no se las considera en situaciones normales. La
fórmula
CT=cHDL+cLDL+cVLDL
representa bien este
concepto. Una VLDL está conformada por una capa externa de
fosfolípidos, que son el 28 % de la partícula, y por lípidos en
su interior: Tg (60 % de la partícula) y colesterol (12 %). Si se
tiene en cuenta que las VLDL son las principales transportadoras de Tg
y que la relación entre Tg y colesterol transportados
por las VLDL es de cinco a uno (60 a 12), puede reemplazarse
en la fórmula el cVLDL por
Tg/5.
La fórmula entonces será:
CT=cLDL + cHDL + Tg/5. Y la
fórmula del colesterol
noHDL=CT–cHDL.
Como se ve en esta fórmula, quedan por fuera
el cLDL y los Tg/5. Si tenemos en cuenta que hay una meta
para cLDL según el riesgo del paciente, y que se acepta como
nivel apropiado de Tg un valor de 150 mg/dL, la fórmula del
CT podría escribirse también así:
CT=cLDL
meta + cHDL +
30. De allí puede deducirse que el valor deseable de colesterol
no-HDL debe ser el valor de meta para el cLDL + 30. Si este
valor es mayor, querrá decir que las fracciones que habitualmente no
aparecen, como remanentes de quilomicrones, cIDL,
o Lp(a), están elevadas.
Recomendaciones para reducir el RCDV
Es claro que la meta inicial de control del perfil lipídico debe
basarse en el riesgo basal del paciente, aplicando las diferentes
escalas de riesgo (idealmente ajustadas para la población específica).
Una vez que el riesgo ha sido establecido, debe enfocarse
el cLDL como el objetivo primordial de manejo (<55, <70, <100,
<130 mg/dL) o una reducción entre 30 %-50 % o >50 % del valor
basal del cLDL (con terapia con estatinas de moderada o alta
intensidad, respectivamente). El tratamiento hipolipemiante
de elección para reducir el cLDL son las estatinas, y entre ellas,
la mayor evidencia en eficacia, potencia y desenlaces finales se
dispone con: rosuvastatina, atorvastatina, simvastatina, pravastatina y
lovastatina (53-55). Si el individuo no alcanza la meta
de cLDL con dosis convencionales de estatinas, pueden adicionarse
(aunque los niveles de evidencia son variables) ezetimibe,
secuestrantes de ácidos biliares (SAB), o fármacos nuevos,
como los iPCSK9.
En los sujetos que han alcanzado la meta deseada de cLDL
con estatinas, pero que persisten con niveles elevados de Tg
(>200 mg/dL) debe calcularse el colesterol no-HDL; si este último
sobrepasa en 30 mg/dL el valor de la meta establecida de
cLDL, se recomienda (condicionado a que haya otros factores
de riesgo, o en presencia de al menos un RCDV intermedio)
adicionar un fibrato a la estatina. Ante la necesidad de combinar
estatinas con fibratos, se debería considerar como primera
elección el ácido fenofíbrico (o el fenofibrato), el bezafibrato,
o el ciprofibrato (por el menor riesgo de interacciones medicamentosas
con las estatinas), dejando el gemfibrozil como
segunda opción (por el mayor riesgo potencial de efectos adversos
relacionados al asociarse con estatinas) (56-58). En
aquellos pacientes con niveles de Tg >500 mg/dL no es posible
realizar el cálculo del cLDL (por medio de la fórmula de Friedewald),
por lo que en esos pacientes la estrategia inicial es la
reducción de los Tg, por medio de intervención farmacológica
y no farmacológica (por el alto riesgo de pancreatitis que tienen estos
individuos); una vez el nivel de Tg sea menor de 400
mg/dL, debe volverse a calcular el cLDL y llevar el paciente
a la meta que se haya considerado dependiendo de su riesgo
basal (59-62).
Tratamiento de las dislipidemias
CTEV y su importancia en el tratamiento de las dislipidemias y en
el RCDV
La incorporación de hábitos saludables (dieta y ejercicio)
disminuye el RCDV, no solo por su efecto en la dislipidemia,
sino también al modificar otros FRCDV, y por reducir el estrés
oxidativo y otros procesos inflamatorios. La actividad física
junto a la dieta, es el principal componente en los programas
de pérdida de peso y mantenimiento del mismo; tanto el entrenamiento de
fuerza como el aeróbico mejora el control glucémico, el nivel de
lípidos, y la presión arterial. Se recomienda
una actividad física moderada (y vigorosa), entre 3,5-7 horas/
semana o 30-60 minutos la mayor parte de los días de la semana (por
ejemplo, caminar a paso ligero, bicicleta estática, entre
otras actividades aeróbicas); adicionalmente, se recomienda
realizar actividades de fortalecimiento muscular al menos dos
días a la semana (63). Desde 1957, con la publicación del estudio de
los siete países, se soportó la hipótesis del colesterol
y el desarrollo de la enfermedad arterioesclerótica (EA), pero
solamente en 1972 el “
National
Academy of Sciences-National
Research Council” declaró que el riesgo de EA estaba ligado
a los niveles de colesterol sérico, y por lo tanto se consideró
que la medida más eficiente para prevenirla era reemplazar
las grasas saturadas por ácidos grasos polinsaturados (PUFA)
(64). En el “Lyon Diet Heart Study” se demostraron los beneficios de la
intervención basada en el consumo de dieta tipo
mediterráneo (baja en productos animales, grasas saturadas,
y con énfasis en el consumo de aceite de oliva, leguminosas,
frutas y vegetales). De igual forma, en el estudio “PREvención
con DIeta MEDiterránea (PREDIMED)” en pacientes con alto
RCDV, pero sin ECDV, se demostró una reducción importante
en eventos cardiovasculares (al suplementar a los individuos
con aceite de oliva extra virgen y frutos secos). Lo anterior
permite concluir que, después de cinco décadas de estudios
llevados a cabo con dietas bajas en grasas saturadas, bajas en
colesterol, con incremento en el consumo de PUFA, se reducen
los niveles de colesterol sérico, pero no se disminuye la incidencia de
IAM o de muerte por ECDV. Por su parte, las dietas
con un patrón mediterráneo son particularmente cardioprotectoras, aun
cuando no hayan demostrado disminuir el CT o
el cLDL (65, 66). Los alimentos que hacen parte de un estilo
mediterráneo en la dieta son:
nueces,
frutas (sobre todo no
tropicales), vegetales de hoja verde, legumbres, granos enteros,
pescado, consumo moderado de alcohol, fibra, aves de corral y
aceite de oliva. En cuanto a los aceites vegetales, se
recomiendan aceites como el de oliva, el de cártamo (o de alazor) y el
de
canola. No se recomienda ningún aceite vegetal cocinado, ya
que este proceso modifica la estructura de los aceites, convirtiéndolo
en grasas
trans.
- Mantecas vegetales y margarinas.
- Comidas rápidas como nuggets, pollo frito, papas fritas.
- Snacks salados o productos fritos en paquete.
- Palomitas de maíz para ser preparadas en microondas
(sin embargo, debe tenerse en cuenta que las palomitas
de maíz preparadas en olla, y con mínimo aceite no tienen por qué ser
prohibidas, más aún, se las recomienda en
muchas dietas por su bajo contenido calórico).
- Aceites fritos.
- Chocolatinas, helados y cremas no lácteas para mezclar en
el café.
- Productos de repostería y pastelería.
- Alimentos congelados (especialmente pizzas).
- Sopas y salsas preparadas.
- Galletas, donuts, barritas de cereales, pasteles congelados.
- Productos precocidos como empanadas, croquetas y canelones.
El panel de expertos se pronuncia en favor del consumo
moderado de huevo entero, ya que a pesar de su contenido elevado en
colesterol (proveniente de la yema), varias revisiones
sistemáticas han encontrado que no hay relación entre su consumo y el
aumento del RCDV, por el contrario, es una fuente excepcional de
proteína. Una revisión sistemática y metaanálisis
reciente no encontró asociación entre el consumo de colesterol de la
dieta (de cualquier fuente, no solamente aportado por
alimentos como el huevo) y ECDV, pero dada la gran heterogeneidad y
falta de rigurosidad metodológica de los estudios
incluidos, los autores no consideran sus resultados como concluyentes,
ya que el RCDV global es modulado en forma importante por la calidad
del patrón dietario general y no solo
por el aporte del colesterol dietario (67, 68). Hasta la fecha,
no existen experimentos clínicos que evalúen primariamente
el impacto del consumo de huevo sobre la incidencia de eventos
cardiovasculares. Recientemente se publicó un estudio que
evaluó las asociaciones entre el consumo de colesterol proveniente de
la dieta (o de huevos), sobre la incidencia de ECDV
y la mortalidad por toda causa, a partir de datos recolectados
entre los años 1985 y 2016 (provenientes de 6 estudios de cohortes
prospectivas y de 29615 participantes en Estados Unidos de
Norteamérica). La interpretación de los resultados se
basó en el consumo adicional de 300 mg de colesterol dietario
(por día), o de medio huevo adicional (por día), lo cual equivalía a un
consumo de 1 huevo 3-4 veces/semana (o un consumo
total de 3-4 huevos/semana). Se encontró que por cada 300
mg adicionales de colesterol dietario, existe un aumento significativo
del riesgo de ECDV (HR: 1,17; CI: 1,09-1,26), y de
la mortalidad de toda causa (HR: 1,18; CI: 2,51-6,36); dichas
asociaciones fueron independientes de otros FRCDV (IMC, DM,
presión arterial, niveles de lípidos), grasa dietaria, consumo de
proteína animal, fibra, o patrones dietarios, con 2 excepciones
(las asociaciones entre el consumo de colesterol dietario e incidencia
de ECDV y mortalidad de toda causa no fueron significativas después de
ajustar por el consumo de huevos, carnes
rojas no procesadas, y carnes procesadas; y la asociación entre consumo
de colesterol dietario y mortalidad de toda causa
tampoco fue significativa después de ajustar por el consumo
de huevos). Por su parte, el consumo de medio huevo adicional/día se
asoció con un aumento significativo en la incidencia
de ECDV (HR: 1,06; CI 95 %: 1,03-1,10) y con mortalidad de
toda causa (HR: 1,08; CI 95 %: 1,04-1,11); dichas asociaciones
permanecieron después de ajustar por otros FRCDV, consumo
de grasa animal, proteína animal, fibra, sodio o patrones dietarios. No
obstante, las asociaciones entre el consumo de huevo
e incidencia de ECDV o de mortalidad de toda causa no fueron
significativas después de ajustar por el consumo de colesterol
dietario (69). Por lo anterior, se concluyó que el alto consumo
de colesterol dietario o de huevo se asocia significativamente
con un aumento en la incidencia de ECDV y en la mortalidad
de toda causa (en una manera dosis-respuesta), independientemente de la
cantidad y de la calidad de grasa proveniente de
la dieta. Con base en los resultados anteriores, se debe tener
en cuenta que los estudios observacionales (de cohortes de
poblaciones tan grandes como el mencionado), pueden cambiar puntos de
vista de manera radical, y los mismos deben ser
tomados con mucha precaución y cautela, ya que generalmente
proporcionan una evidencia indirecta de asociación, y no
necesariamente demuestran causalidad (en especial cuando
la medida de asociación –HR- demuestra una asociación “débil” entre el
probable factor de exposición y el desenlace). Adicionalmente, el
estudio se basó en una única autoevaluación
inicial para determinar la dieta de los individuos (y no en el
potencial cambio de la dieta que una persona puede presentar
a lo largo del tiempo). Por lo tanto, plantear si el consumo de
huevo es “malo” o “bueno” en especial si se hacen recomendaciones sobre
cuántos huevos se pueden ingerir al día (o a la
semana) en el momento es difícil de establecer. El límite recomendado
puede depender de muchos factores y puede variar
de individuo a individuo. En general, la moderación en el consumo es
clave en una dieta saludable. Quizás la decisión sobre el número de
huevos a ingerir depende de factores como:
otras fuentes disponibles de proteínas, así como la forma en
que se preparan los huevos (hervidos, fritos, tipo de aceite, los
acompañamientos de la dieta, entre otros), de esta forma, se
debe individualizar en cada paciente la cantidad de huevo que
ingiere por día o por semana, teniendo en cuenta que es una
fuente confiable, económica y accesible de proteínas, macro y
micronutrientes.
En resumen, los efectos del estilo de vida sobre los niveles
del cLDL son:
- Tanto el consumo de grasas trans como las grasas saturadas pueden
incrementar los niveles de cLDL; por ejemplo,
por cada 1 % de aumento en su consumo de ellas hay un
aumento en el nivel de cLDL de 0,8-1,6 mg/dL. Sin embargo, las grasas
saturadas incrementan el nivel de cHDL (en
tanto que las trans lo disminuyen).
- Los ácidos grasos saturados, como el esteárico (c18), no
incrementan los niveles de cLDL, en contraste con el láurico
(c12), el mirístico (c14), y el palmítico (c16) que sí lo hacen.
- Si el 1 % de la energía derivada de la grasa saturada se
reemplaza por n6-PUFA (ácidos grasos omega-6) se produce
una disminución de 2 mg/dL en el nivel de cLDL, en tanto
que los n3-PUFA no tienen efectos sobre los niveles de cLDL.
- Una reducción de 10 Kg en el peso corporal se refleja en
una disminución de 8 mg/dL en el nivel de cLDL.
Por otro lado, las dietas ricas en ácidos grasos monoinsaturados (MUFA)
mejoran la sensibilidad a la insulina en comparación con dietas con
alto contenido de grasas saturadas, por lo
tanto, el reemplazo de grasas saturadas por MUFA tiene un efecto
marcado en la reducción de los niveles de Tg. En individuos
con hipertrigliceridemia grave, en quienes el nivel de quilomicrones
está elevado, se recomienda reducir la grasa saturada de
la dieta (a menos de 30 gm/día), e incrementar el consumo de
grasas de cadena media (C6-C12) (70, 71). El consumo habitual
de fructosa (10 % de las calorías diarias) contribuye al aumento
de los Tg, y su consumo (entre el 15 %-20 % de las calorías),
incrementa el nivel de Tg entre 30 %-40 %. Como se comentó
previamente, el consumo de grasa saturada incrementa el nivel de cHDL,
pero también el de cLDL. El reemplazo de grasas
saturadas por MUFA no tiene efecto sobre el cHDL; en cambio,
los n-6 PUFA disminuyen el cHDL, y los n-3 PUFA lo disminuyen en cerca
de 5 % (72). El consumo de carbohidratos tiene un
efecto negativo sobre los niveles de cHDL; una dieta en la cual se
adicionan calorías provenientes de carbohidratos (a cambio
del mismo número de calorías proveniente de grasas) se refleja
en una disminución del cHDL de 0,4 mg/dL (por cada 1 % de
la energía sustituida) (73). El consumo moderado de alcohol se
asocia con un aumento en los niveles de cHDL (en comparación
con los abstemios). La reducción de peso tiene una influencia
benéfica en los niveles de cHDL. Por ejemplo, se observa un
aumento de 0,4 mg/dL por cada Kg de disminución en el peso
corporal (una vez la reducción del peso se haya estabilizado). La
actividad física aeróbica correspondiente a un gasto energético
total de 1500-2200 kcal/semana (como 25-30 km de caminata
rápida por semana, o cualquier actividad equivalente) puede incrementar
los niveles de cHDL en 3,1-6 mg/dL. La suspensión
del tabaquismo también contribuye al aumento del cHDL (siempre que se
evite el aumento en el peso corporal; esto se observa
a menudo poco después de dejar de fumar) (74, 75). Teniendo
en cuenta el impacto que las estatinas tienen sobre el cLDL, para
el panel de expertos es claro que, salvo en pacientes con hábitos
excepcionalmente inadecuados, como la ingesta de cantidades
alarmantes de grasas trans, no se debe dar espera al inicio de
estatinas en aquellos individuos que por su RCDV ameriten su uso,
esperando beneficios con el cambio de hábitos nutricionales. Se
debe recalcar que el impacto favorable de la dieta y del ejercicio
sobre el RCDV es mediado por otros factores, y el hecho de no
tener mayor repercusión (al menos en el cLDL) no debe desestimular su
recomendación (76).
