1
Médico Internista, Universidad Surcolombiana. Endocrinólogo,
Universidad Militar Nueva Granada de Colombia. Coordinador,
Comité de Hipófisis, Asociación Colombiana de Endocrinología,
Diabetes y Metabolismo. Presidente, Capítulo Alto Magdalena,
Asociación Colombiana de Medicina Interna. Docente, Medicina
Interna, Universidad Surcolombiana. Endocrinólogo, Hospital
Universitario Hernando Moncaleano Perdomo Neiva. Dirección
Científica, Endho, Colombia.
2
Médico Internista y Endocrinólogo. Comité de Hipófisis, Asociación
Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo. Profesor
Asociado, Departamento de Medicina Interna, Universidad
Industrial de Santander.
Resumen
La pandemia por
SARS-nCoV-2 elevó muchos interrogantes sobre su efecto en múltiples
sistemas. Los datos han sido
tomados de infecciones previas por coronavirus, estudios
epidemiológicos observacionales y explicaciones que demuestran
plausibilidad biológica. El compromiso que produce el
virus SARS-nCoV-2 no escapa al campo de la endocrinología y
en este documento se consigna la relación que existe entre la
función suprarrenal, su respuesta a los procesos infecciosos y
el uso de corticosteroides en la COVID-19.
Palabras clave: COVID-19, pandemia, hormonas de la corteza
suprarrenal.
Abstract
SARS-nCoV-2
pandemic raised many questions about its
effect on multiples systems. Data has been taken from previous
Coronavirus infections, observational epidemiological
studies and explanations that demonstrate biological plausibility. The
commitment that the SARS-nCoV-2 virus produces
does not escape the field of endocrinology and in this document the
relationship that exists between adrenal function, its
response to infectious processes and the use of corticosteroids
in COVID-19 is recorded.
Keywords: COVID-19, Pandemic, Adrenal cortex
hormones.
Covid-19
El nuevo coronavirus 2 (SARS-nCoV-2) produce la infección
viral conocida como COVID-19. Esta patología afecta las vías
respiratorias, compromete la membrana alveolocapilar y desarrolla un
síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA);
en situaciones críticas evoluciona a endoteliopatía y a coagulopatía
con compromiso multiorgánico, que puede causar la
muerte. El paciente con COVID-19 cursa con un cuadro similar
a la influenza. Para mejorar la probabilidad del diagnóstico, es
fundamental indagar por el contacto de contagio con pacientes con
COVID-19 y el nexo epidemiológico o procedencia de
países y ciudades con casos positivos. El SARS-nCoV-2 ha presentado una
tasa de reproductividad básica (R0) de 2,68, un
período medio de incubación de 5 a 7 días y del 40% al 50% de
los casos son atribuibles a contacto con personas sin síntomas
manifiestos o con síntomas leves (1-3).
La glicoproteína
Spike S
requerida para la entrada del virión a las células tiene como diana los
receptores de la enzima
convertidora de la angiotensina 2 (ECA-2), que se encuentran
expresados en los neumocitos tipo II (2). El proceso de activación de
macrófagos y el síndrome de liberación de citocinas
se plantean como patogénesis del SDRA y la linfohistiocitosis
hemofagocítica vista en los casos graves como patogenia de la
COVID-19. La activación del sistema inmunitario con citocinas
de potente efecto proinflamatorio está implicada en la fisiopatología
de la hipotensión y la disfunción pulmonar en el SDRA (2, 3).
