1
Centro de Investigación Biomédica. Universidad de La Sabana,
CIBUS, Chía. Fundación Cardioinfantil, Bogotá, Colombia.
2
Miembro de Número, Asociación Colombina de Endocrinología.
Resumen
La pandemia por COVID-19 ha desatado un estremecimiento en las bases
sociales en todos los países del mundo,
con unas circunstancias que tendrán implicaciones sanitarias,
culturales, económicas y sociales que marcarán el inicio del
siglo XXI. Para conocer los eventos que desencadenaron esta
epidemia, podemos analizar a través de una serie de preguntas cuáles
fueron los hechos objetivos que marcaron su inicio;
al mirar en retrospectiva estos hechos podríamos tener una
luz sobre cómo prevenir eventos de esta índole en el futuro.
¿Cuáles fueron las circunstancias que desencadenaron la pandemia? ¿Fue
una serie de transmisiones zoonóticas que produjeron la infección en
los humanos? ¿El ambiente ha tenido
algo que ver? El desafio de las grandes potencias mundiales
para mantener la hegemonía dará curso a una plétora de investigaciones
acerca de la biología del virus, las variables epidemiológicas,
posibles vacunas y las formas de prevención de
los desenlaces fatales en las personas con enfermedades crónicas de
riesgo cardiovascular. En el presente manuscrito se
pretende analizar algunos de estos cuestionamientos.
Palabras clave: COVID-19, desplazamientos poblacionales,
ambiente, origen de la pandemia, coronavirus, riesgo cardiovascular.
Abstract
The
COVID-19 pandemic has unleashed a shudder in the
social bases in all countries of the world, with circumstances
that will have health, cultural, economic and social implications that
mark the beginning of the 21st century. To know the
events that triggered this epidemic, we can analyze through a
series of questions which objective facts were marking the beginning of
the pandemic. Looking back, the events that started
this infection can shed light on preventing future events of this
nature. What were the circumstances that triggered the pandemic? It was
a series of zoonotic transmissions that produced
the infection in humans? Has the environment had anything to
do with it? The challenge of the richest countries in the world
to maintain hegemony will give way to a plethora of research
on the biology of the virus, epidemiological variables, possible
vaccines, and ways of preventing fatal outcomes in people
with chronic cardiovascular risk diseases. This manuscript
aims to analyze some of these questions.
Keywords: COVID-19, population displacement,
environment, origin of the pandemic, coronavirus, cardiovascular risk.
Introducción
Los coronavirus (CoV) son virus que surgen de manera
periódica en diferentes partes del mundo y causan infección
respiratoria aguda (IRA), que puede llegar a ser leve, moderada o
grave. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha
sido catalogado al nuevo coronavirus (COVID-19) como una
emergencia de salud pública de importancia internacional
(ESPII). Se han identificado casos en todos los continentes y,
desde principios del mes de marzo, se confirmó el primer caso
en Colombia. La transmision de este virus es múltiple y a pesar de que
la letalidad no parece ser mucho mayor que la de
otros coronavirus, su capacidad de mantenerse en diferentes
superficies durante un tiempo amplio hace que el contagio sea
mucho mayor y la gravedad de la pandemia tenga consecuencias más
serias.
La pandemia por COVID-19 ha desencadenado un impacto
en la humanidad tremendo, debido a las implicaciones sanitarias,
culturales, económicas y sociales tanto actuales como futuras que este
tipo de infección puede causar. Para analizar
las circunstancias de su aparición realizamos preguntas acerca de los
eventos que comenzaron esta infección. Estas preguntas procurarán ser
respondidas a lo largo del manuscrito:
¿fue una serie de transmisiones zoonóticas lo que originó la
pandemia? ¿El ambiente en los sitios inciales de la epidemia
ha tenido algo que ver? ¿Han existido algunas constumbres de
las personas que han promovido la propagación del virus?
El SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19
El SARS-CoV-2 es el séptimo coronavirus que se sabe que
infecta a los humanos; SARS-CoV, MERS-CoV y SARS-CoV-2
pueden causar una enfermedad grave, mientras que HKU1,
NL63, OC43 y 229E están asociados con síntomas leves (1).
