1
Médica Internista y Endocrinóloga, Hospital Universitario Clínica
San Rafael, Bogotá, Colombia.
2
Médica Internista y Endocrinóloga, Hospital San José, Bogotá,
Colombia.
3
Médico Residente de Medicina Interna, Hospital Universitario
Clínica San Rafael, Bogotá, Colombia.
Resumen
El síndrome respiratorio severo o grave causado por el nuevo
coronavirus (SARS-CoV-2) es una enfermedad de gran auge
en la actualidad, que se ha propagado vertiginosamente a lo largo de
los 5 continentes, siendo Norteamérica y algunos países
europeos como Italia, España y Francia los más afectados por
esta pandemia. En la actualidad, no se cuenta con una estrategia
de prevención o tratamiento que logre mitigar de forma contundente las
cifras de infectados y muertos a nivel mundial; sin embargo, se están
estudiando alternativas que podrían impactar
de forma positiva en el curso de la enfermedad.
El déficit de 25 hidroxivitamina D (25OH D) ha mostrado
ser un factor independiente de mortalidad por todas las causas,
principalmente en enfermedades cardiovasculares y cáncer. La
suplementación de esta también se ha asociado a beneficios en la
prevención de enfermedades respiratorias; para el
caso de la COVID-19, los mecanismos por los cuales la vitamina D podría
ser útil para el tratamiento y la prevención se resumen en la actividad
sobre las barreras físicas y la inmunidad
natural celular y adaptativa, que disminuye la probabilidad de
tormenta de citocinas.
Algunos estudios realizados concluyeron que el pico de
la infección por SARS-CoV-2 se presentó durante el invierno,
tiempo donde los niveles de 25OH D son más bajos; además,
estos niveles subóptimos se han relacionado con aumento
en la incidencia de complicaciones tales como falla cardíaca,
sepsis y progresión a síndrome de dificultad respiratoria del
adulto (SDRA) y, por consiguiente, con un aumento en las tasas
de mortalidad, lo cual respalda el papel de la vitamina D en la
modificación del curso natural de la enfermedad. Sin embargo,
también se prendieron las alarmas, ya que se ha demostrado
una prevalencia alta de hipovitaminosis D en Bogotá, Villavicencio,
Neiva, Barranquilla y Medellín, que podría exponer a la
población colombiana a resultados adversos.
La evidencia indica que la suplementación con vitamina D
modula y reduce el riesgo de infección por SARS-CoV-2, pero
se precisan más estudios para corroborar los efectos benéficos
en la población.
Palabras clave: síndrome de dificultad respiratoria
aguda (SDRA), enfermedades crónicas, mortalidad, coronavirus, COVID-19,
tormenta de citocinas, influenza, observacional, neumonía, prevención,
infección del tracto respiratorio,
radiación solar, tratamiento, UVB, vitamina D.
Abstract
The
severe respiratory syndrome, caused by the new coronavirus
(SARS-CoV-2), is a currently booming disease that has
spread rapidly throughout the 5 continents. North America and
some European countries such as Italy, Spain and France have
been the most affected by this pandemic. Currently, there is no
prevention or treatment strategy that can conclusively mitigate
the numbers of infected and dead worldwide; however, alternatives are
being studied that could positively impact the course
of the disease. The deficiency of 25 hydroxy-vitamin D (25OH
D) has shown to be an independent factor in all-cause mortality,
mainly in cardiovascular disease and cancer. Supplementation
of it has also been associated with benefits in the prevention of
respiratory diseases. In the case of COVID-19, the mechanisms
by which vitamin D could be useful for treatment and prevention are
summarized in activity on physical barriers, and by natural cellular
and adaptive immunity, reducing the probability of
cytokine storm. Some studies concluded that the peak of SARSCoV-2
infection occurred during the winter, when the levels of
25OH D are lower. In addition, these suboptimal levels have
been related to an increase in the incidence of complications
such as heart failure, sepsis, and progression to adult respiratory
distress syndrome (ARDS), and consequently an increase
in mortality rates. This supports the role of vitamin D in modifying
the natural course of the disease. However, the alarms are also
triggered, since a high prevalence of hypovitaminosis D has
been demonstrated in Bogotá, Villavicencio, Neiva, Barranquilla and
Medellín that could expose the Colombian population to
adverse results. The evidence indicates that vitamin D supplementation
modulates and reduces the risk of SARS-CoV-2 infection, but more
studies are needed to corroborate the beneficial
effects in the population.