Manejo farmacológico de las dislipidemias (hipolipemiantes
diferentes a las estatinas)
Se aceptan como hipolipemiantes no-estatinas a los SAB,
el ácido nicotínico-niacina (AN), los fibratos, los ácidos grasos
omega-3 (AGO-3), el ezetimibe, los iPCSK9, el lomitapide y el
mipomersén. Una revisión más amplia sobre los iPCSK9 se
realizará más adelante, y no se analizarán los dos últimos por
su uso específico en HF.
Se consideran tres situaciones en las cuales se requiere la
prescripción de un hipolipemiante no-estatina:
- Cuando es preciso llevar a cabo reducciones adicionales
en el nivel de cLDL: si con dosis altas de estatinas de alta
efectividad y CTEV no se llega a metas en el nivel de cLDL,
se requiere entonces asociar a la estatina un hipolipemiante
no-estatina. El AN unido a estatinas reduce el cLDL
en 19 % y los SAB lo hacen en 18 %-25 %. Los fibratos y
los AGO-3 asociados a estatinas tienen nula repercusión
sobre el cLDL, aunque los fibratos en monoterapia lo pueden reducir
hasta en 10 %-20 %. El ezetimibe como monoterapia o unidos a estatinas
reduce el cLDL en 19 %-23 %
y los iPCSK9 lo reducen aproximadamente en un 60 %. El
comportamiento de este grupo de fármacos, sobre el cLDL
y Tg en monoterapia, y asociados a estatinas puede ser
variable, dependiendo de la población evaluada (Tabla 7).
Es importante analizar el impacto de estos fármacos sobre la reducción
de ECDV, su tolerancia y adherencia. Los
estudios con AN en monoterapia muestran una reducción
significativa de ECDV, pero cuando se asocia a estatinas,
sus resultados no son significativos. Por otra parte, la tolerancia y
adherencia es baja (por los eventos adversos en
piel y sistema digestivo). Los efectos del AN sobre el metabolismo
lipídico incluyen entre otros, la supresión de la lipólisis, la
reducción de la síntesis hepática de Tg y de la secreción de cVLDL,
incremento de la degradación de apoB,
y disminución del catabolismo del cHDL. Por otra parte, el
AN origina una repuesta más favorable que los fibratos sobre el nivel
de cHDL, además produce una disminución importante sobre los niveles de
Lp(a). A pesar de lo anterior,
los experimentos clínicos no han demostrado un beneficio
cardiovascular del AN en individuos bien controlados con
estatinas y es poco claro si tiene algún beneficio en otros
tipos de pacientes; por lo tanto, el AN se recomienda principalmente
como tratamiento adjunto para la reducción
del nivel de Tg (77-79). Los SAB, los fibratos y los AGO-3,
cuando se utilizan unidos a estatinas, tienen una evidencia
discutible sobre la reducción de ECV. Muy recientemente,
el estudio REDUCE-IT (Reduction of
Cardiovascular Events
With Icosapent Ethyl–Intervention) un experimento clínico
multicéntrico, aleatorizado, doble ciego, controlado con
placebo asignó a 8179 pacientes a una intervención basada en etilo de
icosapento (un AGO-3 poliinsaturado, el cual
actúa reduciendo el nivel de los Tg, como resultado del
descenso del cVLDL) vs. placebo; con el objetivo de evaluar
la eficacia y seguridad de la terapia en pacientes con
hipertrigliceridemia y ECDV; o con DM y un FRCDV adicional,
con niveles elevados de Tg en ayunas (150 a 499 mg /dL)
y cLDL de 41 a 100 mg/dL, bajo tratamiento con estatinas
por al menos 4 semanas. En este estudio, el etilo de icosapento (4
gm/día) demostró una reducción del 25 % del
riesgo de eventos cardiovasculares mayores. El punto final
primario de eficacia [muerte cardiovascular, IAM no fatal,
ataque vascular cerebral (AVC) no fatal, revascularización
coronaria o angina inestable] se observó en el 17,2 % del
grupo del etilo de icosapento vs. 22 % con placebo (RR:
0,75; CI 95 %: 0,68-0,83; p <0,001). El beneficio se observó
en todos los componentes del punto final primario. El punto final
secundario (compuesto de muerte cardiovascular,
IAM no fatal o AVC no fatal) fue significativamente menor
en el grupo de etilo de icosapento (11,2 % vs. 14,8 % con
placebo, RR: 0,74; IC 95 %: 0,65-0,83; p <0.001) (80). En
cuanto a los AGO-3, el incremento en el consumo de ácido
eicosapentaenoico (EPA), y de ácido docosahexanoico
(DHA), ha demostrado tener un efecto escaso (o no efecto)
sobre la mortalidad por toda causa, y de eventos cardiovasculares,
muerte de origen cardiovascular, y AVC. El EPA
y el DHA reducen ligeramente los niveles de Tg e incrementan el nivel
de cHDL. Por su parte, el ácido α-linolénico
(ALA) se ha asociado con reducción de la tasa de eventos
cardiovasculares y la mortalidad de origen coronario (con
escasa evidencia sobre otros desenlaces). En general, se
considera que el tratamiento con AGO-3 probablemente
no sea útil para la prevención o el tratamiento de la enfermedad
cardiovascular; no obstante, el ALA podría tener un
efecto protector para algunas de las enfermedades cardiocirculatorias
(81). La tolerancia y adherencia de los SAB
es baja por sus efectos gastrointestinales (especialmente
con colestiramina); mientras que el colesevelam es mejor
tolerado, pero tampoco tiene estudios que demuestren reducción de ECDV.
La tolerancia y adherencia de los fibratos
y los AGO-3 en general son aceptables. Por su parte, el ezetimibe
combinado con simvastatina alcanza una reducción
significativa de ECDV, y tiene una excelente tolerancia y
adherencia. El ezetimibe combinado con altas dosis de las
estatinas más efectivas (rosuvastatina o atorvastatina), es
una buena alternativa para lograr una mayor reducción en
el cLDL (82). En resumen, cuando se busca una mayor reducción de cLDL
(para el logro de metas), asociar estatinas
con hipolipemiantes no-estatinas es una buena alternativa, y dentro de
dichas alternativas, las que tienen el mejor
impacto sobre el cLDL (con buena tolerancia, adherencia,
mínimos efectos colaterales y reducción significativa de
ECV) son el ezetimibe y los iPCSK9.
- En presencia de síntomas musculares asociados a las
estatinas (SMAE): en individuos con verdaderos SMAE,
quienes definitivamente no pueden tolerar ninguna dosis de cualquier
estatina, hay seis opciones para reducir
los ECDV con hipolipemiantes no-estatina, utilizados
como monoterapia. En esta situación, se debe buscar el
hipolipemiante en monoterapia que más reduzca el cLDL
(como se comentó previamente), el que reduzca de manera significativa
ECDV, y el que tenga la mejor tolerancia y
adherencia. Los iPCSK9 han demostrado una reducción
significativa de ECDV, excelente tolerancia y adherencia.
Los otros cinco hipolipemiantes, utilizados como monoterapia, tienen
algunas limitaciones sobre la reducción de
ECDV, sobre el nivel de cLDL y sobre la tolerancia (Tabla
8). El ezetimibe en monoterapia no ha demostrado reducción
significativa de ECDV; sin embargo, es una alternativa
en individuos con SMAE y es bien tolerado. Los fibratos
en monoterapia, (al compararse con placebo) muestran
una reducción significativa del riesgo de IAM no fatal y de
revascularización, pero no sobre el riesgo de AVC, ni sobre
mortalidad cardiovascular o total. Los SAB han demostrado reducir ECDV
como monoterapia, pero su tolerancia y
adherencia son bajas, lo que limita su uso en la práctica
clínica. El AN como monoterapia es otra alternativa en intolerantes a
estatinas, al demostrar reducción de ECDV;
su mayor limitación son los frecuentes eventos adversos
que conllevan una pobre adherencia. Los AGO-3 tienen repercusión sobre
el nivel de Tg (pero no sobre el nivel de
cLDL). Una recomendación precisa para prescribirlos, son
las personas con evento coronario previo y que tengan intolerancia o
contraindicación a los otros hipolipemiantes
(83-85). Una descripción más detallada de los SMAE se
describirá en la sección de “Manejo farmacológico de las
dislipidemias (hipolipemiantes tipo estatinas)”.
- Uso en hipertrigliceridemia
grave aislada que no responde
adecuadamente a cambios en estilo de vida: en el tratamiento de
las dislipidemias, un aspecto en el que existe
actualmente menos evidencia es en demostrar si la reducción de los
niveles de Tg disminuye ECDV; es por ello, que
las recomendaciones generalmente son del tipo “opinión
de expertos”. En los casos en los que los niveles de Tg son
muy altos (en especial cuando son >800 mg/dL), el riesgo principal
para estos individuos es el de pancreatitis.
Por ello, se recomienda iniciar inmediatamente fibratos
asociados con CTEV (y evaluar e intervenir causas secundarias). En
presencia de hipertrigliceridemia aislada, con
niveles entre 500 y 800 mg/dL, se debe recomendar CTEV,
y de igual forma evaluar e intervenir causas secundarias. Si
persisten estos valores en el tiempo, se recomienda iniciar
manejo farmacológico con fibratos, teniendo en cuenta que
estos fármacos reducen los Tg hasta en un 50 % (86, 87).
En la eventualidad de persistir el nivel de Tg >500 mg/dL
a pesar de CTEV y del manejo con fibratos, se recomienda
asociar AGO-3 en su forma farmacológica (no suplementos)
y en dosis de 4 gm/día (siguiendo los lineamientos, tal y
como se describió previamente en el estudio REDUCE-IT, en
donde la dosis de etilo de icosapento fue de 2 gm cada 12
horas). En personas con alto RCDV con Tg >500 mg/dL, la
primera opción son dosis altas de las estatinas más efectivas (por
reducir estas el cLDL y los Tg en más del 50% y 35
%, respectivamente). Si después de esta estrategia persisten los Tg
elevados, se debe considerar terapia dual (estatinas-fibratos, ver sección sobre RCDVR). En estas
circunstancias, en las que es necesaria la terapia dual, la estatina
preferida es la rosuvastatina y el fibrato recomendado es el
ácido fenofíbrico (por ser esta asociación la más segura en
relación con la aparición de rabdomiólisis) (88, 89). Si se
utilizan otras estatinas y otros fibratos, es prudente un estricto
seguimiento a los pacientes (tanto clínicamente como
por laboratorio). En individuos con alto riesgo de ECDV, con
Tg entre 200-500 mg/dL, se recomiendan las estatinas de
alta efectividad (y a dosis altas) como primera opción (90).
En personas con alto RCDV, con colesterol no-HDL fuera de
metas (y con intolerancia a fibratos), es factible considerar
a los AGO-3 asociados a estatinas, especialmente en pacientes con
antecedente de EAC (Tabla 9).
Tabla 7. Terapia hipolipemiante
(no-estatina, diferentes a iPCSK9) y su efecto sobre los niveles de
cLDL y Tg
Manejo farmacológico de las dislipidemias (hipolipemiantes tipo
estatinas)
Las estatinas son consideradas los medicamentos de elección para la
reducción del cLDL; actualmente se dispone de
moléculas como fluvastatina, lovastatina, pitavastatina, pravastatina,
simvastatina, rosuvastatina y atorvastatina. Las estatinas
son inhibidoras competitivas y selectivas de la
3-hidroxi-3-metilglutaril-CoA (Hmg-CoA) reductasa, la enzima
responsable de
la conversión de Hmg-CoA a mevalonato (en la vía de la síntesis
del colesterol). Al reducirse la síntesis de colesterol ocurre una
suprarregulación de los receptores de cLDL, con un incremento
concomitante en la depuración del mismo; la reducción en los
niveles hepáticos de cLDL mediada por estatinas incrementa la
expresión del gen que codifica para el LDL-R, realzando de esta
forma la tasa metabólica del cLDL y la extracción de remanentes de
cVLDL, lo que conlleva a la disminución en los niveles de
cLDL (91, 92). Adicionalmente, las estatinas también incrementan la
“salida” del colesterol desde los macrófagos. La evidencia
actual demuestra que las estatinas reducen el nivel plasmático
de cLDL en un 2 0%-55 %, en una característica “dosis-dependiente” con
un efecto modesto sobre la reducción de los niveles
de cVLDL, cIDL, y Tg (10 %- 30%), y un incremento en el nivel
de cHDL de 2 %-10 % (
Tabla 10).
Las estatinas están indicadas
para el tratamiento de la hipercolesterolemia o hipertrigliceridemia
(junto a CTEV). El uso universal de estas moléculas es
para la prevención primaria y secundaria de la ECDV, en especial la
EAC. Los experimentos clínicos controlados y metaanálisis han
demostrado en un seguimiento promedio a cinco años,
una reducción del nivel de cLDL de 38 mg/dL (1 mmol/L), lo
cual se traduce en una reducción del 21 % en eventos vasculares
mayores (IAM no fatal o muerte por ECDVA), un 19 % de reducción del
riesgo en revascularización coronaria, y un 16 % de
reducción del riesgo en AVC. Adicionalmente, se ha demostrado
que reducciones mayores en los niveles de cLDL se asocian con
una menor incidencia de eventos cardiovasculares, revascularizaciones y
AVC isquémico, lo cual indica que una reducción en
el valor de cLDL de 2-3 mmol/L (76-114 mg/dL) origina una
reducción de dichos eventos de 45 %-50 %; y que al compararse
con un régimen de tratamiento estándar, una intervención más
intensiva puede reducir un 15 % adicional en eventos vasculares mayores
(por lo que la magnitud de la reducción es directamente proporcional a
la reducción absoluta del nivel de cLDL)
(93-95). El tratamiento intensivo con estatinas también ha demostrado
una reducción global del 10 % en la mortalidad por
toda causa, al compararse con grupos controles, y se ha demostrado que
por cada reducción de 1 mmol/L en el nivel de cLDL,
se reduce el riesgo de eventos vasculares oclusivos en un 20 %
(independientemente de la concentración basal de colesterol).
Los efectos benéficos de las estatinas se han documentado en
todas las poblaciones estudiadas, independientemente del sexo,
raza, edad y de la presencia o no de enfermedades o condiciones
concomitantes, y se ha extendido a subgrupos poblacionales
con definiciones de riesgo específicas.
Por otra parte, se ha demostrado que en adultos >40 años,
sin historia previa de ECDVA, el beneficio absoluto del tratamiento con
estatinas es mayor para aquellos individuos con
alto RCDV basal; y la reducción en el riesgo de eventos
cardiovasculares es similar a lo largo de diferentes estratos
clínicamente relevantes (definidos según el score de RCDV, nivel
basal de lípidos, y presencia de enfermedades o condiciones
como DM, HA, síndrome metabólico o disfunción renal; teniendo en cuenta
que la mayoría de los estudios en prevención primaria no incluyen
individuos de diferentes razas ni participantes ≥75 años) (96). Por
otro lado, las estrategias en prevención
secundaria (definida como el efecto de reducir eventos cardiovasculares
recurrentes) se han enfocado en recomendar el tratamiento de alta
intensidad con estatinas (o hacer el cambio a
alta intensidad en aquellos que reciben manejo con estatinas
en baja o moderada intensidad); es más, se establece que el
tratamiento con estatinas de alta intensidad suministrado
inmediatamente después de un evento cardiovascular, es la forma más
efectiva de terapia. El impacto de dicha intervención está
positivamente relacionado no sólo con la morbilidad sino
también con la mortalidad a corto y a largo plazo (97). En prevención
primaria, las diferentes guías de manejo recomiendan
el manejo con estatinas para los siguientes grupos poblacionales de
riesgo:
- Pacientes con un riesgo de eventos cardiovasculares a 10
años ≥7,5 %, con consideración especial para aquellos con
un riesgo del 5 % hasta <7,5 %; individuos con niveles de
cLDL ≥ 190 mg/dL; personas de 40-75 años con DM1 y
DM2, y cLDL ≥70 mg/dL.
- En otras guías (NICE), se recomienda el tratamiento con
estatinas si el riesgo a 10 años de ECDV es ≥10 %.
- Para otras guías, el tratamiento con estatinas se recomienda si
el riesgo del primer evento arterioesclerótico fatal a
10 años es ≥10 %. Para dichas guías de manejo, las dosis
de estatinas son variables (96-98).