Sobre la base orgánica del SARS-CoV-2 se puede inferir
la presencia de una estructura similar a la de los coronavirus
observados en algunos mamíferos como los murciélagos y los
pangolines. No obstante, la presencia de la proteína spike (S)
tiene diferencias significativas que le permiten una unión con
mayor afinidad a los receptores de la enzima convertidora de
angiotensina 2 (ECA-2) (2).
El dominio de unión al receptor (RBD) en la proteína S es
la parte más variable del genoma del coronavirus. Seis aminoácidos de
RBD han demostrado ser críticos para la unión
a los receptores ECA-2 y para determinar el rango de unión
de virus similares al SARS-CoV-2. Es así como cinco de estos
seis residuos difieren entre SARS-CoV-2 y SARS-CoV. Sobre la
base de estudios estructurales y experimentos bioquímicos, el
SARS-CoV-2 parece tener un RBD que se une con alta afinidad
a la ECA-2 de humanos, hurones, gatos y otras especies que
tiene una homología alta de estos receptores (3). Adicionalmente, entre
las subunidades S1 y S2 de la proteína S existe un sitio de escisión
con características polibásicas cuya función es
poco conocida hasta el momento, pero que puede tener una
vinculación estrecha con la capacidad de introducirse a las células, y
ha demostrado ser blanco para la terapia con proteasas (4, 5). En este
punto surge la primera pregunta: ¿cuál fue el
origen de la COVID-19 y cómo se desarrolló esta alta afinidad
hacia los receptores ECA-2 humanos? Es posible que la manipulación de
los virus en cultivos celulares de mamíferos o de
células humanas hayan perfeccionado esta capacidad. Dentro
de poco, estudios genéticos y estructurales podrán reconocer
si esta posibilidad es real. Otra posibilidad es que la selección
natural en un huésped animal en el mercado de Wuhan, o en
sitios similares, haya estado incubándose durante un período
invariable de tiempo antes de la transferencia zoonótica; y, por
último, la selección natural en humanos después de la transferencia
zoonótica, con lo que la adquisición de la mutación fue
generándose en los humanos en un período indeterminado
hasta las manifestaciones clínicas al final del año 2019 (6).
Los movimientos poblacionales
En el inicio de la pandemia por COVID-19 se observó un
gran desplazamiento de población por eventos masivos tanto en China
como en Italia, que probablamente influyó en las
condiciones ambientales por aglomeraciones masivas. Por
ejemplo, en China la epidemia surgió en el período en que los
desplazamientos de las personas, por circunstancias culturales,
alcanzaba una tasa alta. Algunos consideran que el primer
período de la epidemia en China fue previo al día 10 de enero
de 2020, la primera fecha de Chunyun (fiestas el año nuevo lunar
chino), cuando aún no se conocía el peligro de la infección
y, por supuesto, no se impusieron intervenciones específicas
para la COVID-19 (7). El segundo período fue más adelante en el
Chunyun, del 10 al 22 de enero de 2020. En esta oportunidad,
el movimiento masivo de la población probablemente aceleró
la propagación de la COVID-19, y tampoco se impuso ninguna
intervención fuerte durante este período. Por último, el 20 de
enero se realizó el primer anuncio de transmisión de la infección y el
contagio entre los trabajadores de la salud. Durante
este período, los hospitales comenzaron a estar abarrotados
de pacientes con fiebre o síntomas respiratorios, y se observó
que el sistema estaba a punto de colapsar (8).
¿Qué paso en Italia, España y Francia, entre otros países
afectados más drásticamente en Europa, o en Estados Unidos
en la costa este? Es posible que el factor común que determinó esta
circunstancia coexistiese con un relajamiento en los
procesos de protección, ignorancia acerca de las enfermedades
transmisibles, específicamente del grado de contagio del
SARS-CoV-2, y una mala atención a la primera línea de defensa
para prevenir la expansión de la infección. El desarrollo epidémico a
fines de febrero ya era bastante similar al visto anteriormente con el
SARS y el MERS (9). En ambas epidemias, el punto
focal primario fue suprimido y el virus fue detenido ubicando
correctamente la primera línea de defensa, identificando a todos los
infectados, rastreando sus contactos y aislándolos a todos (10). Por
este motivo, se consideraba que a finales de febrero de 2020 la
COVID-19 sería suprimida con éxito, poniendo
atención al punto focal primario: Wuhan (11). Adicionalmente,
el 28 de febrero se publicaron las primeras estimaciones que
indicaban que era una enfermedad con una tasa de mortalidad
significativamente más baja que la del SARS y el MERS (12, 13). En
ese momento, era razonable esperar que la epidemia pudiera
detenerse pronto. Como resultado, la OMS retrasó la declaración de una
pandemia hasta el 11 de marzo (14).