Keywords: Acute respiratory distress syndrome
(ARDS),
Chronic diseases, Mortality, Coronavirus, COVID-19, Cytokine
storm, Influenza, Observational, Pneumonia, Prevention, Respiratory
tract infection, Solar radiation, Treatment, UVB, Vitamin D.
Introducción
El síndrome respiratorio severo o grave 2 (SARS-CoV-2),
causado por el nuevo coronavirus, fue identificado por primera vez a
finales de 2019, en la ciudad de Wuhan, provincia de
Hubei, China, donde se propagó rápido y posteriormente fue
declarado pandemia. El SARS-CoV-2 es un virus ARN perteneciente al
grupo de los betacoronavirus, cuyos miembros ya han
sido protagonistas de epidemias en 2002 y 2003 en China, así
como el MERS en Medio Oriente. Su estructura vírica es similar
a la del virus del síndrome de dificultad aguda grave o SARS,
incluso comparten el mismo receptor, el de la enzima convertidora de la
angiotensina 2 (ECA-2) para entrar a la célula (1).
Según el observatorio de la Universidad de John Hopkins,
al momento de esta publicación, el SARS-CoV-2 ha infectado
a 3.113.447 personas en el mundo, de las cuales, 218.930
han fallecido. Estados Unidos es la nación más afectada, con
1.011.877 contagiados, seguida por España e Italia. En Colombia, a la
fecha, según el Instituto Nacional de Salud (INS), se
han reportado 7000 contagiados y 314 fallecidos. Indudablemente, la
pandemia por COVID-19 ha puesto en jaque a los sistemas de salud y a
las economías a nivel mundial, por lo que
requiere, con premura, tratamientos y estrategias de prevención
efectivas (1).
A lo largo de la historia, se ha identificado que el déficit
de 25 hidroxivitamina D (25OH D) se ha establecido como un
factor de riesgo para mortalidad por todas las causas, pero,
en especial, por patologías cardiovasculares y cáncer (2).
Adicionalmente, también se ha propuesto un beneficio de la
suplementación de vitamina D en la reducción de las tasas de
infecciones respiratorias altas, principalmente de influenza,
debido a la inducción de la síntesis de defensinas y catelicidinas,
además de una modulación de las concentraciones de
citocinas proinflamatorias. En cuanto a la COVID-19, teniendo
en cuenta que varios estudios informaron que la enfermedad
se presentó y se propagó durante las épocas de invierno, tiempo durante
el cual los niveles de 25OH D son más bajos en la
población general y que el número de personas afectadas fue
menor en el hemisferio sur cerca del final del verano, y que,
además, varios de los países más afectados, como Italia, Francia y
España, tienen una alta tasa de personas con déficit de
vitamina D y adultas mayores, lo cual se asoció a una mayor
mortalidad frente a otros países europeos, como Alemania,
Reino Unido y Suiza, se consideró que la suplementación de
vitamina D podría ser útil para el tratamiento y la prevención
en pacientes con COVID-19 (3, 4).
Materiales y métodos
Se realizó una búsqueda sistemática en bases de datos
como PubMed y Cochrane, donde se logró ubicar artículos
sobre la vitamina D, publicados en los últimos 8 años. Como
herramienta se utilizaron los términos médicos MeSH de alta
frecuencia y, de esta manera, mediante la revisión de cada uno,
se logró construir una revisión en relación con los efectos del
déficit de la vitamina D con el incremento de la mortalidad, el
desarrollo versus prevención de enfermedades de curso crónico y su
efecto en el escenario de neumonía de etiología viral,
principalmente SARS.
Los términos utilizados fuero: “Acute respiratory distress
syndrome (ARDS)”; “chronic diseases”; “Mortality”; “coronavirus”;
“COVID-19”; “cytokine storm”; “influenza”; “observational”;
“pneumonia”; “prevention”; “respiratory tract infection”;
“solar radiation”; “treatment”; “UVB”; “vitamin D”.