En prevención secundaria, el uso de estatinas se recomienda
virtualmente para todos los pacientes con ECDV conocida,
puesto que reducen la mortalidad, el riesgo de IAM y de AVC en
adultos con enfermedad cardíaca coronaria (aunque la evidencia respecto
a la reducción de la mortalidad y de AVC en mujeres
es limitada). Adicionalmente, el uso de estatinas en dosis altas
reduce el riesgo de AVC y de IAM no fatal (respecto al uso de
estatinas en dosis de moderada intensidad en individuos con
ECDV). Las estatinas tienen diferencias en el metabolismo hepático, lo
cual tiene gran importancia por el riesgo potencial de
interacciones con otros fármacos, por ejemplo, la atorvastatina,
lovastatina y simvastatina se metabolizan por la isoforma 3A4
del citocromo P450 (CYP3A4), existiendo fármacos que pueden
producir un efecto inhibidor significativo con dosis terapéuticas en
esta vía metabólica, y pueden eventualmente elevar los
niveles en plasma de dichas estatinas, aumentando el riesgo de
miopatía (99-102). Por su parte, la rosuvastatina se metaboliza
por la isoenzima 2C9 del citocromo P450 (75 %), por lo que al
utilizar principalmente esta vía de metabolismo se podrían evitar
algunas de las interacciones que se producirían en caso de
utilizar otro tipo de medicamentos. La pravastatina no es metabolizada
por la isoforma 3A4 del citocromo P450 en una
cantidad clínicamente significativa, por lo que se considera
como la estatina que menos interacción presenta desde el
punto de vista clínico.
Tabla 9. Uso de hipolipemiantes
(no-estatinas, diferentes a iPCSK9) en hipertrigliceridemia grave
Los eventos adversos más comunes
relacionados con el uso de estatinas son las complicaciones
hepáticas (elevación de los niveles de transaminasas), renales,
musculoesqueléticas (mialgias, rabdomiólisis). La presencia de mialgias
se ha encontrado en el 10 %-15 % de los
pacientes tratados con estatinas (aunque el riesgo puede ser
mayor en aquellos pacientes polimedicados o con historia de
insuficiencia renal). La frecuencia de rabdomiólisis es baja,
y en general es mayor en personas que reciben terapia dual
(estatinas/fibratos) (103-105). Por otra parte, se ha asociado
el uso de estatinas con un mayor riesgo de diabetes mellitus;
el riesgo se establece para el uso de cualquier tipo de estatinas
[frente a grupos de individuos que no utilizan estatinas,
(RR: 1.44; 95 % CI: 1,31-1,58)]. Dicho riesgo es mayor para
estatinas como atorvastatina o simvastatina, al compararse
con fluvastatina, lovastatina, y pravastatina. Aunque las tasas de
síntomas musculares relacionadas al uso de estatinas
son relativamente bajas y similares al placebo en los experimentos
clínicos aleatorizados, la prevalencia en la práctica
clínica es más alta, y es una de las razones principales de no
adherencia; la presentación clínica de los síntomas músculoesqueléticos
es altamente subjetiva, con un amplio espectro de síntomas (dolor,
debilidad muscular) los cuales no se
asocian usualmente con elevación concomitante de los niveles de la
creatinina quinasa (CK), lo cual dificulta el abordaje
de dicha condición (106) (
Tablas 11 y
12). En la evaluación
de pacientes con SMAE deben siempre excluirse otras causas y
condiciones desencadenantes, por ejemplo, hipotiroidismo, déficit de
vitamina D, incremento en la intensidad de
la actividad física, trastornos reumatológicos, uso de
glucocorticoides, risperidona, inmunosupresores, uso de opioides,
alcohol, antirretrovirales, entre otros. En los pacientes con
síntomas musculares y CK<4 veces LSN con bajo RCDV debe
establecerse el riesgo/beneficio de iniciar manejo no farmacológico
enfocado en reducir el nivel de colesterol (frente a
la suspensión del tratamiento con estatinas); mientras que,
en aquellos individuos con alto RCDV debe individualizarse
la continuidad del tratamiento en relación con los síntomas
musculares; en estos casos puede plantearse el uso de estatinas en
dosis bajas, o el cambio de una estatina por otra, o
utilizar el medicamento en dosis intermitentes, o plantear la
necesidad de otros medicamentos hipolipemiantes. En individuos de bajo
riesgo, con síntomas musculares y niveles
de CK>10 veces LSN, se recomienda suspender la estatina, y
luego de revalorar el uso del medicamento, puede reiniciarse
una estatina diferente, en dosis bajas o en dosis intermitentes
(monitoreando siempre el nivel de CK). Para individuos
con alto RCDV, con síntomas musculares y CK >4 y <10 veces
LSN, puede mantenerse el tratamiento, haciendo seguimiento a los
niveles de CK (si llegado el caso, su nivel se eleva a
>10 veces LSN, entonces se recomienda suspender –al menos
temporalmente- la estatina, y evitar nuevamente la estatina
que originó el problema).
Tabla 11. Definiciones de
síntomas musculares asociados
al
uso de estatinas (panel de
consenso, Sociedad Europea
de Arterioesclerosis)
Si los niveles de CK retornan a su valor normal, puede iniciarse otra
estatina diferente, en dosis bajas (monitoreando el
nivel de CK); si los niveles de CK persisten elevados a pesar de
la suspensión de la estatina, deben considerarse causas subyacentes de
miopatía (miositis inflamatorias, hipotiroidismo,
entre otras). En individuos con niveles de CK >10 veces LSN
en los cuales no se han documentado causas secundarias de
la elevación de la CK, debe suspenderse la estatina por el alto
riesgo de rabdomiólisis, si el nivel de CK vuelve al valor normal
al suspender la estatina, se recomienda reiniciar otra estatina
diferente en dosis bajas o intermitentes, haciendo seguimiento estricto
a la sintomatología del paciente y a los niveles de
CK; si existe alta sospecha de rabdomiólisis, la estatina debe
ser suspendida. En personas con nivel de CK >40 veces LSN,
se recomienda hospitalización inmediata, evaluando el probable daño
renal, y deben iniciarse medidas de soporte como
hidratación vigorosa, y alcalinización de la orina (
Figura 9).
En estos individuos, debe considerarse a largo plazo el uso de
hipolipemiantes no-estatinas (por ejemplo, iPCSK9, ezetimibe,
SAB, fibratos, AGO-3) (107, 108). El seguimiento de los pacientes en
manejo con estatinas debe realizarse a las seis semanas
posteriores al inicio de la terapia, y cada seis semanas hasta
que la meta preestablecida sea alcanzada; a partir de allí se
recomienda realizar el seguimiento a intervalos de 6-12 meses
(dependiendo de la adherencia del paciente y de lo exigente de
las metas del perfil lipídico); también se recomienda medir los
niveles de transaminasas antes del inicio de la terapia, y a los
tres meses después de su inicio, y luego solicitarlo de manera
periódica (por ejemplo, cada 6 meses). Si los niveles iniciales
de ALT son ≥3 veces LSN se recomienda iniciar la estatina en
bajas dosis (108).
Tabla 12. Índice clínico
propuesto para la presencia de
mialgias inducida por estatinas
Terapias novedosas y anticuerpos monoclonales
anti-PCSK9
La reducción del cLDL está claramente asociada con la reducción del
riesgo de eventos vasculares cerebrales y cardíacos, y con la reducción
en el proceso arterioesclerótico (109,
110). Las estatinas son herramientas de gran potencia, que
han demostrado su utilidad en la prevención de eventos y en
la reducción del crecimiento de las lesiones arterioscleróticas,
en la estabilización de placas y hasta en la regresión de la placa
(111, 112). A pesar de la efectividad demostrada de las estatinas en
desenlaces duros, así como de su combinación con
ezetimibe, hay casos en los que estas terapias no son efectivas,
bien porque no se toleran, porque los niveles de colesterol son
muy elevados para la capacidad de modificación de las terapias, o
porque hay un defecto genético que impide la función
de los medicamentos convencionales (113, 114). En la HF se
combinan dos características principales: la
elevación marcada de los niveles de cLDL,
que pueden llegar a valores de 1000
mg/dL y, la
presencia de enfermedad
coronaria temprana, aún
en la niñez en casos extremos. Los defectos genéticos existentes (casi
siempre autosómicos dominantes, que involucran la
disminución o ausencia de receptores para LDL, la reducción
del ligando ApoB o el aumento de actividad de la PCSK9) y la
condición de homocigoto (Ho) o heterocigoto (He), son los determinantes
de la respuesta a medicamentos (115, 116).
Medicamentos novedosos
Los niveles de cLDL se controlan mediante la expresión y
actividad de una enzima, la convertasa de Hmg-CoA y mediante
la expresión y función de receptores para las LDL. Las estatinas
actúan mediante la inhibición de la reductasa de Hmg-CoA y el
aumento secundario de la expresión de receptores para LDL.
Pero se hacía necesario tener medicamentos con mecanismos
de acción diferentes para los casos mencionados, intolerancia
a estatinas, niveles muy elevados no controlables en pacientes
con RCDV elevado, o en casos de HF con valores no controlables
con estatinas (HFHo, y muchos casos de HFHe) (117).
Mecanismos de acción de medicamentos novedosos
Se han desarrollado medicamentos con dos mecanismos
principales de acción: la inhibición de la PCSK9 con anticuerpos
monoclonales, que protege los receptores para cLDL y aumenta su
función; y la inhibición de la síntesis de cVLDL, que
lleva a la reducción de los niveles de cLDL, sin que sea necesaria la
mediación de los receptores para LDL.
Inhibición de la PCSK9
La captación de colesterol necesita la expresión del LDL-R
y de la LDL-RAP1, que interviene en el ingreso a la célula del
receptor, una vez que este ha captado el colesterol. El LDL-R se
expresa en la superficie externa de la célula hepática y se une
el cLDL mediante la ApoB (que actúa como ligando). La regulación del
receptor es muy precisa y depende de los niveles séricos de colesterol
y de algunos otros estímulos, como la función
tiroidea, lo que explica la hipercolesterolemia que ocurre en el
hipotiroidismo (118, 119). Una vez en el interior de la célula,
se produce un cambio conformacional en el receptor, mediado
por el pH del interior de la célula, induciendo la liberación de
la partícula de LDL. El receptor vuelve a salir a la superficie, y
por el pH neutro recupera su conformación original, por lo que
puede recibir otra partícula de LDL. Este proceso puede repetirlo cada
receptor hasta 100 o 120 veces (120). Si hay exceso de colesterol
libre, se inhibe la transcripción del gen y disminuye la expresión de
los receptores, y un mecanismo alterno
es la destrucción del LDL-R antes de su retorno a la superficie.
Por otra parte, la PCSK-9 sale al exterior, y se une al LDL-R. El
complejo de PCSK-9/LDL-R/cLDL ingresa a la célula, en donde se libera
el LDL, pero la PCSK-9 induce la degradación del
receptor, por lo que disminuye la recirculación de los LDL-R.
Figura 9. Algoritmo para el
enfoque del manejo del paciente con intolerancia a las estatinas
Anticuerpos monoclonales
Los anticuerpos monoclonales (-mab- por monoclonal antibodies, en
inglés) son agentes efectivos por su especificidad
para los blancos terapéuticos para los que se diseñaron. Sin
embargo, pueden generar respuesta inmunogénica, que altera
potencialmente su seguridad y sus propiedades farmacocinéticas. La
respuesta depende, en gran parte, de la composición
de los anticuerpos (
Figura 10).
En algunos casos provienen de anticuerpos purificados de
origen murino (que tienen siempre el infijo -0- antes del final,
como ibritum-o-mab, utilizado para linfoma no-Hodgkin de células B).
Por su origen (netamente murino) tienen alta probabilidad de producir
reacciones inmunológicas y alérgicas. Mediante
ingeniería genética se fueron reemplazando secuencias de origen murino
por secuencias de origen humano, lo que ha modificado sustancialmente
la inmunogenicidad. En algunos anticuerpos, el origen es parcialmente
murino (hasta un 33 %) y reciben
el nombre de quiméricos (su infijo es -xi-, como el ritu-xi-mab,
utilizado en una amplia variedad de trastornos autoinmunes,
como artritis reumatoide). Si el porcentaje de origen murino
está entre 5 % y 10 %, se les llama humanizados (que se pueden
identificar por el infijo -zu-, como el bococi-zu-mab, anticuerpo
contra PCSK-9) (121-123). Finalmente, algunos son de origen
humano por completo, y se les llama completamente humanos.
Su infijo es -u- como aliroc-u-mab o evoloc-u-mab. Su origen humano los
hace los menos inmunogénicos (menor producción de
anticuerpos y menos anticuerpos neutralizantes) y los que menos
probabilidad tienen de producir reacciones alérgicas.
Figura 10. Tipos de anticuerpos
según su origen
Anticuerpos monoclonales contra PCSK9
La utilización de anticuerpos monoclonales contra PCSK9
ha demostrado ser la estrategia más efectiva para reducir los
niveles de cLDL. Se han estudiado varias moléculas, de las cuales una,
bococizumab, fue retirada en fases avanzadas de investigación por
atenuación no anticipada del efecto de reducción de LDL, un alto nivel
de inmunogenicidad y altas tasas de
reacciones en el sitio de inyección, probablemente en relación
con su característica de no ser un anticuerpo completamente
humano (es humanizado, de origen murino) (124). Otras dos
moléculas han sido estudiadas, alirocumab y evolocumab, que
son completamente humanas (producidas en humanos). Las
dos moléculas son para uso subcutáneo, bien en dosis cada
dos semanas o una mensual. Los estudios han mostrado su
capacidad para la reducción del cLDL, así como de colesterol
no-HDL, ApoB y aún Lp(a), con seguridad y buena tolerabilidad. Las
guías tanto europeas, como norteamericanas, las recomiendan con
indicaciones especiales y precisas (125, 126).
Evolocumab
Son anticuerpos monoclonales completamente humanos
que inhiben la PCSK9 y logran reducciones en el cLDL hasta del
60 %. Se presenta en solución para inyección en jeringas prellenadas,
con dos dosis disponibles [en jeringas prellenadas o
en inyectores prellenados de estilo pluma (140 mg) y en cartuchos (420
mg)], que se utilizan con un dosificador automatizado. La inyección se
hace subcutánea en el abdomen, muslo o
brazos. La dosis recomendada es de 140 mg cada dos semanas
o de 420 mg una vez al mes. Esta última es la dosis inicial recomendada
en casos de HFHo, y puede ser aumentada a 420 mg
cada dos semanas (127, 128). La biodisponibilidad absoluta es
de aproximadamente 82 %, se metaboliza como las proteínas,
con ruptura en pequeños péptidos y en aminoácidos. No se espera una
excreción renal significativa; no necesita ajustes ni
en insuficiencia hepática ni renal leve a moderada. No hay aún
estudios disponibles con insuficiencia renal o hepática grave,
por lo que no se recomienda su uso en dichos casos. Tampoco
se recomienda su uso en mujeres embarazadas o lactantes, se
sabe que atraviesa la barrera placentaria, pero no hay datos
suficientes de su concentración en leche materna.
Programa de
investigación y resultados con evolocumab
El evolocumab ha sido estudiado con un programa de estudios que incluye
al menos 20 experimentos clínicos con 30 000
pacientes, y que ha demostrado tener efectividad en la reducción
significativa de cLDL, reducción de placa, y en eventos
cardiovasculares. El programa se llama PROFICIO (
Program to Reduce LDLC and Cardiovascular
Outcomes Following Inhibition of PCSK9 In
Different Populations), e incluye:
Estudios de
seguridad y efectividad a largo plazo
- FOURIER (Further
Cardiovascular OUtcomes Research with
PCSK9 Inhibition in Subjects with Elevated Risk), en pacientes
con ECDV (129)
Población de
estudio
- Ambos sexos, entre 40 y 85 años de edad, que tuvieran
ECDVA evidente, definida como historia de infarto de miocardio, AVC no
hemorrágico o EAP sintomática, con valores de cLDL ≥70 mg/dL, que
estuvieran en un régimen
óptimo de terapia hipolipemiante.
