1.
Endocrinóloga, EPS Sánitas. Miembro de número, Asociación
Colombiana de Endocrinología, Bogotá, Colombia.
Resumen
La situación actual de la pandemia generada por el nuevo
coronavirus SARS-CoV-2, por su morbimortalidad, ha hecho
que la comunidad científica esté implementando diferentes
estrategias de tratamientos para su manejo. Es el caso de la
vitamina C, principal antioxidante no enzimático en el plasma
(1), la cual se ha usado para la prevención de infecciones
respiratorias y para el tratamiento de la sepsis en pacientes críticos.
El presente artículo pretende revisar la evidencia en torno al
papel de la vitamina C como posible coadyuvante en el manejo
de pacientes con infección por SARS-CoV-2.
Palabras clave: COVID-19, vitamina C, antioxidante.
Abstract
The
current situation of pandemic generated by the new
coronavirus SARS-CoV-2, by its morbid-mortality, has caused the
scientific community to be implementing different
treatment strategies for its management. This is the case of
vitamin C, the main non-enzymatic antioxidant in plasma (1),
which has been used for the prevention of respiratory infections and
for the treatment of sepsis in critical patients. This
article aims to review the evidence surrounding the role of vitamin C
as a possible adjuvant in the management of patients
with SARS-CoV-2 infection.
Keywords: COVID 19, Vitamin C, Antioxidant.
Introducción
En la sepsis se generan especies reactivas de oxígeno y
de nitrógeno, que conducen a la activación de los factores de
transcripción que inducen la oxidación, como las citocinas y
las quimiocinas proinflamatorias (2). Esto causa daño endotelial,
permeabilidad vascular, activación de neutrófilos y adhesión
plaquetaria en la microvasculatura (3). En pacientes críticos se ha
documentado la depleción de los niveles de séricos
de vitamina C y existe una correlación inversa con la falla
multiorgánica (4) y directa con las tasas de supervivencia (5).
Son claros los múltiples mecanismos de lesión tisular por
sepsis, aunque no hay un tratamiento más allá del manejo antibiótico y
de sostén. Existe evidencia reciente del uso de la
vitamina C como un tratamiento adicional en sepsis y en infección
respiratoria. Por lo anterior, dada la infección por COVID-19, se ha
planteado el uso de vitamina C.
Infección por COVID-19 en el pulmón
En la infección por COVID-19 se ha evidenciado un daño alveolar difuso,
asociado a una hiperplasia de células epiteliales
pulmonares y macrófagos activados alveolares e intersticiales.
También se ha documentado un retraso de la respuesta del
interferón (IFN) tipo 1, que genera un aumento de los macrófagos
inflamatorios patogénicos y de la apoptosis de células
T. Estos macrófagos activados y las células T efectoras tienen
una tasa de glucólisis alta, que es llamada
efecto Warburg. Esto
produce disociación de la enzima gliceraldehído-3-fosfato
deshidrogenasa (GAPDH) con el ARNm del interferón gamma (IFN-γ), que
induce activación de las células T y que, en
situaciones normales, se une al ARNm del IFN-γ, inhibiendo
su traducción. Adicionalmente, Los macrófagos activados producen
grandes cantidades de lactato, el cual es ingresado a las
células epiteliales alveolares tipo II por el transportador MCT1 y
esto, a su vez, atenúa la respuesta inmunitaria innata por la
disminución de la producción de IFN tipo I para el aclaramiento viral
(6).
Vitamina C: farmacología
La vitamina C o L-ácido ascórbico es una vitamina hidrosoluble,
cofactor esencial de diversas reacciones enzimáticas
que median funciones biológicas esenciales. También es considerada un
potente antioxidante, con propiedades antiinflamatoria y
antimicrobiana. Es encontrada en frutas cítricas,
pimentón verde, brócoli, fresa y papas, no es sintetizada por el
humano y debe ser adquirida a través de la dieta (7).Se absorbe
en las células del epitelio del intestino delgado, a través del
transportador de vitamina C dependiente de sodio (SVCT1).
También en la membrana apical del epitelio intestinal, una forma
oxidada de la vitamina C, el ácido dehidroascórbico (DHA),
es transportada hacia el interior de la célula por el
glucotransportador 2 (GLUT2) y el GLUT8. Luego de la absorción
intestinal, la vitamina C se distribuye en la sangre y en los
compartimentos extracelulares, y, a través del transportador SVCT2,
es utilizada por los diferentes tejidos del cuerpo. Finalmente,
la vitamina C es filtrada libremente por el riñón y reabsorbida
por el SVCT1 en el túbulo contorneada proximal. La biodisponibilidad de
la vitamina C, por vía oral, alcanza el 100% con
una única dosis de 200 mg, aunque solo alcanza el 33% con
una dosis oral de 1250 mg. Esto sucede porque en el intestino,
la proteína del SVCT1 es saturable. Para saltar el paso intestinal del
SVCT1, se ha administrado vitamina C intravenosa (IV),
lográndose concentraciones 70 veces más elevadas en plasma,
comparadas con las alcanzadas con la administración oral (2).
Vitamina C en la infección por COVID-19
En la actualidad, la vitamina C desempeña un papel importante en el
manejo de la infección generada por la COVID-19,
en donde se presenta una activación macrofagocítica, que
genera una tormenta de citocinas proinflamatorias que reacciona con las
células endoteliales del pulmón y produce una
infiltración de neutrófilos, lo que aumenta el estrés oxidativo
y lleva a daño en la función de la barrera pulmonar. Las altas
dosis de vitamina C inhiben la GAPDH, disminuyendo la generación de ATP
y piruvato, lo que induce una crisis energética
que, finalmente, conduce a la muerte celular (5, 8).
