El proceso de publicaciones en
nuestra revista ha tenido continuidad trimestral desde sus inicios, con
3 separatas adicionales; sin embargo, esta es la primera separata
dedicada a unas minirrevisiones profundas de un tema actual y cambiante
minuto a minuto, que presenta incertidumbres de conocimiento y avances
vertiginosos en las ciencias básicas, moleculares y clínicas, con los
que se busca lograr salvar vidas en este brote actual de infección por
coronavirus. Deseamos tener evidencias suficientes para avanzar en el
proceso de cómo los profesionales que intervenimos y de salud pública
podemos prevenir y
manejar las epidemias. Por esto, es necesario brindar información
procesable lo antes posible, como se aporta en esta edición de
la revista. Examinamos rápidamente los manuscritos realizados por
nuestros colegas endocrinólogos y colaboradores, para que
pudiésemos tener el conocimiento al día; es decir, la mejor información
disponible de manera transparente y expedita de esta
nueva situación pandémica en el mundo, bajo la premisa de que
condiciones como esta ameritan un enfoque evaluativo diferente.
Las enfermedades infecciosas continúan perturbando y amenazando a las
poblaciones humanas, con registros históricos
de pandemias descritas desde la peste antonina (165-180 d. C.),
desencadenada por el Imperio Romano a su regreso del Medio
Oriente y que causó 5 millones de muertes, continuando con la plaga de
Justiniano (541-542), que dejó de 30 a 50 millones de
muertes; la viruela japonesa (735-737), con 1 millón de muertes; la
peste negra (1347-1351), iniciada en Asia Central y que
causó 200 millones de muertes; la viruela (1520), introducida en
México, con 56 millones de muertes; la peste bubónica en
Inglaterra (1600), que dejó 3 millones de muertes; la peste rusa, con
600.000 muertes; el cólera (1817-1923) en Asia, con 1
millón de muertes; la tercera peste bubónica en China (1855), que
produjo 12 millones de muertes; la fiebre amarilla (fines de
1800), con 150.000 muertes entre América y Europa; la gripe española
(1918-1919), que causó 40-50 millones de muertes; la
gripe rusa (1889-1890), con 1 millón de muertes; la gripe asiática
(1957-1958), que inició en Guizhou, China, y dejó 1,1 millón
de muertes; la gripe de Hong Kong (1968-1970), con 1 millón de muertes;
la infección por VIH (1981-actualmente), iniciada
en África Central, con 25 a 30 millones de muertes; el SARS
(2002-2003), que se originó en el sur de China, con 8098 personas
infectadas y que provocó 770 muertes causadas por un coronavirus (el
SARS-CoV); la gripe porcina (2009-2010), iniciada en el
centro de México y que ocasionó 200.000 muertes; el MERS
(2012-actualmente), que reportó el primer caso en Arabia, con 850
muertes ocasionadas por un coronavirus (el MERS-CoV); el Ébola
(2014-2016), iniciada en Guinea, con 11.300 muertes y letalidad de
hospitalizados del 57% (1, 2); hasta llegar a la actual pandemia
iniciada en Wuhan-Hubei, provincia de China, diseminada en
todo el globo terrestre y desencadenada por un patógeno emergente: el
coronavirus COVID-19 o SARS-CoV-2, que ha contagiado
4.891.785 casos, con 324.496 muertes a la fecha de este escrito (3).
Estamos afrontando una pandemia en sociedades caracterizadas por gran
desigualdad, hacinamiento, contacto humanoanimal, tecnología avanzada,
redes sociales sin límite y viajes globales, situaciones que han
contribuido a la expansión tanto de
la enfermedad como del conocimiento mundial. Como lo escribió el Dr.
Charles E Rosenberg: “Las epidemias comienzan en un
momento en el tiempo, avanzan en un escenario limitado en espacio y
duración, siguen una línea argumental de creciente tensión
reveladora, avanzan hacia una crisis de carácter individual y
colectivo, y luego derivan hacia el cierre” (4).
El mundo es un lugar diferente de lo que era en 1918 o en las épocas
cuando ocurrieron las pandemias que ha padecido la
humanidad. Actualmente, disponemos de más tecnología para realizar
investigación y herramientas necesarias para desarrollar
medidas y tomar decisiones con mejor fundamento y solidez.