Desenlaces del estudio
- El desenlace primario fue de eventos cardiovasculares mayores,
definidos como un compuesto de muerte cardiovascular, IAM, AVC,
hospitalización por angina inestable o revascularización coronaria. El
desenlace secundario era un
compuesto de muerte cardiovascular, IAM, o AVC. 27 564
pacientes con enfermedad aterosclerótica demostrada, que
tenían cLDL ≥70 mg/dL y que recibían estatinas fueron
evaluados por un promedio de 2,2 años. Recibieron aleatoriamente
evolocumab 140 mg cada dos semanas (o 420 mg
mensuales) o placebo. El promedio de cLDL inicial fue 92
mg/dL y el promedio final fue 30 mg/dL, en una reducción
promedio de mínimos cuadrados de 59 %. Hubo una reducción de los
eventos del desenlace primario (1344 pacientes
en evolocumab vs. 1563 pacientes en placebo), HR=0,85
(IC95 % 0,79 a 0,92) y del desenlace secundario (816 pacientes vs.
1013), HR=0,80 (IC95 % 0,73 a 0,88). Los resultados fueron consistentes
en los subgrupos analizados y no
hubo diferencias en eventos adversos (como casos nuevos
de DM o eventos neurocognoscitivos).
- GLAGOV (GLobal Assessment of
Plaque ReGression with a
PCSK9 AntibOdy as Measured by IntraVascular Ultrasound)
en pacientes que van a cateterismo cardíaco, para determinar el efecto
sobre la placa, medida por ultrasonido (130). 968 pacientes que
llegaban para angiografía coronaria fueron aleatorizados a recibir
evolocumab 420 mg cada mes o
placebo, en inyección subcutánea, por 76 semanas, además
de estatinas, con promedio de edad de 59,8 años (27,8 %
mujeres). El desenlace principal fue el cambio nominal en
porcentaje de volumen de ateroma (PAV), medido por ultrasonido
intracoronario. Los desenlaces secundarios fueron el cambio nominal en
el volumen total normalizado de
ateroma (TAV) y el porcentaje de pacientes en los que se
demostró regresión. El grupo de evolocumab obtuvo una
media ponderada por tiempo en cLDL de 36,6 mg/dL vs.
93 mg/dL en el grupo placebo (p<0,001). En el parámetro
primario de efectividad, la PAV aumentó 0,05 % en el grupo placebo y se
redujo 0,95 % con evolocumab (p<0,001);
en el parámetro secundario, la TAV disminuyó 0,9 mm3 con
placebo y 5,8 mm3 con evolocumab (p<0,01). Finalmente,
evolocumab indujo regresión de placa en 64,3% de los pacientes vs. 48,9
% en placebo (diferencia 12,5 %, CI 95 %:
5,9-19,2 %).
- EBBINGHAUS: es el estudio más grande con iPCSK9 en la
evaluación de efectos sobre memoria, aspectos cognoscitivos, atención y
tiempo de reacción (131). Los pacientes
recibieron 140 mg cada dos semanas (o 420 mg mensuales). Se evaluaron
1974 pacientes, con edad promedio de
63 años (28 % mujeres), fueron excluidos los que tuvieran
diagnóstico de demencia, alteraciones cognoscitivas o enfermedades con
alteraciones mentales significativas o alteraciones neurológicas. Se
utilizaron como pruebas como: The
Cambridge Neuropsychological
Test Automated Battery,
que evalúa funciones ejecutivas, memoria de trabajo, función de la
memoria y tiempo de reacción; un cuestionario
de evaluación de aspectos cognoscitivos y el denominado
“Spatial Working Memory strategy index”.
Los resultados
mostraron que no hubo inferioridad de evolocumab en relación con el
placebo (p para no-inferioridad <0,0001). Los
autorreportes de los pacientes fueron también similares, así
como los reportes de eventos adversos cognoscitivos por el
investigador. Los pacientes con valores bajos extremos de
cLDL (<25 mg/dL) tuvieron función cognoscitiva similar a
la de los que tuvieron valores más altos.
- DESCARTES (Durable Effect of
PCSK9 Antibody CompARed
wiTh PlacEbo Study) en pacientes con dislipidemia en riesgo de
enfermedad cardiovascular (132). En 901 pacientes
estratificados por riesgo se comparó placebo vs. atorvastatina 10 u 80
mg/día (o con adición de ezetimibe). La reducción global de cLDL fue
57,0±2,1% (p<0,001).
- OSLER-2 (133). (Open Label
Study of Long TERm Evaluation Against LDL-C Trial-2) en los
pacientes que terminaron cualquiera de los estudios de fase 3.
- TAUSSIG (Trial Assessing Long
Term USe of PCSK9 Inhibition in Subjects with Genetic LDL Disorders)
en pacientes
con HF grave.
Estudios en poblaciones especiales
- TESLA y TAUSSIG. En pacientes con HFHo (134, 135). Este
fue un estudio con 50 pacientes con HFHo (edad ≥12 años)
en tratamiento estable con hipolipemiantes al menos por
cuatro semanas; fueron aleatorizados a 420 mg o placebo
cada cuatro semanas por 12 semanas.
- En el grupo de tratamiento activo se logró una reducción
del cLDL (medido por ultracentrifugación) de -30,9 % [vs.
placebo (CI 95 %: -43,9 a -18,0 %)].
- No hubo eventos adversos significativos ni clínicos ni de
laboratorio y no se detectaron anticuerpos contra evolocumab.
- LAPLACE-2 y YUKAWA-2, la combinación con estatinas en
pacientes con dislipidemia (136, 137).
- GAUSS-1, GAUSS-2 y GAUSS-3, en pacientes con hiperlipidemia que
no toleran estatinas (138-140).
- MENDEL-2, como medicación única en pacientes con hiperlipidemia
(141, 142).
- RUTHERFORD-2 y TAUSSIG, en pacientes con HFHe (143).
- THOMAS-1 and THOMAS-2, evaluación del uso de la pluma
autoinyectora y el inyector personal (144).
Indicaciones
aprobadas para evolocumab
Además de la dieta y de la terapia con estatina máxima tolerada,
se usarán, cuando se requieran reducciones adicionales de cLDL en las
siguientes condiciones (145):
- Pacientes con HFHe, o HFHo
- Pacientes con ECDVA clínica
- Para reducir el riesgo de infarto del miocardio, AVC y
revascularización coronaria
- Niños de 12 o más años con HFHo.
Alirocumab
Son anticuerpos monoclonales completamente humanos que
inhiben la PCSK9 y logran reducciones del cLDL entre 36 % y
59%. Se presenta en solución para inyección en jeringas prellenadas o
en inyectores prellenados de estilo pluma con dosis de 75 o
de 150 mg. La inyección se hace subcutánea en el abdomen, muslo o
brazos. La dosis recomendada es de 75 mg cada dos semanas,
y si se necesitan mayores reducciones de colesterol se puede aumentar a
150 mg cada dos semanas, o a 300 mg cada cuatro semanas (esta dosis no
tiene aprobación en Colombia). Los ajustes
deben hacerse a las ocho semanas de tratamiento, con base en el
perfil lipídico de control. El medicamento puede ser autoadministrado y
necesita refrigeración, pero debe ser expuesto a temperatura ambiente
al menos media hora antes de la aplicación (146).
La máxima inhibición de la PCSK9 se obtiene a las 4-8 horas de
aplicación. La vida media en estado estable es de 17-20 días. La
biodisponibilidad absoluta es aproximadamente del 85 %, en un
volumen de distribución aproximado de 0,04 a 0,05 L/Kg (147).
El medicamento se degrada a péptidos pequeños y a aminoácidos
individuales. No tiene ningún efecto sobre enzimas del
citocromo P450 ni sobre otras proteínas transportadoras.
Programa de investigación y resultados con alirocumab
El alirocumab se ha estudiado y sigue aún en investigación
con un programa de 23 estudios de fase 3, que incluyen al menos 2000
centros de estudios en todo el mundo, con más de
23 500 pacientes y ha demostrado tener efectividad en la reducción
significativa de cLDL, reducción de placa, y en eventos
cardiovasculares. El programa se llama ODYSSEY e incluye:
Estudios de seguridad y efectividad a largo plazo
ODYSSEY Outcomes (148). Experimento clínico aleatorizado, que comparó
placebo con alirocumab en pacientes después de un síndrome coronario
agudo en un estudio de seguimiento a 48 meses.
Población de estudio
18 964 pacientes que hubiesen tenido entre 1 a 12 meses
antes un evento por síndrome coronario agudo (IAM o angina
inestable), mayores de 40 años (edad promedio 58), de ambos
sexos, que estuvieran recibiendo terapia de alta intensidad con
estatinas (o intolerancia a estatinas documentada) al menos
por dos semanas (atorvastatina 40-80 mg/día o rosuvastatina
20-40 mg/día) y que tuvieran un inadecuado control de lípidos,
definido como cLDL >70 mg/dL, o colesterol no-HDL >100 mg/
dL, o apoB >80 mg/dL.
Intervención del estudio
Alirocumab
75 mg subcutáneos cada 2 semanas (ajustable
a 150 mg) o placebo, en pacientes con terapia hipolipemiante
óptima. El medicamento se ajustaba de 75 a 150 mg para lograr
un cLDL entre 25 y 50 mg/dL, pero por encima de 15 mg/dL.
Desenlaces del estudio
El objetivo primario es la ocurrencia de eventos cardiovasculares
compuestos (muerte por enfermedad coronaria, IAM,
AVC, o angina inestable que requiriera hospitalización. Los objetivos
secundarios son cualquier evento coronario, cualquier
evento mayor coronario, cualquier evento cardiovascular, un
compuesto de mortalidad por todas las causas, IAM no fatal,
AVC isquémico no fatal, y mortalidad por todas las causas.
Resultados
Se encontró una reducción en eventos cardíacos mayores
de 11,1 % (placebo) a 9,5 % (alirocumab), para un HR de 0,85
(CI 95 %: 0,78-0,93); los desenlaces de los componentes individuales
fueron: muerte por enfermedad coronaria 2,2 % vs.
2,3 % (p=0,38), IAM 6,6 % vs. 7,6 % (p=0,006), AVC isquémico
1,2 % vs. 1,6 % (p=0,01) y angina inestable 0,4 % vs. 0,6 %
(p=0,02). En desenlaces secundarios se encontró reducción en
muerte/IAM/AVC isquémico de 11,9 % a 10,3 % (p=0,0003);
mortalidad por todas las causas 4,1 % a 3,5 % (p=0,026);
revascularización coronaria por isquemia 8,8 % a 7,7 %
(p=0,009). La reducción de cLDL fue de 54,7 % a los 48 meses.
Los pacientes con cLDL inicial >100 mg/dL presentaron mayor
beneficio: en eventos mayores 11,5 % vs. 14,9 %, HR=0,76;
muerte coronaria 2,5 % vs. 3,4 %, muerte cardiovascular 2,9 %
vs. 4,2 %, mortalidad por todas las causas 4,1 % vs. 5,7 %, aunque el
valor de p para interacciones no fue significativo (149).
Las principales conclusiones fueron:
- Alirocumab, utilizado cada dos semanas, reduce eventos
isquémicos, que incluyen mortalidad por todas las causas
e infarto de miocardio en pacientes con síndrome coronario agudo en los
últimos 12 meses.
- Este fue un estudio con una meta concreta de cLDL, el primer
estudio en plantearla (se buscaba llevar a los pacientes a un cLDL
<50 mg/dL).
- El estudio claramente evaluó una población más inestable
que la del estudio FOURIER, por lo que no son comparables los
resultados.
Estudios en
poblaciones especiales
- Odyssey LONG TERM. Pacientes con cLDL ≥ 70 mg/dL, seguidos por 18
meses (150, 151). Este fue un estudio con
2341 pacientes adultos con alto riesgo cardiovascular o
con HFHe, que recibían estatina en dosis máxima, con o sin
otras terapias hipolipemiantes que tuvieran cLDL ≥70 mg/
dL, aleatorizados a alirocumab 150 mg cada dos semanas o
placebo, por 78 semanas. El desenlace primario fue el porcentaje de
cambio en cLDL a partir de la base, por intención
de tratar. Los puntos secundarios fueron los porcentajes
de cambio de las otras fracciones lipídicas en los pacientes
que tomaban el medicamento. Adicionalmente se evaluó la
seguridad a largo plazo, incluyendo eventos cardiovasculares mayores
como criterios de seguridad. El promedio de
edad de los participantes fue de 60 años (37,8 % mujeres).
La tasa de adherencia al medicamento fue 98 % para alirocumab y 97,6 %
para placebo, y la tasa de descontinuación
fue de 28,2 % para alirocumab y de 24,5 % para placebo. El
porcentaje medio de cambio en el cLDL a partir de la línea
de base fue de -61 % para alirocumab (contra 0,8 % en el
grupo placebo). El promedio absoluto de cLDL al final del
estudio fue de 48 mg/dL en el grupo de alirocumab. Se obtuvo la meta de
cLDL <70 mg/dL en 79,3 % de los pacientes
que recibieron alirocumab (versus 8 % en el grupo placebo).
El porcentaje de pacientes con cualquier evento adverso fue
similar para los dos grupos, así como fueron similares entre
alirocumab y placebo los eventos que llevaron a suspensión
del medicamento. Fueron más frecuentes las reacciones locales en el
sitio de inyección en el grupo de alirocumab.
Pacientes con HFHe
y dosis máxima de estatina
- Odyssey FH I y Odyssey FH II. En pacientes con cLDL ≥70
mg/dL, con HF, seguidos por 18 meses (152).
- Odyssey HIGH FH. Pacientes con cLDL ≥160 mg/dL, seguidos por 18
meses (153).
- Odyssey OLE. Estudio en más de mil pacientes de los estudios
anteriores, seguidos por 30 meses en una fase abierta.
Pacientes con Alto RCV y cLDL elevado
- Odyssey COMBO I y Odyssey COMBO II (comparado con
estatina + ezetimibe). Pacientes con cLDL ≥70 mg/dL en
dosis máximas de estatina, seguidos por 12 meses (COMBO I) o por 24
meses (COMBO II) (154).
- Odyssey CHOICE I. Pacientes con riesgo alto o moderado,
con cLDL ≥70 mg/dL, seguidos por 12 meses.
Estudios con poblaciones adicionales
- Odyssey MONO. Pacientes que no tienen medicamentos
hipolipemiantes, seguidos por seis meses.
- Odyssey ALTERNATIVE. Pacientes con intolerancia a las
estatinas, con cLDL ≥70 mg/dL, seguidos por seis meses.
- Odyssey CHOICE II. Pacientes no tratados con estatina, con
cLDL ≥70 mg/dL, seguidos por seis meses.
- Odyssey OPTIONS I. Pacientes que no están en meta en dosis
moderadas de atorvastatina, seguidos por seis meses.
- Odyssey OPTIONS II. Pacientes tratados con alirocumab
junto a rosuvastatina vs. otros tratamientos modificadores
de lípidos.
- Odyssey DM-DYSLIPIDEMIA. Este estudio evalúa la eficacia y
seguridad de alirocumab vs. cuidado usual reductor
de lípidos en individuos con DM2 y dislipidemia mixta con
alto RCV, con colesterol no-HDL inadecuadamente controlado, a pesar de
terapia con estatina a dosis máximas
toleradas.
Indicaciones
aprobadas para alirocumab:
Además de dieta y la terapia con estatinas máxima tolerada, se usará,
cuando se requieran reducciones adicionales de
cLDL en (155):
- Pacientes con HFHe.
- Pacientes con ECDVA clínica.
Estudios
integrativos con alirocumab y con evolocumab:
- Varios estudios con análisis y metaanálisis de estudios
con alirocumab, evolocumab y bococizumab han sido
realizados para determinar resultados globales tanto de
efectividad como de seguridad, los cuales han demostrado
consistentemente buena seguridad y tolerabilidad, similares al placebo,
y efectos de reducción de colesterol cLDL,
colesterol total, colesterol no-HDL y ApoB, así como reducciones en
Lp(a) y aún en triglicéridos (156-161).
La eficacia y seguridad de los iPCSK9 se resume en la
Figura 11.
Inhibidores de la proteína de
transferencia microsomal
de triglicéridos (lomitapide)
El lomitapide es un inhibidor de la proteína de transferencia
microsomal de triglicéridos, que inhibe la síntesis tanto de
quilomicrones como de cVLDL. Esto lleva a la reducción en el paso
de cVLDL a cIDL y posteriormente a cLDL, por lo que resulta
en disminuciones significativas de los niveles de colesterol, sin
que su efecto sea mediado por receptores (162, 163). Este mecanismo de
acción permite su uso en pacientes con HF, particularmente en aquellos
con pocos receptores o sin receptores. La
efectividad y la seguridad de lomitapide fueron evaluadas en un
estudio con seis pacientes con HFHo, entre 18 y 40 años de edad.