Evidencia
Se han encontrado por lo menos 3 mecanismos por los cuales la vitamina
D disminuye el curso de infecciones y muerte,
como son: barrera física, inmunidad natural celular e inmunidad
adaptativa. En cuanto a su efecto sobre la barrera física, la
vitamina D incrementa las cadherinas, que son glicoproteínas
transmembrana responsables de las uniones célula-célula para
mantener la integridad de los tejidos animales, evitando que
los virus alteren la integridad de la unión. En su papel sobre la
inmunidad celular, estudios han demostrado que diversas células del
sistema inmunitario expresan el receptor de vitamina D
(VDR), por el cual la vitamina D modula la respuesta inmunitaria,
formando un heterodímero con el receptor retinoide X,
que, al translocarse al núcleo, se une a elementos de respuesta
específicos en el ADN y regula la transcripción de genes en las
células diana (3, 5-7). Esta acción inmunomoduladora de la vitamina D
resulta en potenciación de la respuesta inmunitaria innata,
particularmente monocitos y macrófagos, asociada a disminución en la
respuesta inmunitaria adaptativa (3, 5, 7).
Adicionalmente, se ha visto un incremento en la producción de citocinas
antiinflamatorias, como la interleucina 10
(IL-10) y el factor de crecimiento transformante beta (TGF-β),
asociado a una disminución de las citocinas proinflamatorias,
como la IL-17A, IL-17F, IL-22, IL-23, IL-12, IL-2, IL-6, factor de
necrosis tumoral alfa (FNT-α) e interferón (IFN) (3, 8, 9).
La modulación del sistema adaptativo innato está dada por
la activación de los receptores tipo Toll (TLR) presentes en
macrófagos, polimorfonucleares, monocitos y células epiteliales de
la conjuntiva, la córnea, el tracto respiratorio y el tracto digestivo,
que llevan a la expresión incrementada de VDR y activación
de la vitamina D por la enzima 1 alfa hidroxilasa. Cuando los
TLR entran en contacto con antígenos como los lipopolisacáridos, los
ácidos nucleicos o las proteínas virales, liberan citocinas
que inducen a la formación de péptidos antimicrobianos, catelicidinas y
defensinas, mediante la vitamina D activa (3, 9).
Se ha demostrado la capacidad de las catelicidinas contra
virus, bacterias e incluso hongos, al parecer con un efecto directo
sobre la membrana de estos organismos, así como también causando
neutralización de las endotoxinas (10).
En cuanto a las sustancias evaluadas en la regulación de la
vitamina D, están la catelicidina humana y su interacción con
el VDR, que ha demostrado tener efectos antivirales por la inhibición
del virus herpes simple tipo 1 y en la replicación de
algunos serotipos de adenovirus. El aumento de otras moléculas gracias
a la acción de la vitamina D, como la defensina β2,
ejerce un efecto antiviral, ya que esta actúa como quimioatrayente de
neutrófilos y monocitos (3, 9).
El SARS-CoV-2 se une a las células hospederas del ser humano a nivel
pulmonar, a través del receptor de ECA-II; a su
vez, la vitamina D disminuye la actividad del sistema
reninaangiotensina-aldosterona a través de la inhibición de la cascada
de renina/ECA/AngII/AT1R. Es así como la vitamina D
podría ser un factor contribuyente en la disminución de la
aparición de lesión pulmonar aguda (LPA) y síndrome de dificultad
respiratoria aguda (SDRA). Los altos niveles de expresión de ECA/Ang
II, así como la disminución de la expresión
de ECA-2/Ang, están involucrados en la LPA (
Figura 1), de tal
forma que los niveles de expresión aumentados de ECA-2 y el
receptor de vitamina D (VDR) desempeñan un papel protector
contra el desarrollo de SDRA (11).
Discusión
Numerosas revisiones señalan las características por las
cuales la vitamina D reduce el riesgo de infecciones virales
(9, 12-15). La vitamina D disminuye la producción de citocinas
proinflamatorias, como el IFN y el FNT (3, 9), las cuales han sido
encontradas elevadas en pacientes infectados con COVID-19
(13, 16-18). Adicionalmente, los estudios realizados en los virus
SARS-CoV y MERS-CoV evidenciaron que la tormenta de citocinas
proinflamatorias lleva a desenlaces graves de la infección,
como el SDRA (19, 20).