Históricamente, el desarrollo de algunas de las grandes
pandemias en Europa ha comenzado en la península itálica y,
en gran medida, provenientes de Mongolia o de China. Quizá
la más relevante que causó más muertes fue la peste bubónica, que
terminó con un tercio de la población de Europa. De
hecho, durante la peste bubónica los puertos de Messina, Palermo,
Génova y Venecia fueron los puntos de penetración de
la bacteria
Yersina pestis en
las fases iniciales de la epidemia
(15); esto debido, en parte, al gran intercambio comercial en
aquellos tiempos de textiles como la seda. En el caso de la COVID-19 es
posible que los turistas chinos de Wuhan estuvieran
visitando el norte de Italia entre enero y febrero de 2020 con
un propósito similar. Muchos de estos comerciantes chinos,
asintomáticos, ingresaron a Italia incluso pasando por lo controles de
los aeropuertos. Es por esto que algunos plantearon
la hipótesis de que el fenómeno de la inmigración masiva de
trabajadores chinos al norte de Italia contribuyó a la introducción y
propagación temprana del virus (16). Decenas de miles
de inmigrantes chinos trabajan en la industria textil italiana,
produciendo artículos de moda, bolsos de cuero y zapatos con
la marca
Made in Italy en
condiciones higiénicas pobres, lo que
facilitaría la propagación. Bajo esta perspectiva, sea a través de
turistas chinos, trabajadores textiles o por alguna otra ruta, el
nuevo coronavirus desencadenó una epidemia a espaldas de
la “primera línea de defensa” italiana, que no fue reconocida
durante las primeras semanas (11).
En la época en que se extendió el contagio, las personas
infectadas del norte de Italia pasaban los fines de semana en
estaciones de esquí del centro de Europa. Se considera que
estos desplazamientos motivados por deportes de invierno
fueron unas de las condiciones por las que el frío ayudó a que
se propagara la COVID-19 en Europa. Es por eso por lo que las
estaciones de esquí europeas se convirtieron en verdaderas
guarderías de coronavirus a fines de febrero y principios de
marzo. De esta manera, muchas personas infectadas surgieron
detrás de las líneas de defensa en España, Francia, Suiza, Bélgica,
Austria y Dinamarca (17). Por supuesto, en este momento, la
medida más práctica era el cierre de los vuelos procedentes de
China. Debido a esto, sus primeras líneas de defensa epidemiológica se
centraron en el transporte aéreo desde Asia, no en
sus propios “recién llegados” de las estaciones de esquí, que,
de hecho, nadie esperaría que fuera un gran número de chinos
de la zona de Wuhan (18).
En el otro lado del Atlántico las circunstancias se complicaban por el
esparcimiento, en sus dos significados, de las políticas de estado y de
las aglomeradas en ciudades del este de
Estados Unidos. Estas poblaciones se consideraban inmunes
a cualquier tipo de “gripa” proviniesen de donde fuese, pues
Boston y Nueva York habían pasado por eventos terroristas de
los cuales emergieron sin dificultad. No obstante, en vista de
los acontecimientos transcurridos, algunos se han cuestionado: ¿por qué
Nueva York está siendo tan golpeada? Los expertos en salud pública
dicen que una combinación de factores ha
contribuido a la propagación desmedida del virus en Nueva
York, incluida una respuesta federal políticamente anquilosada y
pesada, la gran densidad urbana, las disparidades raciales
y económicas, así como el papel de la ciudad como centro de
comercio y transporte global (
Figura 1)
(19).
Figura 1. Representacion gráfica
de las diferentes circunstancias que pudieron dar origen a la infección
por COVID-19.
En un ambiente con alto contenido de PM, el virus pudo surgir desde un
laboratorio, luego de muchos “pasajes” en
diferentes líneas celulares, por contaminación zoonótica desde algunos
mamíferos como el pangolín o el murciélago,
o luego de la transmisión entre humanos en sitios con alta
conglomeración. En las grandes ciudades, el esparcimiento
de las políticas públicas y debido a una equivocación al establecer las
líneas primarias de defensa, posiblemente
incrementó la transmisibilidad de la infección.