Los valores de cLDL variaron entre 480 y 789 mg/dL, en los que
no recibían ningún tratamiento hipolipemiante desde cuatro
semanas antes del estudio (estaban principalmente en aféresis). Los
pacientes fueron evaluados en los días 7, 14 y 28 para
efectividad, y 28 días después de la última dosis para seguridad.
Los pacientes mostraron tener ausencia de receptores (cuatro),
fenotipo negativo para receptores, pero actividad en los fibroblastos
cutáneos (uno) y receptor defectuoso por una mutación
(uno).
Figura 11. Eficacia y seguridad
de los iPCSK9 vs. placebo o vs. otros hipolipemiantes
Después de 28 días, y de titulaciones hasta 67 mg/día
se encontraron reducciones de cLDL de 614 mg/dL a 303 mg/
dL (reducción de 50,9 %, p<0,001). En apoB, la reducción fue
de 310 mg/dL a 136 mg/dL (reducción de 55,6 %, p<0,001) y
en Tg de 283 a 88 mg/dL (55,6 %, p<0,001). No hubo cambios
significativos en el cHDL, en la apoA1 o en la Lp(a). En efectos
adversos se reportó un aumento en la frecuencia de deposiciones (leve a
moderada), la cual fue transitoria y relacionada con
comidas con alto contenido graso, y elevación de aminotransferasas en
cuatro pacientes (entre 10 % y >30 %), en quienes
además hubo aumento de la grasa hepática. En el uso clínico se
recomienda la vigilancia de aminotransferasas y de la presencia
de grasa hepática. La dificultad para realizar estudios similares
en pacientes con HFHo llevó a que se hiciera un estudio con
modelamiento matemático para evaluar el efecto de lomitapide en
desenlaces cardiovasculares mayores y supervivencia. Se calcularon los
riesgos dependientes de edad y del tratamiento para
mortalidad y tiempo hasta el primer evento cardiovascular en
149 pacientes con HFHo. Se encontró que el tratamiento puede
aumentar la expectativa de vida en promedio 11,7 años y prolongar el
tiempo hasta el primer evento hasta en 6,7 años (164).
Se está llevando a cabo un registro de pacientes tratados con
lomitapide (Registro LOWER) para evaluar efectividad y seguridad a
largo plazo, en una población de al menos 300 pacientes
seguidos por 10 años (165). Varios estudios clínicos han evaluado, en
pacientes con HFHo, tanto la seguridad como la efectividad de
lomitapide, con resultados consistentes y reducción de
cLDL superiores a 50 % y efectos adversos gastrointestinales
manejables con dieta (166). Los efectos de reducción en cLDL y
la modificación benéfica de otras fracciones lipídicas hacen de
lomitapide una intervención de potencial utilidad en pacientes
con HFHo. Los efectos adversos, en particular hepáticos hacen
que deba ser evaluado el balance entre riesgos y beneficios.
Pero en el paciente con elevados niveles de cLDL que no tenga
receptores, o que los tenga defectuosos es una opción útil y con
demostrada efectividad.
Oligonucleótidos antisentido siRNA
(mipomersén)
El mipomersén está en la actualidad muy restringido, y
solamente puede ser utilizado mediante un programa REMS (evaluación y
mitigación de riesgo). El mipomersén interfiere
la acción del RNA mensajero que llevaría a la síntesis de apoB100 por
el hígado, ya que hibridiza la región codificadora del
mRNA y activa una enzima (RNase H) que degrada la cadena de
mRNA (167, 168). De esta manera, reduce de manera significativa la
producción de apoB-100, que a su vez va a disminuir la
excreción hepática de cVLDL, que debería convertirse a cLDL.
En pacientes con hipercolesterolemia severa debida a HFHo
es difícil alcanzar reducciones significativas de cLDL, debido a
defectos o carencia de los receptores para cLDL. En estos pacientes se
utiliza aféresis, que puede reducir entre 60 %-80 %
el cLDL, aunque se observa un rebote significativo en los días
siguientes a la aféresis. La reducción significativa del cLDL mediante
la interferencia con la síntesis de apoB se ofrece como
una opción terapéutica de potencial utilidad. En un experimento clínico
con 15 pacientes se evaluó el efecto de mipomersén (autoinyección de
200 mg s.c/semana, 11 pacientes)
en comparación con placebo (4 pacientes), en pacientes con la
máxima terapia hipolipemiante posible (169). Hubo tres suspensiones
tempranas del medicamento por efectos adversos
(reacciones moderadas a severas en el sitio de inyección n=3
y elevación de enzimas hepáticas n=1). Se evaluó el cambio en
cLDL pre-aféresis, que pasó de 185,3 a 142,8 mg/dL en el grupo de
mipomersén, sin cambios en el grupo placebo (p=0,02).
También se encontró una reducción no estadísticamente significativa de
lipoproteína Lp(a) de 40,2 mg/dL (16 %, p=0,21).
En un análisis
post hoc de
tres experimentos clínicos y de un
estudio abierto se incluyeron 674 pacientes con HFHo expuestos al menos
a 12 meses a mipomersén (170). Se encontraron eventos mayores en el
61,5 % de los pacientes durante 24
meses de tratamiento. La reducción en la tasa de eventos fue
de 25,7 por 1000 meses/paciente a 3,9 (OR: 0,053; CI 95 %:
0,016-0,268), coincidente con una reducción absoluta en cLDL
de 70 mg/dL (-28 %) y en el colesterol no-HDL de 74 mg/dL
(-26 %). Un metaanálisis evaluó la efectividad y seguridad de
mipomersén en ocho experimentos clínicos (n=462) y encontró una
reducción significativa en el nivel de cLDL de 32,37 %
(CI 95 %: 25,5-39,1), aunque aumentó el riesgo de reacción
en el sitio de inyección (RR: 2,05; CI 95 %: 1,39-3,04), elevación de
aminotransferasas (RR: 4,44; CI 95 %: 1,67-11,86) y
de esteatosis hepática (RR: 3,85; CI 95 %: 1,39-10,67) (171).
La reducción en el cLDL lo hace una intervención efectiva, que
debe, sin embargo, ser utilizada con precaución por los riesgos
de eventos adversos hepáticos.
Algunas situaciones especiales en el
manejo de las dislipidemias
Embarazo
Durante el embarazo normal ocurre un incremento continuo de todas las
lipoproteínas, con un pico de aparición cerca
al término. Las concentraciones generalmente no sobrepasan los 250
mg/dL de Tg o de CT, sin embargo, los incrementos mayores a estas
cifras se asocian con complicaciones del embarazo como hipertensión
inducida por el embarazo, preeclampsia,
diabetes gestacional y macrosomía fetal. Por esta razón las guías
de consulta preconcepcional recomiendan la realización de un
perfil lipídico antes del embarazo. La revisión sistemática de la
literatura ha mostrado que las estatinas probablemente no son
teratogénicas, sin embargo, las diferentes organizaciones regulatorias
internacionales de medicamentos, y las múltiples guías de
práctica clínica sugieren no utilizarlas durante el embarazo y la
lactancia (172, 173). Los fibratos pueden utilizarse para
hipertrigliceridemia grave después de finalizado el primer trimestre
del
embarazo. Los SAB y los AGO-3 son seguros en la gestante. Otros
medicamentos, entre los que están los iPCSK9 no tienen estudios
en embarazadas. El manejo de las dislipidemias en el embarazo
debe basarse en las medidas no farmacológicas, y las pacientes
deben ser seguidas frecuentemente por especialistas en terapia
médica nutricional y el médico obstetra para detectar precozmente las
complicaciones de la gestación. En caso de requerirse medicamentos
hipolipemiantes pueden utilizarse los SAB.
En caso de hipertrigliceridemia >500 mg/dL debe descartarse
siempre primero el diagnóstico de DM relacionada con el embarazo, y
enfatizar la terapia nutricional, en caso necesario pueden
utilizarse AGO-3 o fibratos desde el segundo trimestre. Si la mujer
recibe tratamiento activo con estatinas (por otra indicación,
incluyendo HF) estas deben suspenderse idealmente antes de la
concepción y reiniciarse luego de finalizada la lactancia (174).
Infección por VIH
Los avances en la terapia antirretroviral (TARV) lograron
convertir en una enfermedad crónica esta infección (175-177).
La sobrevida de los pacientes con VIH adherentes a la TARV es
similar a la de la población general, sin embargo, la frecuencia
de eventos cardiovasculares es mayor. Los infectados con VIH
desarrollan placas ateroescleróticas blandas, no calcificadas,
inestables, con tendencia a la ruptura y generación de eventos
trombóticos agudos. Varias razones contribuyen a la génesis
de la arterioesclerosis en el infectado con VIH. En primer lugar,
la activación crónica del sistema inmune que tienen estos pacientes
(con migración al fenotipo de monocito) contribuye a
la formación de ateromas inestables. Además, la frecuencia de
otros factores de RCDV es mayor en estos pacientes (tabaquismo, HA,
dislipidemia y DM). Finalmente, algunos medicamentos de la TARV pueden
producir lipodistrofia, elevación de los
Tg, reducción del cHDL y resistencia a la insulina. Las drogas
más modernas de la TARV carecen de este efecto; en cualquier
caso, los beneficios de la TARV superan los potenciales riesgos
de eventos cardiovasculares que pudieran ocasionar (178).
Para prevenir la ECDV en el paciente con VIH, es clave el uso
de la TARV y el control adecuado de los factores de RCDV modificables.
Debe realizarse siempre una valoración global del riesgo y el control
de todos los factores de RCDV modificables.
Ninguno de los sistemas de predicción usuales del riesgo ha
sido validado en esta población adecuadamente (por ejemplo,
Framingham y ATP III subestiman el riesgo). Un índice de
riesgo fue desarrollado en una cohorte de personas con VIH
(
Veterans Aging Cohort Study),
el cual incluye como variables
el recuento de linfocitos CD4 y la carga viral, el desenlace que
predice es la mortalidad total, pero se ha utilizado para mortalidad de
origen cardiovascular, y es útil para guiar la terapia
hipolipemiante. Por esta razón, se sugiere utilizar las metas de
riesgo alto del cLDL para dosificar las estatinas. Las estatinas
son igualmente efectivas en el paciente con VIH, al menos para
reducir el cLDL. Un factor a tener en cuenta son las posibles
interacciones farmacológicas entre la TARV y las estatinas, estas
deben revisarse siempre para cada caso particular utilizando
herramientas como
http://infodrogas-vih.org/ o
http://www.interaccionesvih.com/.
De esta forma, estatinas como simvastatina y lovastatina no deben ser
utilizadas en estos pacientes
por esta razón. En general, los inhibidores de proteasa incrementan las
concentraciones de dichas estatinas. Se recomienda iniciar idealmente
atorvastatina o rosuvastatina en bajas
dosis, e ir titulando según la evolución del paciente (con
pitavastatina y pravastatina no se requieren ajustes de dosis). Los
inhibidores de la transcriptasa reversa no nucleósidos hacen
lo contrario, y pudiera necesitarse una dosis mayor para iniciar la
terapia (179, 180). Actualmente está en curso el estudio
REPRIEVE (
Evaluating the Use of
Pitavastatin to Reduce the
Risk of Cardiovascular Disease in HIV infected Adults), en él se
evalúa si el uso rutinario de estatinas en los pacientes con VIH
reduce desenlaces cardiovasculares duros. Sólo entonces se
podrá hacer una recomendación sólida al respecto.
ERC
Los pacientes con disfunción renal crónica tienen un incremento de la
mortalidad ajustada por edad incluso antes de requerir diálisis. El
riesgo de eventos cardiovasculares aumenta a
medida que progresa la ERC, siendo mucho más alto antes de
requerir diálisis (donde puede ser 10 veces mayor, respecto a un
adulto de la misma edad) (181, 182). Luego del estadio 3, el riesgo es
similar a quienes han tenido un infarto del miocardio. Los
pacientes con ERC desarrollan progresivamente una dislipidemia mixta
aterogénica, con alteración en la maduración, función
y número de las moléculas de cHDL, aumento de los Tg, incremento leve
del cLDL y de la Lp(a). Además, existe una respuesta
inflamatoria constante debido al aumento de las LDL oxidadas,
disminución de los antioxidantes, disminución en la excreción
de citoquinas inflamatorias y aumento del estrés oxidativo por
exceso de radicales libres. Adicionalmente, la prevalencia de
los factores de riesgo tradicionales es mayor en quienes tienen
ERC. Esto puede llevar finalmente a una fibrosis con calcificación
vascular conocida como esclerosis de Monckeberg. El riesgo de
eventos cardiovasculares se correlaciona mejor con el grado de la ERC
que con los niveles de cLDL (183, 184). Por esta razón, se
recomienda el uso de estatinas (no basados en el cLDL sino el
grado de ERC según la clasificación KDIGO) (Tabla 13).
Existen tres escenarios en el manejo del RCDV en el paciente con ERC:
el paciente con ERC antes de requerir diálisis,
aquel en terapia dialítica y el paciente trasplantado renal.
El uso de estatinas en pacientes con ERC en estadio ≥A3
(antes de diálisis) ha demostrado reducir el riesgo de muerte y
de eventos coronarios (185). Este efecto es mayor en el estadio
3, y se atenúa en los estadios 4 y 5; de igual forma, este efecto
es más marcado para individuos >50 años. Se recomienda iniciar
estatinas en dosis de alta intensidad, y cumplir las metas
propuestas según sea su riesgo (alto, muy alto o extremo). En
pacientes en terapia dialítica, el tratamiento con estatinas no
es eficaz, y su uso debe individualizarse según el riesgo previo,
o si el paciente ya venía recibiendo y tolerando un tratamiento
específico. La recomendación para el uso de estatinas en los
trasplantados renales es hasta ahora débil e imprecisa. Las estatinas
pudieran tener algún papel en detener la progresión de
la ERC, revisiones sistemáticas recientes de la literatura, que
incluyen etiología diabética y no diabética de la ERC, encontraron que
no impactan los desenlaces renales duros, pero sí
se disminuye la proteinuria y el deterioro de TFG. En la ERC
estadio 3 no es necesario hacer ajustes a la dosis de las estatinas, y
en estadios 4 y 5 se recomienda dar el 50 % de la dosis.
El ezetimibe es útil y puede utilizarse sin realizar ajustes de
dosis. Los pacientes con ERC, particularmente cuando hay proteinuria,
tienen elevación de la PCSK9, y los iPCSK9 son una
terapia promisoria. Los análisis post hoc de los experimentos
clínicos con alirocumab y evolocumab han mostrado una eficacia y
seguridad similar a los pacientes sin ERC (186-188).
Tabla 13. Clasificación de la
enfermedad renal crónica
según la tasa de filtración
glomerular (TFG) y la
albuminuria
Conclusiones
- Las principales lipoproteínas plasmáticas son los quilomicrones,
remanentes de los quilomicrones, cVLDL, cLDL,
cHDL y la Lp(a). Estas se componen en términos generales
de una o varias apoproteínas, de una monocapa de fosfolípidos con
colesterol libre y un centro que contiene triglicéridos y ésteres de
colesterol. Las lipoproteínas se clasifican por su densidad y diámetro
como su nombre lo indica.
- La ECDV es la principal causa de muerte en el mundo. La
hipercolesterolemia y la hipertrigliceridemia son factores
de riesgo modificables para la ECDV. Las dislipidemias deben
considerarse una consecuencia de un estilo de vida
y dieta inapropiadas, además de la presencia de algunas
susceptibilidades genéticas.
- En la estimación del RCDV, la mayoría de las guías
internacionales recomiendan una herramienta de indicación
probabilística, que incluye los FRCDV tradicionales, para
poder estimar el riesgo de un evento cardiovascular arterioesclerótico.
- Es claro que el RCDV disminuye con la reducción del cLDL.
- La incorporación de hábitos saludables (dieta y ejercicio),
disminuye el RCDV, no solo por su efecto sobre los niveles
de lípidos en plasma, sino también porque modifica otros
FRCDV, y por tener un impacto en el estrés oxidativo y en
los procesos inflamatorios.