Las células epiteliales pulmonares utilizan la fosforilación
oxidativa mitocondrial para producir ATP; por lo tanto, el tratamiento
con altas dosis de vitamina C actúa como un antioxidante para las
células epiteliales pulmonares (6).
El tratamiento con vitamina C puede proteger la inmunidad innata de las
células epiteliales alveolares tipo II, mediante la inhibición de la
secreción de lactato producida por
las células inmunitarias activadas (6). También actúa como cofactor de
las enzimas alfa-cetoglutarato dioxigenasas, que son
enzimas que participan en la síntesis de neurotransmisores en
la regulación de la expresión génica y en la reticulación de las
fibras de colágeno. (5, 7).
Evidencia
El ensayo de CRITIS-ALI fue un ensayo multicéntrico, doble ciego,
controlado, que inscribió a 167 pacientes con sepsis y síndrome de
dificultad respiratoria aguda (SDRA), que
fueron aleatorizados para recibir 50 mg/kg cada 6 horas, en
dosis altas de vitamina C IV durante 4 días
versus placebo. Este
estudio mostró una diferencia significativa en la mortalidad
por todas las causas a los 28 días (29,8% en el grupo de infusión de
vitamina C IV
versus 46,3% en
el grupo placebo, con
una p <0,05); además, el grupo tratado con vitamina C mostró
más días libres de la unidad de cuidados intensivos (UCI) en
el día 28 (p = 0,03), menos días de hospitalización (22,6% con
vitamina C IV versus 15,5% con placebo [p = 0,04]) y menos
días de ventilación mecánica (13,1% con vitamina C IV
versus
10,6% con placebo [p = 0,15]). Dado los resultados publicados en este
estudio, dentro de los protocolos de tratamiento
instaurados en el manejo del paciente con infección por COVID-19 se
incluye el manejo con vitamina C (5). Este estudio
revela que los altos niveles plasmáticos de vitamina C actúan
de forma “pleiotrópica” para atenuar la inflamación sistémica y
corregir las anomalías de la coagulación inducidas por la
sepsis, al tiempo que atenúan la lesión vascular (ensayo clínico
CITRIS-ALI; identificador: NCT02106975).
Estudios previos, como el de Nathens y colaboradores, en
donde administraron 1 g de ácido ascórbico cada 8 horas combinado con
vitamina E oral, durante 28 días, en 594 pacientes
quirúrgicamente críticos, mostró una incidencia significativamente
menor de lesión pulmonar aguda y falla multiorgánica
(9). Otros estudios realizados con animales han demostrado
que la vitamina C aumenta la resistencia a la infección causada
por el coronavirus y también modifica la susceptibilidad a la
infección (10).
En China, dosis altas intravenosas han sido administradas
con éxito en el tratamiento de 50 pacientes infectados por COVID-19;
las dosis utilizadas variaron entre 10 g y 20 g por día,
administrados durante un período de 8 a 10 horas (11, 12).
Dada esta experiencia, el uso temprano de grandes dosis
de antioxidantes como la vitamina C se ha incluido en el tratamiento de
la COVID-19 y se está utilizando como medida preventiva en poblaciones
susceptibles, como los trabajadores de
la salud con mayores riesgos de exposición.
Protocolo de administración
Según la evidencia clínica, se han utilizado diferentes protocolos de
administración endovenosa de la vitamina C. Los
estudios muestran un mayor beneficio en los primeros períodos de la
enfermedad. El régimen propuesto inicia con la administración de 50
mg/kg de peso corporal, cada 6 horas,
durante 4 días, con una restricción de glucosa y una velocidad
de infusión de 0,25-0,5 g/min. En algunos protocolos se menciona la
utilidad de los glucocorticoides, dada la preocupación
de que las dosis altas de vitamina C produzcan una muerte
celular osmótica de las células inmunitarias, pero no la apoptosis, que
podría generar una inflamación local en el medio
alveolar, de tal manera que, al agregar glucocorticoides IV, se
podrá atenuar las posibles complicaciones inflamatorias del
tratamiento, por lo que se sugiere la aplicación de hidrocortisona en
50 mg IV, cada 6 horas, durante 7 días. Así mismo, se
recomienda tener en cuenta el efecto quelante de la vitamina
C, lo que puede llevar a hipocalcemia e hipomagnesemia, por
lo que es un dato que debe considerarse para la medición de
estos electrólitos durante el tratamiento (6, 7).
Conclusiones
La infección por coronavirus genera un síndrome de dificultad
respiratoria aguda de rápida progresión, que aumenta
la mortalidad de una manera importante en los pacientes infectados, sin
tener, a la fecha, una vacuna contra este virus. Por
tanto, se han creado protocolos de manejo con múltiples terapias, entre
estos, un potente antioxidante de bajo costo, como
lo es la vitamina C, que ha mostrado efectividad en pacientes
con sepsis grave, y pese a que cuenta con pocos reportes realizados
hasta el momento, ha sido efectiva en pacientes con
infección por COVID-19, siendo una alternativa segura.
El efecto prooxidante de la vitamina C se ha considerado para
el manejo de los pacientes con infección por COVID-19, dada su
potente actividad antiinflamatoria, que disminuye la cascada de
citocinas activas a nivel del endotelio capilar alveolar.
Faltan estudios a futuro donde se demuestre el efecto in
vivo del uso de la vitamina C en los pacientes con infección por
COVID-19 y, de esta manera, precisar las dosis adecuadas para
el tratamiento de estos pacientes.
Conflictos de interés
Ninguno.
Financiación
Ninguna.
Agradecimientos
Agradecemos a la Asociación Colombiana de Endocrinología por darnos la
oportunidad de publicar sobre este tema.
Referencias
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