El cortisol en los procesos de inflamación
Los pacientes críticamente enfermos están enfrentados a
situaciones que modifican la respuesta de la glándula suprarrenal. En
estos casos, existen condiciones asociadas a la situación crítica, que
pueden influir negativamente en las acciones
de cortisol desde el punto de vista clínico (4). La secreción del
cortisol es controlada por las neuronas del núcleo paraventricular del
hipotálamo, que sintetizan y secretan la hormona
liberadora de la corticotropina (CRH) al sistema portal hipofisario. La
CRH, a su vez, estimula a las células corticotropas de
la hipófisis anterior para la síntesis y liberación de la hormona
adrenocorticotrópica (ACTH), que viaja por vía hematógena haciendo el
blanco en las células de la corteza suprarrenal,
para sintetizar y liberar los glucocorticoides a la circulación
sistémica (5). El cortisol regula su propia producción a través
de un mecanismo de retroalimentación negativo. La corteza
suprarrenal produce glucocorticoides, mineralocorticoides
y andrógenos. Las múltiples acciones de los glucocorticoides
involucran vías metabólicas, el transporte de iones, el mantenimiento
del tono y la permeabilidad vascular, y a nivel del sistema nervioso
central ejerce efectos paracrinos e intracrinos
en el sistema inmunitario. El cortisol es transportado por la
transcortina, su globulina transportadora, y el 15% se une a la
albúmina y solo una pequeña cantidad se encuentra no unida a
las proteínas y viaja como cortisol libre biodisponible (6).
La mayoría de las acciones del cortisol dependen de su
unión al receptor de los glucocorticoides (RG) y de la translocación al
interior de la célula del binomio cortisol/receptor
de glucocorticoides. Las acciones metabólicas dependen de
un mecanismo de transactivación y los efectos inmunológicos
dependen de un mecanismo de transrepresión (4). El RG contiene cuatro
dominios: uno terminal N (dominio de transactivación), un dominio de
unión central al ADN (ABD), un dominio
de unión al ligando C terminal (LBD) y un dominio bisagra, que
conecta el ABD con el LBD (7). Este receptor posee dos isoformas, RGα,
que constituye el 90%, y el RGβ, que es estimulado
durante la respuesta inflamatoria por las citocinas y produce
una menor respuesta a los glucocorticoides como mecanismo
de resistencia.
Un paciente críticamente enfermo es influenciado por factores que
convergen en la activación del eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal
(HHS), que incrementa la síntesis y la secreción de cortisol. El uso de
esteroides inhalados o sistémicos
puede disminuir su secreción durante el estrés agudo (8). En la
fase de estrés, se disminuye la síntesis de proteínas transportadoras
de cortisol y, como consecuencia, aumenta su fracción
libre (9). Por otra parte, también se ha descrito resistencia de
los RG por diferentes mecanismos (4).
El término de
actividad inadecuada
de los corticosteroides
fue acuñado en 2009 por Marik y describe elevados niveles
séricos de cortisol y resistencia celular del RG (10). El uso de
esteroides en estrés agudo debe ser individualizado y se prefiere la
medición del cortisol libre, sin omitir la posibilidad de
resistencia en los RG.
Esteroides y riesgo de infección
El riesgo de infección aumenta con la dosis y la duración
del tratamiento con corticosteroides y tiende a permanecer
menor con dosis bajas, así sean acumuladas (11). Sin embargo,
se debe tener en cuenta la potencia del esteroide usado, porque a mayor
potencia, es más probable que aumente el riesgo
de infecciones. Su uso prolongado por más de 3 semanas tiene
un efecto supresor de la inmunidad celular mediada por linfocitos T,
que favorece la presencia de infecciones oportunistas
(12). Las hospitalizaciones por infecciones fueron 2,5 veces más
frecuentes en pacientes con consumo de esteroides, tabaquismo y FR
positivo (13). Las infecciones por hongos se han descrito más en los
pacientes con Cushing endógeno.
Para los pacientes que consumen glucocorticoides, se recomienda la
vacunación contra la influenza, aunque se sabe
que los esteroides disminuyen su efecto protector. En este
grupo de pacientes, las vacunas contra la varicela, la polio, el
sarampión y el BCG están contraindicadas (14).
Uso de corticoides en coronavirus
En las epidemias de 2002-2003 causadas por el SARS-CoV
causante del síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERSCoV), la
Organización Mundial de la Salud (OMS) no indicó
prescripción de glucocorticoides en ningún tipo de dosis por
el aumento de casos de ventilación invasiva y mortalidad relacionados
con su uso (15).