- El RCDV residual se define como el riesgo residual de
eventos vasculares incidentes; o la progresión de un daño
vascular establecido persistentemente, en pacientes tratados bajo una
recomendación actual basada en la evidencia,
que incluyen factores de riesgo establecidos como dislipidemia, HA,
hiperglucemia, inflamación, estilos de vida no
saludables, y nuevos factores de riesgo o emergentes.
- Se aceptan como hipolipemiantes no-estatinas a los SAB,
el AN, los fibratos, los AGO-3, el ezetimibe, los iPCSK9, el
lomitapide y el mipomersén.
- Las estatinas siguen siendo el medicamento base para el
control del colesterol, y se le puede adicionar ezetimibe
cuando haya necesidad.
- La HF implica un alto RCDV, la cual es más grave en los
casos de HFHo homocigota.
- Entre los nuevos medicamentos para el control de la
hipercolesterolemia, se ha encontrado una reducción de
alrededor de 60% del cLDL con iPCSK9, también se ha
encontrado reducción de la placa arterioesclerótica con
evolocumab y reducción de eventos duros (desenlace cardiovascular
combinado).
- Los estudios FOURIER y ODYSSEY-Outcomes, con evolocumab y con
alirocumab demostraron, reducción en eventos
duros.
- En los pacientes con alto RCDV, que no logran metas de
cLDL a pesar de dosis máximas toleradas de estatinas, se
hace necesario intervenir con iPCSK9.
- En los pacientes con HF, que no logran metas de cLDL a
pesar de dosis máximas toleradas de estatinas se hace necesario
intervenir con iPCSK9.
- Cuando se habla de dosis máxima de estatinas como requisito para
la aplicación de iPCSK9 puede ser “ninguna”
si hay intolerancia real.
- En los pacientes con HFHo puede ser útil el uso de evolocumab.
- La ausencia de receptores en la HFHo debe ser intervenida
con medicamentos que no actúen a través de los receptores para cLDL.
- La inhibición de la MTTP permite a lomitapide lograr reducciones
de cLDL sin que intervengan los receptores, lo
que la hace muy útil en HFHo.
- La inhibición de la producción de cVLDL mediante terapia
antisentido permite al mipomersén la reducción significativa de cLDL en
pacientes sin receptores, lo que la hace
muy útil para indicarlo en HFHo.
- Se sugiere la realización de un perfil lipídico dentro del
panel de estudios de la consulta preconcepcional. El tratamiento de las
dislipidemias durante el embarazo debe
basarse en la terapia médica nutricional. No deben utilizarse estatinas
durante el embarazo, y si la mujer recibe
tratamiento activo con estatinas antes del mismo, estas
deben suspenderse antes de la concepción.
- Los pacientes con infección por VIH deben ser considerados de
categoría de alto riesgo. Antes de iniciar una estatina
deben verificarse las posibles interacciones farmacológicas
con los medicamentos de la TARV. En caso de dislipidemia
secundaria a la TARV se recomienda continuar la TARV igual
y adicionar medicamentos hipolipemiantes.
- Se recomienda el uso de estatinas independientemente
del nivel de cLDL en pacientes con ERC estadio ≥3, que no
estén en terapia dialítica. En pacientes en estadio de ERC 4
o 5 para el inicio de la estatina se debe utilizar la mitad de
la dosis y monitorizar tolerancia y cumplimiento de metas.
- En todos los pacientes con SMAE, debe hacerse una valoración
integral del caso, en donde se analice la relación causal y se evalúen
las comorbilidades, los factores de riesgo
y las interacciones medicamentosas. Ante la presencia de
posibles SMAE los síntomas deben desaparecer al suspender la estatina.
En todos los pacientes debe intentarse una
segunda e incluso una tercera estatina diferente a la inicial
y a una dosis menor e intervalo mayor a la primera. En
elevaciones asintomáticas de la CPK solo es necesario suspender la
terapia si los valores superan 10 veces el LSN, si
se hace seguimiento del paciente. En casos de verdadera
intolerancia en pacientes de muy alto riesgo puede utilizarse la
monoterapia con ezetimibe, o los iPCSK9.
Referencias
1. Bakhai S, Bhardwaj
A, Sandhu P, et al. Optimisation of lipids for prevention of
cardiovascular disease in a primary care. BMJ Open Qual.
2018;7(3):e000071.
2. Wilson PWF, Polonsky TS, Miedema MD, et al. Systematic Review
for the
2018 AHA/ACC/AACVPR/AAPA/ABC/ACPM/ADA/AGS/APhA/ASPC/
NLA/PCNA Guideline on the Management of Blood Cholesterol: A Report of
the American College of Cardiology/American Heart Association Task
Force
on Clinical Practice Guidelines. J Am Coll Cardiol.
2019;73(24):3210-3227.
3. Lloyd-Jones DM, Braun LT, Ndumele CE, et al. Use of Risk
Assessment
Tools to Guide Decision-Making in the Primary Prevention of
Atherosclerotic Cardiovascular Disease: A Special Report From the
American
Heart Association and American College of Cardiology. J Am Coll
Cardiol.
2019;73(24):3153-3167. DOI: 10.1016/j.jacc.2018.11.005.
4. Sandesara PB, Virani SS, Fazio S, et al. The Forgotten Lipids:
Triglycerides,
Remnant Cholesterol, and Atherosclerotic Cardiovascular Disease Risk.
Endocr Rev. 2018;40(2):537-557. DOI: 10.1210/er.2018-00184.
5. Soran H, Adam S, Durrington PN. Optimising treatment of
hyperlipidaemia: Quantitative evaluation of UK, USA and European
guidelines taking
account of both LDL cholesterol levels and cardiovascular disease risk.
Atherosclerosis. 2018;278:135-142.
6. Cesena FHY, Laurinavicius AG, Valente VA, et al. Low-density
lipoproteincholesterol lowering in individuals at intermediate
cardiovascular risk:
Percent reduction or target level? Clin Cardiol. 2018;41(3):333-338.
7. Karr S. Epidemiology and management of hyperlipidemia. Am J
Manag
Care. 2017;23(9 Suppl):S139-S148.
8. Mensah GA, Roth GA, Fuster V. The Global Burden of
Cardiovascular Diseases and Risk Factors: 2020 and Beyond. J Am Coll
Cardiol.
2019;74(20):2529-2532.
9. Gheorghe A, Griffiths U, Murphy A, et al. The economic burden of
cardiovascular disease and hypertension in low- and middle-income
countries:
a systematic review. BMC Public Health. 2018;18(1):975. DOI: 10.1186/
s12889-018-5806-x.
10. Joseph P, Leong D, McKee M, et al. Reducing the Global Burden
of Cardiovascular Disease, Part 1: The Epidemiology and Risk Factors.
Circ Res.
2017;121(6):677-694.
11. Schargrodsky H, Hernández-Hernández R, Champagne BM, et al.
CARMELA: assessment of cardiovascular risk in seven Latin American
cities. Am J
Med. 2008;121(1):58-65.
12. Vinueza R, Boissonnet CP, Acevedo M, et al. Dyslipidemia in
seven Latin
American cities: CARMELA study. Prev Med. 2010;50(3):106-11.
13. Mora S. Nonfasting for Routine Lipid Testing: From Evidence to
Action.
JAMA Intern Med. 2016;176(7):1005-1006.
14. Rifai N, Young IS, Nordestgaard BG, et al. Nonfasting Sample
for the Determination of Routine Lipid Profile: Is It an Idea Whose
Time Has Come? Clin
Chem. 2016;62(3):428-435.
15. Mora S, Rifai N, Buring JE, et al. Fasting compared with
nonfasting lipids
and apolipoproteins for predicting incident cardiovascular events.
Circulation. 2008;118(10):993-1001.
16. Millar JS, Cuchel M. Cholesterol metabolism in humans: a review
of
methods and comparison of results. Curr Opin Lipidol. 2018;29(1):1-9.
17. de Boer JF, Kuipers F, Groen AK. Cholesterol Transport
Revisited: A New
Turbo Mechanism to Drive Cholesterol Excretion. Trends Endocrinol
Metab. 2018;29(2):123-133.
18. Reeskamp LF, Meessen ECE, Groen AK. Transintestinal cholesterol
excretion in humans. Curr Opin Lipidol. 2018;29(1):10-17.
19. Castro Cabezas M, Burggraaf B, Klop B. Dyslipidemias in
clinical practice.
Clin Chim Acta. 2018;487:117-125.
20. Mach F, Baigent C, Catapano AL, et al. ESC Scientific Document
Group.
2019 ESC/EAS Guidelines for the management of dyslipidaemias: lipid
modification to reduce cardiovascular risk. Eur Heart J.
2020;41(1):111-
188. DOI: 10.1093/eurheartj/ehz455
21. Graham IM, Catapano AL, Wong ND. Current guidelines on
prevention with
a focus on dyslipidemias. Cardiovasc Diagn Ther. 2017;7(Suppl
1):S4-S10.
22. Ramasamy I. Update on the laboratory investigation of
dyslipidemias. Clin
Chim Acta. 2018;479:103-125.
23. Jellinger PS, Handelsman Y, Rosenblit PD, et al. American
Association Of
Clinical Endocrinologists And American College Of Endocrinology
Guidelines For Management Of Dyslipidemia And Prevention Of
Cardiovascular
Disease. Endocr Pract. 2017;23(Suppl 2):1-87.
24. Cooney MT, Dudina AL, Graham IM. Value and limitations of
existing scores for the assessment of cardiovascular risk: a review for
clinicians. J Am
Coll Cardiol. 2009;54:1209-1227.
25. Ministerio de Salud y Protección Social – Colciencias. Guía de
práctica clínica para la prevención, detección temprana, diagnóstico,
tratamiento y
seguimiento de las dislipidemias en la población mayor de 18 años. 2014
- Guía No. 27. Bogotá: Ministerio de Salud y Protección Social; 2014.
26. Muñoz OM, García AA, Fernández D, et al. Guía de práctica
clínica para la
prevención, detección temprana, diagnóstico, tratamiento y seguimiento
de las dislipidemias en la población mayor de 18 años. Acta Med Colomb.
2014;39(Supl 2):5-27.
27. Muñoz OM, Rodríguez NI, Ruíz-Morales A, et al. Validación de
los modelos de predicción de Framingham y PROCAM como estimadores del
riesgo cardiovascular en una población colombiana. Rev Colomb Cardiol.
2014;21(4):202-212.
28. Jellinger PS. American Association of Clinical
Endocrinologists/American
College of Endocrinology Management of Dyslipidemia and Prevention
of Cardiovascular Disease Clinical Practice Guidelines. Diabetes
Spectr.
2018;31(3):234-245.
29. Cavallari I, Delli Veneri A, Maddaloni E, et al. Comparison of
Lipid-Lowering Medications and Risk for Cardiovascular Disease in
Diabetes. Curr
Diab Rep. 2018;18(12):138. DOI: 10.1007/s11892-018-1117-y.
30. Warraich HJ, Rana JS. Diabetic Dyslipidemia: Epidemiology and
Prevention of Cardiovascular Disease and Implications of Newer
Therapies. Curr
Cardiol Rep. 2018;20(12):125. DOI: 10.1007/s11886-018-1068-6.
31. Kocyigit D, Gurses KM, Tokgozoglu L. Anti-inflammatory therapy
in atherosclerosis. Front Biosci (Landmark Ed). 2020;25:242-269.
32. Mendis S, Chestnov O. The global burden of cardiovascular
diseases: a challenge to improve. Curr Cardiol Rep. 2014;16(5):486.
33. Ranganathan P, Pramesh CS, Aggarwal R. Common pitfalls in
statistical
analysis: Absolute risk reduction, relative risk reduction, and number
needed to treat. Perspect Clin Res. 2016;7(1):51-53.
34. Gigerenzer G, Wegwarth O, Feufel M. Misleading communication of
risk.
BMJ. 2010;341:c4830.
35. Pletcher MJ, Moran AE. Cardiovascular Risk Assessment. Med Clin
North
Am. 2017;101(4):673-688.
36. Ferrari R, Aguiar C, Alegria E, et al. Current practice in
identifying and
treating cardiovascular risk, with a focus on residual risk associated
with atherogenic dyslipidaemia. Eur Heart J Suppl. 2016;18(Suppl
C):C2-C12.
37. Humphries KH, Mancini GBJ. Reduction of LDL-C-related residual
cardiovascular risk with ezetimibe: are mechanistic considerations
warranted in practice? Eur Heart J. 2017;38(29):2276-2278. DOI:
10.1093/eurheartj/ehx275.
38. Krähenbühl S, Pavik-Mezzour I, von Eckardstein A. Unmet Needs
in LDL-C
Lowering: When Statins Won’t Do! Drugs. 2016;76(12):1175-1190.
39. Grupo de trabajo de Dislipemia Aterogénica de la Sociedad
Española de
Arteriosclerosis y Grupo Europeo de Expertos Practical recommendations
for the management of cardiovascular risk associated with atherogenic
dyslipidemia, with special attention to residual risk. Spanish
adaptation of a European Consensus of Experts. Clin Investig
Arterioscler.
2017;29(4):168-177.
40. Pérez A. Tratamiento estatino-céntrico de la dislipemia. ¿Nuevo
paradigma basado en la evidencia o solo parte de la evidencia?
Endocrinol Nutr.
2016;63:1-3.
41. Bello-Chavolla OY, Kuri-García A, Ríos-Ríos M, et al. Familial
combined
hyperlipidemia: current knowledge, perspectives, and controversies. Rev
Invest Clin. 2018;70(5):224-236.
42. Zitouni K, Steyn M, Earle KA. Residual renal and cardiovascular
disease
risk in conventionally-treated patients with type 2 diabetes: the
potential
of non-traditional biomarkers. Minerva Med. 2018;109(2):103-115.
43. Hernández-Mijares A, Ascaso JF, Blasco M, et al. Residual
cardiovascular
risk of lipid origin. Components and pathophysiological aspects. Clin
Investig Arterioscler. 2019;31(2):75-88. DO:
10.1016/j.arteri.2018.06.007.
44. Shapiro MD, Fazio S. Biologic bases of residual risk of
cardiovascular
events: A flawed concept. Eur J Prev Cardiol. 2018;25(17):1831-1835.
45. Cziraky MJ, Watson KE, Talbert RL. Targeting low
HDL-cholesterol to decrease residual cardiovascular risk in the managed
care setting. J Manag
Care Pharm. 2008;14(8 Suppl):S3-28.
46. Mata P, Alonso R, Pérez de Isla L. Atherosclerotic
cardiovascular disease
risk assessment in familial hypercholesterolemia: does one size fit
all?
Curr Opin Lipidol. 2018;29(6):445-452.
47. Toth PP, Granowitz C, Hull M, et al. High Triglycerides Are
Associated With
Increased Cardiovascular Events, Medical Costs, and Resource Use: A
RealWorld Administrative Claims Analysis of Statin-Treated Patients
With High
Residual Cardiovascular Risk. J Am Heart Assoc. 2018;7(15):e008740.
DOI: 10.1161/JAHA.118.008740.
48. Benjamin EJ, Virani SS, Callaway CW, et al. Heart disease and
stroke statistics—2018 update: a report from the American Heart
Association. Circulation. 2018;137(12):e67-e492.
49. Han JS, Kim K, Jung Y, et al. Metabolic Alterations Associated
with Atorvastatin/Fenofibric Acid Combination in Patients with
Atherogenic Dyslipidaemia: A Randomized Trial for Comparison with
Escalated-Dose Atorvastatin. Sci Rep. 2018;8(1):14642. DOI:
10.1038/s41598-018-33058-x.
50. Varbo A, Benn M, Tybjaerg-Hansen A, et al. Elevated remnant
cholesterol
causes both low‐grade inflammation and ischemic heart disease, whereas
elevated low-density lipoprotein cholesterol causes ischemic heart
disease without inflammation. Circulation. 2013;128(12):1298-1309.
51. Varbo A, Benn M, Tybjaerg-Hansen A, et al. Remnant cholesterol
as a causal
risk factor for ischemic heart disease. J Am Coll Cardiol.
2013;61(4):427-436.
52. Schwartz GG, Abt M, Bao W, et al. Fasting triglycerides predict
recurrent
ischemic events in patients with acute coronary syndrome treated with
statins. J Am Coll Cardiol. 2015;65(21):2267-2275.