Estudios realizados con el virus de la influenza han señalado un pico
de infección durante el invierno (15), lo cual podría
estar relacionado con una disminución en la cantidad de rayos
ultravioleta recibidos y, por consiguiente, con dosis más bajas
de vitamina D. (15, 16). Un estudio aleatorizado, realizado en el
año 2010 en 162 estudiantes japoneses, obtuvo resultados en
los que sugiere que la suplementación con vitamina D, durante
la época invernal, puede reducir la incidencia de influenza A (16).
Figura 1. Deficiencia de la
vitamina D y su relación
con los principales determinantes de mortalidad en la
COVID-19 (11).
Ang: angiotensina; Ang II:
angiotensina II; ECA: enzima
convertidora de la angiotensina; ECA-2: enzima
convertidora de la angiotensina 2; HTA: hipertensión;
SDRA: síndrome de dificultad respiratoria aguda.
En Italia, que cuenta con una alta población mayor de 70
años, la tasa de mortalidad es la más alta en Europa, con un
11,9%. En las latitudes del norte, la mortalidad está entre el
5,2% y el 22%; en el Ecuador o el trópico, entre el 3,1% y el
9,5%; y en las latitudes del sur, entre el 0,7% y el 8,7%. Estas
cifras apoyarían la tesis de la vitamina D como factor determinante de
gravedad (17).
En el año 2018, una revisión de la literatura sobre los efectos de la
vitamina D en la influenza señaló, luego de evaluar
múltiples estudios aleatorizados controlados, que aunque se
requieren más estudios para afirmar la relación benéfica de
la vitamina D en la infección por el virus de la influenza, es
indudable que esta vitamina tiene un efecto modulador en la
respuesta inmunitaria, por lo cual el mantenimiento de niveles séricos
óptimos debería considerarse para la prevención
de enfermedades (8). Dada la variabilidad de la prueba, se consideran
como niveles óptimos entre 30 y 40 ng/dL.
Esta información respalda el papel de la vitamina D en la
reducción del riesgo de presentar COVID-19 y en el progreso
de la enfermedad hacia desenlaces graves; también se ha evidenciado el
pico de infecciones cuando los niveles de vitamina
D están bajos, lo que sugiere que la suplementación de vitamina D
podría prevenir y retrasar el curso natural de la COVID-19. También
puede ser una relación circunstancial, en la
que los individuos con patologías asociadas a mortalidad por
COVID-19, como lo son los cardiópatas, los hipertensos, los
obesos, los ancianos y los diabéticos, presentan niveles séricos
de 25OH D usualmente bajos (<20 ng/dL).
El Consenso Colombiano de Vitamina D reportó en el año
2017 una alta prevalencia de hipovitaminosis D en ciudades
como Bogotá, Villavicencio, Neiva, Barranquilla y Medellín (19), lo
cual, teniendo en cuenta la información analizada y los estudios
encontrados, podría predisponer a dicha población colombiana
a contraer con mayor facilidad el virus COVID-19 y a presentar
mayores desenlaces graves. Según argumentan diversas revisiones y
estudios (8, 15, 16, 22), y a pesar de que los resultados no
han sido concluyentes, la evidencia indica que la suplementación de
vitamina D modula y reduce el riesgo y la gravedad de
la infección; sin embargo, es necesario realizar más estudios en
diversas poblaciones para corroborar los beneficios de la
suplementación de vitamina D contra la infección.
Este mismo consenso de 2017 también determinó 30 ng/
mL como el nivel de concentración sérica adecuado de 25OH
D (21); sin embargo, en otros estudios relacionados con la prevención
de infección en el tracto gastrointestinal, se describen
como niveles séricos deseables entre 40 y 60 ng/dL (19, 23).