El brote de la COVID-19 nos recuerda que hay un desafío continuo
impuesto por los patógenos nuevos o reemergentes,
mutados o no; además, nos invita a estar atentos mediante la vigilancia
constante, la capacidad de diagnóstico inmediato y una
investigación sólida que nos permita entender el comportamiento de
estos nuevos microorganismos y ser capaces de tomar
decisiones efectivas para evitar las diseminaciones y la mortalidad y
lograr disminuir las consecuencias del deterioro socioeconómico global.
Para sobrepasar esta crisis sistémica, como lo expresa el Dr. Ha-Joon
Chang, de la Universidad de Cambridge, se
requieren altos niveles de confianza en el estado, basados en un
historial de políticas económicas y efectivas de protección a los
más débiles, como también enfoques más colectivos (5).
En esta pandemia, se ha logrado identificar comorbilidades que hacen
más susceptibles al individuo o riesgos mayores de
complicación ante la infección por el coronavirus, y los estudios están
avanzando para comprender y delinear los factores de
progresión de la enfermedad. Es así como se sugiere que la diabetes
mellitus, la obesidad, la
hipertensión arterial, la enfermedad
cardiovascular y pulmonar conllevan un mayor riesgo de presentación
grave de infección por COVID-19 o de fallecer a causa de
esta (6). Las investigaciones relacionan dos proteínas receptoras del
coronavirus: la enzima convertidora de la angiotensina 2
(ECA-2) y la dipeptidil-peptidasa-4 (DPP4), que son transductores de
las señales metabólicas y vías que regulan la inflamación (7).
Se combate no solo a una enfermedad altamente contagiosa, con una
respuesta inflamatoria marcada, conocida como
tormenta
de citocinas, sino también a enfermedades no trasmisibles que
empeoran el pronóstico de la infección.
Pretender que en los manuscritos de esta publicación estén todos los
registros y se abarque la revisión de las miles de publicaciones, como
nunca se había hecho en el mundo sobre un mismo tema en tan corto
tiempo, es ambicioso; sin embargo, procuramos entender y explicar, con
los datos que se tienen hasta la fecha, la epidemiología de la COVID-19
en el mundo y en nuestro
país, revisando el mecanismo de respuesta inmunológica, el
comportamiento de este virus cuando interactúa con pacientes
que padecen enfermedades crónicas, como diabetes
mellitus, obesidad, malnutrición,
patologías tiroideas y suprarrenales, y
el comportamiento de la COVID-19 en la salud reproductiva, la
inmunomodulación por vitaminas y antioxidantes, así como las
circunstancias ambientales que puedan estar influyendo en la pandemia.
Estamos enfocados en la comprensión de esta nueva infección y en
avanzar rápidamente en el conocimiento de las pruebas
diagnósticas, la fisiopatología de la enfermedad, el tratamiento y las
vacunas con innovación y desarrollo, que permita llegar a la
declinación de esta infestación, que tantas vidas está cobrando en el
mundo.
Luz Ángela Casas Figueroa,
MD
Medicina Interna, Endocrinología. FACE.
Jefe, Servicio de Endocrinología FVL.
Docente, Universidad ICESI. Miembro
Honorario, Asociación Colombiana de Endocrinología (ACE).
Expresidenta, ACE. Expresidenta,
Capítulo Colombia, AACE.
Miembro, Comité Editorial, Revista
Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo.
Referencias
1. Walsh B. Covid-19: The history of pandemics [Internet].
Disponible
en: https://bbc.in/3cayDMW.
2. World Health Organization. Emergencies [Internet]. Disponible en:
https://bit.ly/2TQghKN.
3. European Centre for Disease Prevention and Control. COVID-19
situation update worldwide [Internet]. Disponible en:
https://bit.ly/3gzy6Hs.
4. Rosenberg C. What is an epidemic? AIDS in Historical Perspective.
Daedalus. 1989;118(2):1-17.
5. Chang HJ. Interview on the COVID-19 crisis in 2 parts in the Korean
newspaper, Hankyoreh [Internet]. Disponible en: https://bit.ly/2XyBf1K.
6. Zheng Z, Peng F, Xu B, Zhao J, Liu H, Peng J, et al. Risk factors of
critical and mortal COVID-19 cases: A systematic literature review and
meta-analysis. J Infect.
2020;S0163-4453(20)30234-6. doi: 10.1016/j.jinf.2020.04.021.
7. Drucker D. Coronavirus infections and type 2 diabetes-shared
pathways with therapeutic implications. Endocr Rev. 2020;41(3):bnaa011.
doi: 10.1210/endrev/
bnaa011.