53. Nichols GA, Philip S, Reynolds K, et al. Increased residual
cardiovascular
risk in patients with diabetes and high versus normal triglycerides
despite
statin-controlled LDL cholesterol. Diabetes Obes Metab. 2019;21(2):366-
371. DOI: 10.1111/dom.13537.
54. Vincent J. Lipid Lowering Therapy for Atherosclerotic
Cardiovascular Disease: It Is Not So Simple. Clin Pharmacol Ther.
2018;104(2):220-224.
55. Tarantino N, Santoro F, Correale M, et al. Fenofibrate and
Dyslipidemia:
Still a Place in Therapy? Drugs. 2018;78(13):1289-1296.
56. Hallén J, Sreeharan N. Development of triglyceride-lowering
drugs
to address residual cardiovascular risk: strategic and clinical
considerations.
Eur Heart J Cardiovasc Pharmacother. 2018;4(4):237-242.
57. Alkhalil M. Proprotein convertase subtilisin/kexin type 9
(PCSK9)
inhibitors, reality or dream in managing patients with cardiovascular
disease.
Curr Drug Metab. 2019;20(1):72-82. DOI: 10.2174/1389200219666180
816141827.
58. Evans MC, Stalam T, Miller M. Cardiovascular Risk Assessment in
Patients with Hypertriglyceridemia. Curr Cardiol Rep. 2018;20(9):71.
DOI:
10.1007/s11886-018-1013-8.
59. Enkhmaa B, Prakash N, Berglund L. Non-HDL-C levels and residual
cardiovascular risk: Do population-specific precision approaches offer
any
advantages? Atherosclerosis. 2018;274:230-231.
60. Patel KV, Pandey A, de Lemos JA. Conceptual Framework for
Addressing
Residual Atherosclerotic Cardiovascular Disease Risk in the Era of
Precision Medicine. Circulation. 2018;137(24):2551-2553.
61. Toth PP, Jones SR, Slee A, et al. Relationship between
lipoprotein
subfraction cholesterol and residual risk for cardiovascular outcomes:
A post hoc
analysis of the AIM-HIGH trial. J Clin Lipidol. 2018;12(3):741-747.
62. Hadjiphilippou S, Ray KK. Lipids and Lipoproteins in Risk
Prediction. Cardiol Clin. 2018;36(2):213-220.
63. Adams V, Linke A. Impact of exercise training on cardiovascular
disease
and risk. Biochim Biophys Acta Mol Basis Dis. 2019;1865(4):728-734.
64. Dalen JE, Devries S. Diets to prevent coronary heart disease
1957-2013:
what have we learned? Am J Med. 2014;127(5):364-369.
65. Dussaillant C, Echeverría G, Rozowski J, et al. Egg intake and
cardiovascular disease: a scientific literature review. Nutr Hosp.
2017;34(3):710-718.
66. Ramsden CE, Zamora D, Majchrzak-Hong S, et al. Re-evaluation of
the
traditional diet-heart hypothesis: analysis of recovered data from
Minnesota
Coronary Experiment (1968-73). BMJ. 2016;353:i1246. DOI: 10.1136/
bmj.i1246.
67. Calder PC. Lipids: A hole in the diet-heart hypothesis? Nat Rev
Cardiol.
2016;13(7):385-386.
68. DiNicolantonio JJ, O’Keefe JH. Omega-6 vegetable oils as a
driver
of coronary heart disease: the oxidized linoleic acid hypothesis. Open
Heart.
2018;5(2):e000898. DOI: 10.1136/openhrt-2018-000898.
69. Zhong VW, Van Horn L, Cornelis MC, et al. Associations of
Dietary
Cholesterol or Egg Consumption With Incident Cardiovascular Disease and
Mortality. JAMA. 2019;321(11):1081-1095.
70. Malakou E, Linardakis M, Armstrong MEG, et al. The Combined
Effect
of
Promoting the Mediterranean Diet and Physical Activity on Metabolic
Risk
Factors in Adults: A Systematic Review and Meta-Analysis of Randomised
Controlled Trials. Nutrients. 2018;10(11). pii: E1577. DOI: 10.3390/
nu10111577.
71. Patnode CD, Evans CV, Senger CA, et al. Behavioral Counseling
to
Promote
a Healthful Diet and Physical Activity for Cardiovascular Disease
Prevention in Adults Without Known Cardiovascular Disease Risk Factors:
Updated Systematic Review for the U.S. Preventive Services Task Force
[Internet]. JAMA. 2017;318(2):175-193.
72. Perez-Martinez P, Katsiki N, Mikhailidis DP. The Role of n-3
Fatty
Acids in
Cardiovascular Disease: Back to the Future. Angiology.
2020;71(1):10-16.
73. Chiavaroli L, Nishi SK, Khan TA. Portfolio Dietary Pattern and
Cardiovascular Disease: A Systematic Review and Meta-analysis of
Controlled Trials.
Prog Cardiovasc Dis. 2018;61(1):43-53.
74. García A, Muñoz O, Fernández D. Alternativas terapéuticas al
manejo
farmacológico con estatinas en adultos con dislipidemia. Revisión
sistemática de la literatura y recomendaciones generales. Rev Colomb
Cardiol.
2015;22(4):179-186.
75. Wang DD, Hu FB. Dietary Fat and Risk of Cardiovascular Disease:
Recent
Controversies and Advances. Annu Rev Nutr. 2017;37:423-446.
76. Clifton PM. Diet, exercise and weight loss and dyslipidaemia.
Pathology.
2019;51(2):222-226.
77. Boden WE, Probstfield JL, Anderson T, et al. AIM-HIGH
Investigators. Niacin in patients with low HDL cholesterol levels
receiving intensive statin
therapy. New Engl J Med. 2011;365(24):2255-2267.
78. Landray MJ, Haynes R, Hopewell JC. HPS2-THRIVE Collaborative
Group.
Effects of extended release niacin with laropiprant in high-risk
patients.
New Engl J Med. 2014;371(3):203-12.
79. Jun M, Foote C, Lv J, et al. Effects of fibrates on
cardiovascular outcomes:
a systematic review and meta.analysis. Lancet. 2010;375(9729):1875-84.
80. Bhatt DL, Steg PG, Miller M, et al. REDUCE-IT Investigators.
Cardiovascular Risk Reduction with Icosapent Ethyl for
Hypertriglyceridemia. N Engl
J Med. 2019;380(1):11-22.
81. Abdelhamid AS1, Brown TJ, Brainard JS, et al. Omega-3 fatty
acids for the
primary and secondary prevention of cardiovascular disease. Cochrane
Database Syst Rev. 2018;7:CD003177.
82. Cannon CP, Blazing MA, Giuglino RP, et al. IMPROVE-IT
Investigators. Ezetimibe added to statin therapy after acute coronary
síndromes. New Engl J
Med. 2015;372(25):2387-97.
83. Adhyaru BB, Jacobson TA. Role of Non-Statins, LDL-C Thresholds,
and Special Population Considerations: A Look at the Updated 2016 ACC
Consensus Committee Recommendations. Curr Atheroscler Rep.
2017;19(6):29.
DOI:10.1007/s11883-017-0666-x.
84. Lloyd-Jones DM, Morris PB, Ballantyne CM. 2017 Focused Update
of the
2016 ACC Expert Consensus Decision Pathway on the Role of Non-Statin
Therapies for LDL-Cholesterol Lowering in the Management of
Atherosclerotic Cardiovascular Disease Risk: A Report of the American
College of
Cardiology Task Force on Expert Consensus Decision Pathways. J Am Coll
Cardiol. 2017;70(14):1785-1822.
85. Lu Y, Cheng Z, Zhao Y, et al. Efficacy and safety of long-term
treatment with
statins for coronary heart disease: A Bayesian network meta-analysis.
Atherosclerosis. 2016;254:215-227.
86. Rygiel K. Hypertriglyceridemia - Common Causes, Prevention and
Treatment Strategies. Curr Cardiol Rev. 2018;14(1):67-76.
87. Kassner U, Dippel M, Steinhagen-Thiessen E. Severe
hypertriglyceridemia : Diagnostics and new treatment principles.
Internist (Berl).
2017;58(8):866-876.
88. Zhao S, Wang F, Dai Y, et al. Efficacy and safety of
fenofibrate as an add-on
in patients with elevated triglyceride despite receiving statin
treatment.
Int J Cardiol. 2016;221:832-836.
89. González Santos P. The combinations of statins and fibrates:
pharmacokinetic and clinical implications. Clin Investig Arterioscler.
2014;26(Suppl
1):7-11.
90. Soran H, Dent R, Durrington P. Evidence-based goals in LDL-C
reduction.
Clin Res Cardiol. 2017;106(4):237-248.
91. Fragasso G, Margonato A, Spoladore R, et al. Metabolic effects
of cardiovascular drugs. Trends Cardiovasc Med. 2019;29(3):176-187.
92. Sakellarios AI, Fotiadis DI. The pleiotropic effect of statins
on the atherosclerotic plaque and coronary heart disease. Trends
Cardiovasc Med.
2019;29(8):456-457.
93. Yebyo HG, Aschmann HE, Kaufmann M, et al. Comparative
effectiveness
and safety of statins as a class and of specific statins for primary
prevention of cardiovascular disease: A systematic review,
meta-analysis, and
network meta-analysis of randomized trials with 94,283 participants. Am
Heart J. 2019;210:18-28.
94. Nayak A, Hayen A, Zhu L, et al. Legacy effects of statins on
cardiovascular
and all-cause mortality: a meta-analysis. BMJ Open. 2018;8(9):e020584.
DOI: 10.1136/bmjopen-2017-020584.
95. Schade DS, Shey L, Eaton RP. Prescribing Statins to Reduce
Cardiovascular
Disease - Ten Common Misconceptions. Am J Med. 2019;132(8):897-899.
96. Klug E, Raal FJ, Marais AD, et al. South African dyslipidaemia
guideline
consensus statement: 2018 update A joint statement from the South
African Heart Association (SA Heart) and the Lipid and Atherosclerosis
Society of Southern Africa (LASSA). S Afr Med J.
2018;108(11b):973-1000.
97. National Institute for Health and Care Excellence.
Cardiovascular disease:
risk assessment and reduction, including lipid modification (Clinical
Guideline CG 181): NICE, London: [Internet]. Available at:
https://www.nice.org.uk/guidance/CG181/chapter/1-Recommendations.
98. Thanassoulis G, Sniderman AD, Pencina MJ. A Long-term Benefit
Approach
vs Standard Risk-Based Approaches for Statin Eligibility in Primary
Prevention. JAMA Cardiol. 2018;3(11):1090-1095. DOI:
10.1001/jamacardio.2018.3476.
99. Curfman G. Statin-Associated Myopathy-An Elusive Clinical
Problem. JAMA
Intern Med. 2018;178(9):1230. DOI: 10.1001/jamainternmed.2018.3128.
100. Nguyen KA, Li L, Lu D, et al. A comprehensive review and
meta-analysis of risk factors for statin-induced myopathy. Eur J Clin
Pharmacol.
2018;74(9):1099-1109.
101. Casula M, Mozzanica F, Scotti L, et al. Statin use and risk of
new-onset diabetes: A meta-analysis of observational studies. Nutr
Metab Cardiovasc
Dis. 2017;27(5):396-406.
102. He Y, Li X, Gasevic D, et al. Statins and Multiple
Noncardiovascular Outcomes: Umbrella Review of Meta-analyses of
Observational Studies and Randomized Controlled Trials. Ann Intern Med.
2018;169(8):543-553.
103. Laufs U, Filipiak KJ, Gouni-Berthold I, et al. SAMS expert
working
group.
Practical aspects in the management of statin-associated muscle
symptoms (SAMS). Atheroscler Suppl. 2017;26:45-55.
104. Barry AR, Beach JE, Pearson GJ. Prevention and management of
statin
adverse effects: A practical approach for pharmacists. Can Pharm J
(Ott).
2018;151(3):179-188.
105. Banach M, Mikhailidis DP. Statin Intolerance: Some Practical
Hints. Cardiol
Clin. 2018;36(2):225-231.
106. Taylor BA, Thompson PD. Statin-Associated Muscle Disease:
Advances
in
Diagnosis and Management. Neurotherapeutics. 2018;15(4):1006-1017.
DOI: 10.1007/s13311-018-0670-z.
107. Brown AS, Watson KE. Statin Intolerance. Rev Cardiovasc Med.
2018;19(S1):S9-S19.
108. Alonso R, Cuevas A, Cafferata A. Diagnosis and Management of
Statin Intolerance. J Atheroscler Thromb. 2019;26(3):207-215.
109. Baigent C, Keech A, Kearney PM, et al. Efficacy and safety of
cholesterollowering treatment: prospective meta-analysis of data from
90,056 participants in 14 randomised trials of statins. Lancet.
2005;366(9493):1267-78.
110. Chou R, Dana T, Blazina I, et al. Statins for Prevention of
Cardiovascular
Disease in Adults Evidence Report and Systematic Review for the US
Preventive Services Task Force. JAMA. 2016;316(19):2008-2024.
111. Seo YH, Seo DJ, Song IG, et al. Rationale of decreasing
low-density lipoprotein cholesterol below 70 mg/dL in patients with
coronary artery disease:
A retrospective virtual histology. Intravascular ultrasound study.
Cardiol J.
2018;25(6):674-682. DOI: 10.5603/CJ.a2018.0002.
112. Stone NJ, Robinson JG, Lichtenstein AH, et al. 2013 ACC/AHA
guideline
on the treatment of blood cholesterol to reduce atherosclerotic
cardiovascular risk in adults: a report of the American College of
Cardiology/
American Heart Association Task Force on Practice Guidelines.
Circulation. 2014;129;25:Suppl 2:S1-S45.
113. Cannon CP, Blazing MA, Giugliano RP, et al. Ezetimibe added to
statin therapy after acute coronary syndromes. N Engl J Med.
2015;372(25):2387-97.
114. Bucholz EM, Rodday AM, Kolor K, et al. Prevalence and
Predictors
of Cholesterol Screening, Awareness, and Statin Treatment Among US
Adults
With Familial Hypercholesterolemia or Other Forms of Severe
Dyslipidemia (1999-2014). Circulation. 2018;137(21):2218-2230. DOI:
10.1161/
CIRCULATIONAHA.117.032321.
115. Versmissen J, Oosterveer DM, Yazdanpanah M, et al. Efficacy of
statins in familial hypercholesterolaemia: a long term cohort study.
BMJ.
2008;337:a2423. DOI:10.1136/bmj.a2423.
116. deGoma EM, Ahmad ZS, O’Brien EC, et al . Treatment gaps in
adults
with
heterozygous familial hypercholesterolemia in the United States: data
from the CASCADE-FH registry. Circ Cardiovasc Genet. 2016;9(3):240-9.
117. Bove M, Cicero AFG, Borghi C. Emerging drugs for the treatment
of
hypercholesterolemia. Expert Opin Emerg Drugs. 2019;24(1):63-39. DOI:
10.1080/14728214.2019.1591372.
118. Ferrari F, Stein R, Motta MT, et al. PCSK9 Inhibitors:
Clinical
Relevance,
Molecular Mechanisms, and Safety in Clinical Practice. Arq Bras
Cardiol.
2019;112(4):453-460.
119. Duntas LH, Brenta G. The effect of thyroid disorders on lipid
levels and
metabolism. Med Clin North Am. 2012;96(2):269-281.
120. 121. Wiciński M, Żak J, Malinowski B, et al. PCSK9 signaling
pathways and
their potential importance in clinical practice. EPMA J.
2017;8(4):391-402.
121. Chirino AJ, Ary ML, Marshall SA. Minimizing the immunogenicity
of
protein therapeutics. Drug Discov Today. 2004;9(2):82-90.
122. Pendley C, Schantz A, Wagner C. Immunogenicity of therapeutic
monoclonal antibodies. Curr Opin Mol Ther. 2003;5(2):172-9.
123. Seidah NG, Awan Z, Chretien M, et al. PCSK9: a key modulator
of
cardiovascular health. Circ Res. 2014;114(6):1022-1036.
124. Ridker PM, Tardif JC, Amarenco P, et al. Lipid-Reduction
Variability
and Antidrug-Antibody Formation with Bococizumab. N Engl J Med.