Es común usar corticosteroides en pacientes críticos, en
quienes existen factores de confusión, ya que las infecciones
aumentan los requerimientos de fluidos por la presencia de
fiebre y taquipnea en situaciones donde los enfermos no pueden ingerir
líquidos por la alteración de la consciencia; sin embargo, los estudios
no han suministrado datos que definan las
recomendaciones y solo muestran evidencia del posible daño
y los efectos adversos de usar corticosteroides en el manejo de
la COVID-19. Muchos estudios en COVID-19 son observacionales y poseen
limitaciones metodológicas, aunque dicha evidencia clínica inconclusa
no debería ser la razón para abandonar
la opción del uso de corticosteroides en algunos pacientes con
COVID-19 que posean una indicación clara.
Así como Rusell y colaboradores argumentan que los corticosteroides no
deberían usarse en lesión pulmonar o en
choque inducido por el nuevo coronavirus COVID-19, existen
otros datos que soportan el uso de dosis bajas y moderadas
por el hecho que en 41 pacientes críticamente enfermos sin
infecciones secundarias u otras complicaciones se redujo la
mortalidad y el tiempo de estancia en el hospital. La lesión
pulmonar aguda (LPA) y el SDRA son parcialmente causados
por la respuesta inmunitaria del huésped. Los corticosteroides suprimen
la inflamación pulmonar, pero también inhiben
la respuesta inmunitaria y el aclaramiento del patógeno ARN
viral, elementos que deben tenerse en cuenta, además de los
epidemiológicos, donde los estudios muestran alto riesgo de
error debido a los múltiples factores de confusión (16-18).
En Colombia, la Asociación Colombiana de Infectología
(ACIN) dedicó un párrafo de sus recomendaciones para la actual
pandemia, anotando que los corticosteroides no han demostrado utilidad
en las epidemias previas de SARS y MERS, y
en cambio pueden aumentar la eliminación de partículas virales y otros
efectos secundarios propios de su grupo farmacológico. Entre los
muertos e infectados por SARS-COVID-19 que
presentaron SDRA y recibieron metilprednisolona, fallecieron
el 46% versus el 61% en el grupo comparador, con una reducción de
riesgo HR de 0,38 (IC: 0,2-0,72) (19).
Los efectos adversos relacionados con el tratamiento con
glucocorticoides dependen de la dosis y de su potencia antiinflamatoria
(
Tabla 1). Los corticosteroides
pueden causar
síntomas de hipercortisolismo, especialmente en aquellos pacientes con
mayor susceptibilidad, o hipoadrenalismo después
de suspender su administración por supresión del eje HHS. Al
administrarse en pacientes tratados con fármacos antirretrovirales,
como el ritonavir, que actúa como un potente inhibidor de la citocromo
P4503A, se incrementa la vida media del
corticosteroide, lo que produce una supresión prolongada en
la línea del tiempo del eje HHS. Debe también anotarse que la
exposición a los disruptores endocrinos que modifican la actividad
esteroidogénica puede, en el futuro, alterar la pronta
recuperación de la función suprarrenal (20).
Tabla 1. Equivalencia entre las
dosis de diferentes
preparados de esteroides
DE: dosis equivalente; GC: glucocorticoide; MC: mineralocorticoide.
En pacientes que necesitaron esteroides, su retiro puede
producir una crisis suprarrenal que amenace la vida. Debido a
su vida media corta, la hidrocortisona se asocia, generalmente,
a una recuperación más rápida de la función del eje HHS. El
diagnóstico se realiza con la sospecha clínica y la medición de
cortisol, sin el influjo del medicamento por tres vidas medias
del fármaco utilizado; un cortisol sérico de la mañana menor
de 3 μg/dL o un pico de cortisol sérico menor de 20 μg/dL posterior al
estímulo con ACTH; generalmente, el cuadro se acompaña de hiponatremia.
Debe anotarse que existe una predisposición individual por la que las
personas susceptibles pueden
tener supresión del eje HHS con ciclos cortos de esteroides de
5 días, incluso en dosis bajas. Estudios recientes mostraron
insuficiencia suprarrenal en pacientes que tomaban prednisolona en 5
mg/d y una mortalidad aumentada después de la
interrupción del tratamiento (21).