La fortificación de vitamina D mediante la ingesta de alimentos en
productos lácteos y harinas podría aumentar sus
niveles (20), lo que sería muy valioso en aquellas poblaciones de
bajo nivel socioeconómico y con bajos niveles séricos de vitamina D en
Colombia, así como la exposición solar responsable,
la cual está disminuida por el aislamiento preventivo; no obstante, se
recomienda la suplementación diaria o semanal de
vitamina D para obtener mejores resultados (24).
La dosis que se recomienda en el contexto de la epidemia
por COVID-19 es muy variable, dado que existen estudios con
dosis de 2000 UI diarias en pacientes con déficit de vitamina,
que ha demostrado ser suficiente para prevenir el desarrollo
de las infecciones del tracto respiratorio (25, 26). Por otra parte,
un estudio realizado en pacientes críticamente enfermos con
soporte ventilatorio habla de dosis altas de 250.000 o 500.000
UI de carga (en promedio, de 50.000 UI o 100.000 UI/d, por
5 días). Estos pacientes, además del déficit de vitamina D, tenían
anemia, y en aquellos con dosis más altas de vitamina D
disminuyeron las concentraciones de hepcidina, que por su
papel a nivel hepático en el metabolismo del hierro mejoró de
los niveles de hemoglobina y la capacidad de la sangre para
transportar oxígeno (26). Pese a esto, un aspecto importante es
la intoxicación por vitamina D, que, si bien es muy rara, debe
evitarse. Hasta ahora, no hay un consenso en cuanto a la administración
de cargas altas de vitamina D, ni de llevar niveles séricos a más de 60
ng/dL. Para la prevención de las infecciones
respiratorias por SARS e influenza, se requieren dosis de 2000
a 5000 U diarias, sin necesidad de medir los niveles séricos
de vitamina D. Esta dosis es recomendada principalmente en
épocas de epidemia o brote respiratorio y en épocas de invierno e
incluye a la comunidad en general y al personal de salud;
la prevención de este tipo de infecciones se asocia a niveles
séricos de vitamina D entre 40 y 60 ng /dL (15).
En términos generales, la Endocrine Society recomienda
una dosis de 1000-4000 UI/24 horas de vitamina D para mantener niveles
séricos de 25OH D >20 ng/dL (27).
Conclusiones
Una forma en que el virus SARS-CoV-2 daña a las células
epiteliales del pulmón y causa neumonía es mediante el aumento en la
producción de citocinas proinflamatorias como
parte de la respuesta inmunitaria innata a las infecciones virales, lo
que da lugar a la
tormenta de
citocinas, respuesta inflamatoria exagerada, que en conjunto con
unos niveles de vitamina D en rango de déficit, explicados por la época
invernal en
la que se presentan los picos de las infecciones respiratorias,
facilitan el desarrollo de complicaciones agudas, exacerbación
de patologías de curso crónico e incremento en la mortalidad.
El papel de la vitamina D en el sistema inmunitario es bien
conocido por su efecto sobre la inmunidad celular, la inmunidad
adaptativa y sobre la ECA y ECA-2, que favorece una modulación
inmunológica que previene la gravedad de las manifestaciones
respiratorias de la COVID-19.
Teniendo en cuenta lo anterior y basados en la evidencia,
se podría establecer que el hecho de administrar vitamina D
en los meses previos al inicio de la temporada invernal tendría un
efecto profiláctico y protector frente al desarrollo de
infecciones respiratorias agudas no solamente ocasionadas
por CoV, sino también por influenza y las de etiología bacteriana, así
como de sus complicaciones. La suplementación de
vitamina D puede prevenir la infección por virus SARS y, sobre
todo, las manifestaciones graves. La dosis es variable y puede
ir de 2000 a 5000 UI/d, sin una fuerte evidencia para el uso de
cargas, excepto en pacientes críticos.
Finalmente, en el momento en que nos encontramos de
pandemia por COVID-19, se hace urgente una investigación
que pueda establecer la relación directa y no circunstancial de
la gravedad de esta infección con los niveles de vitamina D y
la dosis específica para lograr los efectos inmunomoduladores
en infección por SARS-CoV- 2.
Conflictos de interés
Los autores declaran no tener ningún tipo de conflicto de
interés en este tema.
Financiación
No se recibió ningún tipo de financiación para la realización de este
artículo.
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