2017;376(16):1517-1526.
125. Landmesser U, Chapman MJ, Farnier M, et al. European Society
of
Cardiology/European Atherosclerosis Society Task Force consensus
statement
on proprotein convertase subtilisin/kexin type 9 inhibitors: practical
guidance for use in patients at very high cardiovascular risk.. Eur
Heart J.
2017;38(29):2245-2255.
126. Steffens D, Bramlage P, Scheeff C, et al. PCSK9 inhibitors and
cardiovascular outcomes. Expert Opin Biol Ther. 2020;20(1):35-47.
127. Wilson PWF, Polonsky TS, Miedema MD, et al. Systematic Review
for
the
2018 AHA/ACC/AACVPR/AAPA/ABC/ACPM/ADA/AGS/APhA/ASPC/
NLA/PCNA Guideline on the Management of Blood Cholesterol: A Report of
the American College of Cardiology/American Heart Association Task
Force
on Clinical Practice Guidelines. Circulation. 2019;139: e1144–e1161.
128. McKenney JM, Koren MJ, Kereiakes DJ, et al. Safety and
efficacy of a monoclonal antibody to proprotein convertase
subtilisin/kexin type 9 serine
protease, SAR236553/REGN727, in patients with primary
hypercholesterolemia receiving ongoing stable atorvastatin therapy. J
Am Coll Cardiol.
2012;59(25):2344-53.
129. Sabatine MS, Giugliano RP, Keech AC, et al. Evolocumab and
Clinical Outcomes in Patients with Cardiovascular Disease. N Engl J
Med.
2017;376(18):1713-1722.
130. Nicholls SJ, Puri R, Anderson T, et al. Effect of Evolocumab
on Progression
of Coronary Disease in Statin-Treated Patients: The GLAGOV Randomized
Clinical Trial. JAMA. 2016;316(22):2373-2384.
131. Giugliano RP, Mach F, Zavitz K, et al. Cognitive function in a
randomized
trial of evolocumab. N Engl J Med. 2017;377:633-643.
132. Blom DJ, Hala T, Bolognese M, et al. A 52-week
placebo-controlled trial
of evolocumab in hyperlipidemia. N Engl J Med. 2014;370(19):1809-19.
133. Sabatine MS, Giugliano RP, Wiviott SD, et al. Efficacy and
safety of
evolocumab in reducing lipids and cardiovascular events. N Engl J
Med. 2015;372:1500-1509.
134. Raal F, Honarpour N, Blom DJ, et al. Trial evaluating
evolocumab, a
PCSK9 antibody, in patients with homozygous FH (TESLA): results of
the randomized, double-blind, placebo-controlled trial.
Atherosclerosis. 2014;235(2):e12.
135. Bruckert E, Blaha V, Stein EA, , et al. Trial assessing
long-term use of PCSK9
inhibition in patients with genetic LDL disorders (TAUSSIG): Efficacy
and
safety in patients with homozygous familial hypercholesterolemia
receiving lipid apheresis. Circulation. 2014;130(suppl 2):A17016.
136. Robinson JG, Nedergaard BS, Rogers WJ, et al. Effect of
evolocumab or ezetimibe added to moderate- or high-intensity statin
therapy on LDL-C lowering in patients with hypercholesterolemia: the
LAPLACE-2 randomized
clinical trial. JAMA. 2014;311(18):1870-1882.
137. Giugliano RP, Desai NR, Kohli P, et al. Efficacy, safety, and
tolerability of
a monoclonal antibody to proprotein convertase subtilisin/kexin type 9
in combination with a statin in patients with hypercholesterolaemia
(LAPLACE-TIMI 57): a randomised, placebo-controlled, dose-ranging,
phase 2
study. Lancet. 2012;380(9858):2007-17.
138. Sullivan D, Olsson AG, Scott R, et al. Effect of a monoclonal
antibody to
PCSK9 on low-density lipoprotein cholesterol levels in
statin-intolerant
patients: the GAUSS randomized trial. JAMA. 2012;308(23):2497-506.
139. Stroes E, Colquhoun D, Sullivan D, et al. Anti-PCSK9 antibody
effectively
lowers cholesterol in patients with statin intolerance: the GAUSS-2
randomized, placebo-controlled phase 3 clinical trial of evolocumab. J
Am Coll
Cardiol. 2014;63(23):2541-2548.
140. Nissen SE, Dent-Acosta RE, Rosenson RS, et al. Comparison of
PCSK9 Inhibitor Evolocumab vs Ezetimibe in Statin-Intolerant Patients:
Design of
the Goal Achievement After Utilizing an Anti-PCSK9 Antibody in
StatinIntolerant Subjects 3 (GAUSS-3) Trial. Clin Cardiol.
2016;39:137-44.
141. Koren MJ, Lundqvist P, Bolognese M, et al-. Anti-PCSK9
monotherapy for
hypercholesterolemia: the MENDEL-2 randomized, controlled phase III
clinical trial of evolocumab. J Am Coll Cardiol. 2014;63(23):2531-2540.
142. Koren MJ, Scott R, Kim JB, et al. Efficacy, safety, and
tolerability of a monoclonal antibody to proprotein convertasa
subtilisin/kexin type 9 as
monotherapy in patients with hypercholesterolaemia (MENDEL): a
randomised, double-blind, placebo-controlled, phase 2 study. Lancet.
2012;380(9858):1995-2006.
143. Raal FJ, Stein EA, Dufour R, et al. PCSK9 inhibition with
evolocumab
(AMG 145) in heterozygous familial hypercholesterolaemia
(RUTHERFORD-2): a randomised, double-blind, placebo-controlled trial.
Lancet.
2015;385(9965):331-40.
144. Kiyosue A, Honarpour N, Kurtz C, et al. A phase 3 study of
evolocumab
(AMG 145) in statin-treated japanese patients at high cardiovascular
risk. Am J Cardiol. 2016;117(1):40-7.
145. 146.US Food & drug administration. Drugs @FDA: FDA-
Approved Drugs.
[Internet]. Available at: www.accessdata.fda.gov/scripts/cder/daf/index.cfm?event=overview.process&varApplNo=12552.
146. 147. Dent R, Joshi R, Djedjos C, et al. Evolocumab lowers
LDL-C safely and
effectively when self-administered in the at-home setting.
SpringerPlus.
2016;5:300.
147. 148. European Medicines Agency. Praluent (alirocumab): EU
summary of
product characteristics. 2016.. [Internet]. (Accessed 20 September
2016).
Available at: http://www.ema.europa.eu/docs/en_GB/document_library/EPAR_Product-Information/WC500194521.pdf.
148. Schwartz GG, Bessac L, Berdan LG, et al. Effect of alirocumab,
a monoclonal
antibody to PCSK9, on long-term cardiovascular outcomes following acute
coronary syndromes: rationale and design of the ODYSSEY outcomes trial.
Am Heart J. 2014;168(5):682-9.
149. Bittner V. American College of Cardiology. Evaluation of
Cardiovascular
Outcomes After an Acute Coronary Syndrome During Treatment With
Alirocumab - ODYSSEY OUTCOMES. [Internet]. Available at: http://www.acc.org/latest-in-cardiology/clinical-trials/2018/03/09/08/02/odyssey-outcomes.
150. ODYSSEY Outcomes: Evaluation of Cardiovascular Outcomes After
an Acute Coronary Syndrome During Treatment With Alirocumab.
[Internet].
(Accessed September 13 2016). Available at: https://clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT01663402.
151. 152. Robinson JG, Farnier M, Krempf M, et al. Efficacy and
safety of alirocumab in reducing lipids and cardiovascular events. N
Engl J Med.
2015;372:1489-1499.
152. Kastelein JJ, Ginsberg HN, Langslet G, et al. ODYSSEY FH I and
FH II: 78
week results with alirocumab treatment in 735 patients with
heterozygous familial hypercholesterolaemia. Eur Heart J.
2015;36(43):2996-
3003.
153. Ginsberg HN, Rader DJ, Raal FJ, et al. Efficacy and safety of
alirocumab in
patients with heterozygous familial hypercholesterolemia and LDL-C of
160 mg/dl or higher. Cardiovasc Drugs Ther. 2016;30(5):473-483.
154. Kereiakes DJ, Robinson JG, Cannon CP, et al. Efficacy and
safety
of the proprotein convertase subtilisin/kexin type 9 inhibitor
alirocumab among
high cardiovascular risk patients on maximally tolerated statin
therapy:
the ODYSSEY COMBO I study. Am Heart J. 2015;169(6):906-915.
155. Food and Drug Administration (FDA). La FDA aprueba Praluent
para
tratar ciertos pacientes con colesterol alto. [acceso 30 de enero de
2020].
Disponible en: https://wayback.archive-it.org/7993/20170722081853/
https://www.fda.gov/News-Events/News-room/Comunicados-de-Prensa/ucm455917.htm
156. Farnier M, Gaudet D, Valcheva V, et al. Efficacy of alirocumab
in
high cardiovascular risk populations with or without heterozygous
familial hypercholesterolemia: pooled analysis of eight ODYSSEY Phase 3
clinical program trials. Int J Cardiol. 2016;223:750-757.
157. Kastelein JJ, Kereiakes DJ, Cannon CP, et al. Effect of
alirocumab
dose increase on LDL lowering and lipid goal attainment in patients
with dyslipidemia. Coron Artery Dis. 2017;28(3):190-197.
158. Jones PH, Bays HE, Chaudhari U, et al. Safety of alirocumab (a
PCSK9
monoclonal antibody) from 14 randomized trials. Am J Cardiol.
2016;118(12):1805-1811.
159. Ray KK, Ginsberg HN, Davidson MH, et al. Reductions in
atherogenic
lipids
and major cardiovascular events: a pooled analysis of 10 ODYSSEY trials
comparing alirocumab with control. Circulation. 2016;134(24):1931-1943.
160. Zhang XL, Zhu QQ, Zhu L, et al. Safety and efficacy of
anti-PCSK9
antibodies: a meta-analysis of 25 randomized, controlled trials. BMC
Medicine.
2015;13(1):123.
161. Guedeney P, Giustino G, Sorrentino S, et al. Efficacy and
safety
of alirocumab and evolocumab: a systematic review and meta-analysis of
randomized controlled trials. Eur Heart J. 2019. pii: ehz430. DOI:
10.1093/
eurheartj/ehz430.
162. Perry CM. Lomitapide: A Review of its Use in Adults with
Homozygous Familial Hypercholesterolemia. Am J Cardiovasc Drugs.
2013;13(4):285-296.
163. Cuchel M, Meagher EA, du Toit Theron H, et al. Efficacy and
safety
of a
microsomal triglyceride transfer protein inhibitor in patients with
homozygous familial hypercholesterolaemia: a single-arm, open-label,
phase 3
study. Lancet. 2013;381(9860):40-6.
164. Leipold R, Raal F, Ishak J, et al. The effect of lomitapide on
cardiovascular
outcome measures in homozygous familial hypercholesterolemia: A
modelling analysis. Eur J Prev Cardiol. 2017;24(17):1843-1850.
165. Blom DJ, Fayad ZA, Kastelein JJ, et al. LOWER, a registry of
lomitapidetreated patients with homozygous familial
hypercholesterolemia: Rationale and design. J Clinical Lipidol.
2016;10(2):273-82.
166. Stefanutti C, Morozzi C, Di Giacomo S, et al. Management of
homozygous
familial hypercholesterolemia in real-world clinical practice: A report
of 7
Italian patients treated in Rome with lomitapide and lipoprotein
apheresis. J Clin Lipidol. 2016;10(4): 782-789.
167. Visser ME, Kastelein JJ, Stroes ES. Apolipoprotein B synthesis
inhibition:
results from clinical trials. Curr Opin Lipidol. 2010;21(4):319-323
168. Toth PP. Antisense therapy and emerging applications for the
management of dyslipidemia. J Clin Lipidol. 2011;5(6):441-449.
169. Waldmann E, Vogt A, Crispin A, et al. Effect of mipomersen on
LDL-cholesterol in patients with severe LDL-hypercholesterolaemia and
atherosclerosis treated by lipoprotein apheresis (The MICA-Study).
Atherosclerosis.
2017;259:20-25.
170. Duell PB, Santos RD, Kirwan BA, et al. Long-term mipomersen
treatment
is associated with a reduction in cardiovascular events in patients
with
familial hypercholesterolemia. J Clin Lipidol. 2016;10(4):1011-1021.
171. Panta R, Dahal K, Kunwar S. Efficacy and safety of mipomersen
in
treatment of dyslipidemia: A meta-analysis of randomized controlled
trials. J Clin Lipidol. 2015;9(2):217-225.
172. Karalis DG, Hill AN, Clifton S, Wild RA. The risks of statin
use
in pregnancy:
A systematic review. J Clin Lipidol. 2016;10(5):1081-1090.
173. Bateman BT, Hernandez-Diaz S, Fischer MA, et al. Statins and
congenital
malformations: cohort study. BMJ. 2015;350:h1035.
174. Haramburu F, Daveluy A, Miremont-Salamé G. Statins in
pregnancy:
new
safety data are reassuring, but suspension of treatment is still
advisable.
BMJ. 2015;350:h1484.
175. Jacobson TA, Maki KC, Orringer CE, et al. National Lipid
Association Recommendations for Patient-Centered Management of
Dyslipidemia: Part
2. J Clin Lipidol. 2015;9(6 Suppl):S1-122.e1.
176. Catapano AL, Graham I, De Backer G, et al. 2016 ESC/EAS
Guidelines for
the Management of Dyslipidaemias. Eur Heart J. 2016;37(39):2999-3058.
177. Maggi P, Di Bagio A, Rusconi S, et al. Cardiovascular risk and
dyslipidemia
among persons living with HIV: a review. BMC Infect Dis.
2017;17(1):551.
178. Banach M, Dinca M, Ursoniu S, et al. A PRISMA-compliant
systematic review and meta-analysis of randomized controlled trials
investigating the
effects of statin therapy on plasma lipid concentrations in
HIV-infected
patients. Pharmacol Res. 2016;111:343-356.
179. Raposeiras-Roubín S, Triant V. Ischemic Heart Disease in HIV:
An In-depth Look
at Cardiovascular Risk. Rev Esp Cardiol (Engl Ed).
2016;69(12):1204-1213.
180. Gili S, Grosso Marra W, D’Ascenzo F, et al. Comparative safety
and efficacy of statins for primary prevention in human
immunodeficiency viruspositive patients: a systematic review and
meta-analysis. Eur Heart J.
2016;37(48):3600-3609.
181. Tonelli M, Wanner C; et al. Lipid management in chronic kidney
disease:
synopsis of the Kidney Disease: Improving Global Outcomes 2013 clinical
practice guideline. Ann Intern Med. 2014;160(3):182.
182. Palmer SC, Navaneethan SD, Craig JC, et al. HMG CoA reductase
inhibitors
(statins) for people with chronic kidney disease not requiring
dialysis. Cochrane Database Syst Rev. 2014;(5):CD007784.
183. Palmer SC, Navaneethan SD, Craig JC, et al. HMG CoA reductase
inhibitors (statins) for dialysis patients. Cochrane Database Syst Rev.
2013;(9):CD004289.
184. Palmer SC, Navaneethan SD, Craig JC, et al. HMG CoA reductase
inhibitors
(statins) for kidney transplant recipients. Cochrane Database Syst Rev.
2014;(1):CD005019.
185. Su X, Zhang L, Lv J, et al. Effect of Statins on Kidney
Disease Outcomes: A Systematic Review and Meta-analysis. Am J Kidney
Dis. 2016;67(6):881-92.
186. Qin X, Dong H, Fang K, et al. The effect of statins on renal
outcomes in
patients with diabetic kidney disease: a systematic review and
metaanalysis. Diabetes Metab Res Rev. 2017;33(6). DOI:
10.1002/dmrr.2901.
187. Baigent C, Landray MJ, Reith C, et al. The effects of lowering
LDL cholesterol with simvastatin plus ezetimibe in patients with
chronic kidney disease (study of heart and renal protection): a
randomised placebo-controlled
trial. Lancet. 2011;377(9784):2181-92.
188. Zheng-Lin B, Ortiz A. Lipid Management in Chronic Kidney
Disease: Systematic Review of PCSK9 Targeting. Drugs.
2018;78(2):215-229.