El uso de corticosteroides en el paciente con COVID-19
quedará a criterio del médico y supeditado a otra indicación:
choque séptico refractario, exacerbación de EPOC, crisis asmática o
insuficiencia suprarrenal. Según el consenso de expertos
de la Sociedad Torácica China, estos son los principios básicos
para usar en el tratamiento con corticosteroides:
- Sopesar el riesgo-beneficio antes de su inicio.
- Uso prudente en pacientes críticamente enfermos con
neumonía por COVID-19.
- Uso con precaución en pacientes con hipoxemia por enfermedad
subyacente o en quienes los reciben crónicamente
por su enfermedad de base.
- Al indicarlos, se recomienda administrar dosis bajas a moderadas
(≤0,5-1 mg/kg/d de metilprednisolona o su equivalente) durante un ciclo
corto menor o igual a 7 días (17).
En los casos de sospecha de COVID-19 en pacientes con insuficiencia
suprarrenal de base, debe realizarse una oportuna y
rápida modificación al alta en las dosis de reemplazo con
corticosteroides, como la propuesta para los “días enfermo” indicada
en cualquier otra situación de incremento del estrés fisiológico.
El doblar las dosis de reemplazo evita la crisis suprarrenal; la
recomendación es mantener esta cantidad hasta que desaparezca
la fiebre, lo que obliga al paciente a tener un adecuado suministro de
medicamento en su casa para guardar el confinamiento
en caso de que no requiera hospitalización (22, 23). Aquellos que
padecen insuficiencia suprarrenal primaria o secundaria y usan
hidrocortisona deben incrementar la dosis a 20 mg, cada 6 horas, y
aquellos que reciben 10 a 15 mg/d de prednisolona deben
tomar 10 mg del mismo compuesto, cada 12 horas; si consumen
dosis mayores, deben mantener la dosis o tomar al menos 10 mg
cada 12 horas. Si el paciente consume fludrocortisona, debe continuar
con la dosis usual. En caso de crisis suprarrenal o presencia de vómito
intenso y diarrea, se debe administrar inmediatamente 100 mg de
hidrocortisona intramuscular como aplicación
de emergencia y contactar al centro médico (14). En general, se
recomienda que estas dosis sean espaciadas y distribuidas uniformemente
en el día y la noche. Es importante que los pacientes
con insuficiencia suprarrenal mantengan las recomendaciones
generales, las pautas de higiene, el lavado de manos, la limpieza
de superficies, el cubrirse al toser, el uso de tapabocas y haber
recibido las vacunas contra los gérmenes encapsulados.
Debe recordarse que el 5% de la población consume corticosteroides para
enfermedades inflamatorias o autoinmunitarias y que el uso de altas
dosis de estos fármacos no requiere
dosis adicionales en estos pacientes; su riesgo de morir depende de sus
comorbilidades, el efecto inmunosupresor de los
fármacos que utiliza y el trastorno inmunitario subyacente (24).
No existe evidencia actual que indique que padecer de
insuficiencia suprarrenal aumente el riesgo de infectarse por
SARS-nCoV-2 y presentar COVID-19; sin embargo, los pacientes que
presentan enfermedad de Addison tienen un leve incremento en el riesgo
de contraer infecciones debido a la alteración en su inmunidad natural
y a los defectos en la actividad
de los neutrófilos y las células natural killer (25). Es también
conocido que las infecciones respiratorias aumentan la mortalidad
observada en pacientes con insuficiencia adrenal.
Conclusiones
La pandemia por COVID-19 trajo consigo muchos interrogantes sobre el
efecto del proceso infeccioso en órganos y sistemas corporales, que ha
obligado a los médicos y científicos
de todo el mundo a emitir indicaciones para su tratamiento.
Muchas de estas no tienen aún estudios epidemiológicos robustos para
respaldar estas recomendaciones, por lo que ahora, más que nunca,
debemos alimentar nuestro conocimiento
y utilizar el bien ponderado juicio clínico.
Conflictos de interés
Ninguno.
Financiación
Los autores no recibieron financiación para la realización
de este documento.
Agradecimiento
Agradecemos a nuestros pacientes, que nos motivan cada
día a seguir trabajando.
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