![Figura 1. Representacion gráfica de las diferentes circunstancias que pudieron dar origen a la infección por COVID-19.](https://revistaendocrino.org/index.php/rcedm/article/download/596/787/3118)
¿Cuál es el papel del ambiente en la
pandemia?
En general, se considera que las infecciones respiratorias
virales se propagan por contacto directo, como tocar a una
persona infectada o mediante las superficies y fómites que la
persona ha tocado, o en superficies en las que las gotas grandes que
contienen virus expiradas por la persona han caído, y
donde el virus puede permanecer estable durante días. Por lo
tanto, lavarse las manos con frecuencia y mantener una distancia de al
menos un metro (longitud del brazo) se consideran las principales
precauciones contra la infección. Una ruta
de transmisión poco mencionada es el transporte de partículas cargadas
de virus en el aire (20). Inmediatamente después
de que se expiran las gotas, el contenido líquido comienza a
evaporarse, y algunas gotas se vuelven tan pequeñas que el
transporte por corriente de aire las afecta más que la gravitación.
Estas pequeñas gotas son libres de viajar en el aire y
transportar su contenido viral por decenas de metros desde
donde se originaron (21).
En general, las autoridades de salud pública le han restado importancia
a la transmisión del coronavirus por el aire,
posiblemente debido a que es difícil detectar directamente
los virus que viajan en el aire. El 16 de marzo, una declaración
lanzada por la Sociedad Italiana de Medicina Ambiental
(SIMA) planteó la hipótesis de un posible vínculo entre el impacto
dramático del brote de la COVID-19 en el norte de Italia
y las altas concentraciones de partículas de polución (PM10
y PM2,5 mm) que caracterizan esta área (22). Posteriormente,
una encuesta realizada en los EE. UU. por la Escuela de Salud
Pública Chan de Harvard sugirió una fuerte asociación entre
los aumentos en la concentración de PM y las tasas de mortalidad debido
a la COVID-19 (23). Diferentes experimentos han
tratado de configurar la relación entre la presencia de SARSCoV-2 con
el aire (24). La presencia de ARN del SARS-CoV-2 en
el material obtenido de las partículas en Bérgamo, cerca de
Milán, y que representa el epicentro de la epidemia italiana,
parece confirmar (al menos en el caso de la estabilidad atmosférica y
altas concentraciones de PM frecuente en el norte de
Italia) que el virus puede crear acumulaciones junto con las
partículas y ser transportado y detectado en PM10 (25). Aunque no se
pueden hacer suposiciones sobre el vínculo entre
este primer hallazgo experimental y la progresión o severidad
del brote de COVID-19, la presencia del ARN de SARS-CoV-2
en PM10 de muestras de aire exterior en cualquier ciudad del
mundo podría representar un indicador temprano potencial
de difusión COVID-19. La búsqueda del genoma viral en partículas puede,
por lo tanto, explorarse entre las posibles estrategias para adoptar
todas las medidas preventivas necesarias
antes de que comiencen las futuras epidemias (26).
El grado en que el virus induce estrés respiratorio en individuos
infectados puede verse afectado por el nivel en que
el sistema respiratorio de la persona ya ha estado comprometido. Los
altos niveles de contaminación por PM en China han
podido aumentar la susceptibilidad de la población a síntomas
más graves y a complicaciones respiratorias. Además, los contaminantes
oxidantes en el aire pueden afectar la función inmune y atenuar la
eficiencia del pulmón para eliminar el virus.
La inhalación simultánea de contaminantes químicos en PM,
especialmente las partículas menores a 2,5 mm (micrómetros), junto con
el virus de la COVID-19, también puede exacerbar el nivel de infección
por COVID-19. La proinflamación, las
lesiones y la fibrosis causadas por las PM inhaladas en combinación con
una respuesta inmune o una tormenta de citocinas
inducida por la infección por COVID-19 podrían incrementar
la gravedad de la infección. En la medida en que el número de
pacientes mostraban síntomas de infección más severa, se originó un
mayor riesgo potencial de transmisión (27).
Los cuadros clínicos que indujo la
COVID-19
Las características clínicas de la infección por COVID-19
manifiestan una susceptibilidad mayor y un desenlance peor
en los pacientes que tienen antecedentes de enfermedad con
riesgo cardiovascular (12). A pesar de que los estudios requieren datos
con mayor grado de evidencia, las personas de edad
avanzada con hipertension arterial, diabetes mellitus, obesidad,
entre otros, infectadas con COVID-19 tienen más del 80 % de
riesgo de fallecer en comparacion con personas sin estas comorbilidades
(28, 29).
La infección viral puede ser asintomática o producir síntomas
respiratorios leves (tos seca, fiebre, rinorrea, síntomas
gastrointestinales) en la mayoría de las personas. Un 14 %
tienen síntomas severos con disnea (frecuencia respiratoria
>30/min), saturación de oxigeno <92 % (infiltrados pulmonares), y
un 5 % tienen síntomas con falla respiratoria, choque
séptico y falla multiorgánica.
Fisiopatológicamente, durante la unión del virus del receptor ECA-2 en
presencia de TMPRSS2 (proteina de membrana
de la célula humana), el virus puede ingresar a través de la fusión de
la membrana o mediante endocitosis. El ARN viral se
transcribe luego por el ribosoma de la célula huésped y también se
transporta al retículo endoplásmico para incrementar
la activación transcripcional y la producción de proteínas del
componente viral (30). Este proceso puede destruir la célula
huésped desencadenando una liberación de señales que activan las
respuestas inmune innata del huésped (31).
En la infección por SARS-CoV-2 se ha observado una respuesta
inflamatoria exagerada caracterizada principalmente
por la secreción de citocinas proinflamatorias aberrantes asociada con
una gran cantidad de macrófagos y con una disminución de células T-CD4+
y T-CD8+
, pero no en células B, con una
sobreproducción de IL-6, IL-2R, IL-10 y FNT-α, y una disminución de la
expresión de IFN-γ, lo que se correlacionó con la
gravedad de la enfermedad y la falla multiorgánica (31, 32). La
inflamación puede tener un efecto local en la microvasculatura,
donde las células musculares lisas, sometidas a la proliferación
viral y al daño celular, liberan citocinas proinflamatorias que
contribuyen a la propagación de lesiones microcirculatorias.
El endotelio disfuncional se vuelve proadhesivo y procoagulante. A
nivel vascular, los macrófagos también pueden liberar
factores procoagulantes como el activador del plasminógeno
(33). Con la alteracion de la funcion de los receptores ECA-2 y la
activación de angiotensina II, la producción del inhibidor del
activador del plasminógeno-1 (PAI-1) también se incrementa.
Esta combinación de eventos acelera aún más la inflamación vascular y
empeora el estado protrombótico. La presencia
de microangiopatía y microtrombos predispone al paciente a
microinfartos dentro de múltiples órganos como el hígado, el
corazón o el riñón, lo que exacerba aún más el estado de lesión
generalizada y la falla multiorgánica (34). Estudios preclínicos
y clínicos han demostrado que los pacientes hipertensos bajo
terapia con inhibidores del sitema renina-angiotensina-aldosterona
(RAAS), al igual que los pacientes diabéticos, tienen un
aumento de la expresión de los receptores ECA-2 (35, 36). La pregunta
final que tiene un componente terapéutico es: ¿cuál es
la relación de los pacientes con la terapia antihipertensiva mediante
los inhibidores de ECA o los bloqueadores del receptor
de angiotensina (BRA)? Mientras se sigue buscando evidencia
acerca de la conducta farmacológica con estas terapias, por el
momento lo importante es mantener estabilizada la hipertension
arterial; si el paciente está bajo terapia con estas medicaciones, no
existe justificación para retirarla (37).
Conclusiones
En resumen, consideramos que la COVID-19 es un gran desafío para las
políticas públicas en relación con las estrategias
para contrarrestar este tipo de infecciones. Es probable que
esta pandemia haya surgido en unas condiciones en las que
las miras de salud pública han estado sobre las enfermedades
crónicas no transmisibles, mientras que los conocimientos en
epidemiología y la biología del virus con las condiciones de los
enfermos cardiovasculares crónicos no estaban unidos.
Conflictos de interés
Los autores declaran que no hay conflicto de intereses en
el presente manuscrito.
Financiación
Ninguna
Agradecimiento
A los miembros del Comité académico y de investigación
de Endocrinología Ambiental de la Asociación Colombiana de
Endocrinología.
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